7. Invasión

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Parece un sueño. Una pesadilla. Los muertos se levantan de sus tumbas... bueno, nunca hubo tumbas, solo estaban ahí tirados... y ahora caminan. Mierda, nunca en mi puta vida pensé que esto iba a ser real. Siempre decíamos que había que prepararse para un apocalipsis zombie, pero era coña. Esto no puede estar pasando.

Mangel se levanta, se asoma por el balcón y mira hacia abajo.

—Cada veh hay máh de esoh —dice angustiado.

—¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Quedarnos aquí para siempre y morir? —pregunta Alexby —¿O bajar y morir? Lo único que nos espera con cualquier decisión es la muerte...

Tiene razón, ¿qué más da hacer algo si al final vamos a morir? Sea como sea, terminaremos como uno de ellos. Abrazo a Raspy. La salvamos para que nos viera morir, ya no hay esperanza. No queda nada.

—Claro que no —dice Ayelén —podemos sobrevivir, ¿es que no vieron The Walking Dead? ¿No aprendieron nada? El ser humano lucha por la supervivencia, aunque tenga todo en su contra, y eso es lo que vamos a hacer. Sobrevivir y salir de aquí.

—En el remoto caso que podamos salir vivos de aquí, hacia dónde iremos —le replico —¿Qué tal si todo el mundo está así?

—No lo creo —contesta la chica —esa explosión o lo que haya sido debe ser la razón de que todos esos muertos estén caminando. Y creo que fue aquí en Madrid nada más. Solo hay que encontrar la forma de salir de esta ciudad...

—En el coche ese que dormimoh —dice Mangel mirándola.

—Solo tenemos que llegar al estacionamiento y arrancar —dice Alexby con renovada energía.

—Es difícil, pero no imposible —agrego —¿Cuántos juegos de Zombies nos hemos acabado?

—Mileh, y podemoh ganar en ehte también —contesta Mangel animado.

—Debemos ordenar nuestras provisiones y hacer un plan —dice Ayelén.

Todos asentimos. Nos sentamos en círculo y al medio colocamos las cosas que logramos rescatar del Carrefour. Cuatro mochilas, seis botellas de agua, nueve conservas de frutas, cuatro de carne y tres paquetes de pan de pipas.

—Gracias, mi Mahe por el detalle —le susurro al oído - pero sabes que no me gusta especialmente. Solo fue una broma.

—¿Qué detalle? —me responde con cara de extrañeza.

—El pan de pipas.

—Yo no he sido.

¿No fue Mangel? Entones quizás fue Alexby, pero él tenía las manos llenas con las latas... ¿Ayelén? La chica toma una botella de agua y la bebe casi sin respirar. Luego, separa todo lo que queda, salvo una lata de carne y un par de conservas de frutas y metemos las otras cosas en las mochilas. Comemos lo de las latas. Yo le doy un poco de mi carne a Raspy.

—Vas a tener que contentarte con esto por ahora— le digo a mi gata que me mira con reproche, pero el hambre es más fuerte y finalmente se come lo que le ofrezco.

A pesar de que intentamos que la comida nos dure para hacernos sentir que comemos mucho, en menos de diez minutos no queda nada en las latas, y con razón, si desde ayer en la mañana que ninguno de nosotros había probado bocado. Dejamos la basura en un rincón y comenzamos a pensar en un plan de escape.

—Podríamos hacer alguna distracción —propone Alexby.

—¿Con qué? —pregunta Ayelén.

Miramos a nuestro alrededor, y en esta terraza no hay prácticamente nada. Entonces miro las latas que dejamos de la comida, y se me ocurre algo. Me pongo de pie, coloco a Raspy en el regazo de Mangel y cogo una lata. Me armo de valor, me apoyo en el balcón y miro hacia abajo. Muertos. No hay muchos, pero están vagando lentamente por el rededor del edificio. Tiro la lata a unos cuantos metros y cae cerca de un callejón, haciendo un sonido agudo y hueco en cada rebote. Los zombies se detienen y se dirigen lentamente hacia el sonido. Bien.

—Rubiúh, pero ¿qué has hecho? —me pregunta Mangel.

—Comprobando algo —respondo —los zombies son lentos, por suerte, y se atraen con los sonidos.

—Por supuesto, con las latas de la comida podemos hacer ruido y llevarlos hacia algún punto lejos de nosotros y salir corriendo —dice Ayelén —bien pensado, Rubius.

La idea fue de ella, pero asiento con la cabeza, sonriente.

Nos ponemos las mochilas. Mangel y Ayelén toman las latas vacías, yo tomo a Raspy, Alexby no toma nada por su brazo herido y bajamos lo más silenciosos que podemos por las escaleras que están por fuera del edificio. En el segundo piso, Mangel y Ayelén entran al edificio para salir por el otro lado y tirar las latas. Alexby y yo nos quedamos quietos, esperando la señal.

Pasa un minuto. Hay unos tres zombies bajo nosotros. Las latas comienzan a caer una a una, y los muertos se van hacia el sonido, al otro lado. Ayelén y Mangel llegan rápidamente, salen por la ventana y los cuatro bajamos a la calle que ahora está vacía. Nuestra misión es llegar al estacionamiento, subir al coche y salir de este puñetero lugar. Dejo todo pensamiento de lado y solo una idea ocupa toda mi mente.

Corre.

Youtubers en Zombie Land [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora