Otro muerto. Con este ya son siete los que hemos visto camino al hospital. Los que sobrevivieron al parecer cojieron sus cosas y se piraron lo más rápido que pudieron. ¿Cuánto podremos resistir nosotros? Creo que es medio día y no he comido nada desde el desayuno de ayer... Me ha entrado un hambre que te jodes.
—Mirad, el hospital —dice Alexby con voz temblorosa. Cuando lo miro bien, su cara expresa más dolor que alegría.
Apuramos el paso. Mientras nos acercamos al edificio, me doy cuenta de que algo raro tiene. Y claro, la mitad de la estructura está por los suelos. La mitad que queda en pie es nuestra esperanza.
—No creo que haya doctores o enfermeras —digo. Sé que es algo pesimista de mi parte pero joder, si no hemos visto un alma, dudo que haya alguien en ese lugar. Nadie que pueda ayudar a Alexby.
—No te preocupes, Alexby... Yo te puedo curar —dice Ayelén como si me hubiese leído el pensamiento.
—¿Cómo? —pregunta Alexby extrañado.
—Estudio enfermería, voy en cuarto año.
—Jodé, tía, ¿cuántoh añoh tenéih? —exclama Mangel.
—Veintiuno —responde la chica con tranquilidad.
—Lo importante es que me puedes curar —dice Alexby con voz débil.
Seguimos avanzando y entramos en el hospital... O lo que queda de él. Pareciera que un gran terremoto hubiese desordenado todo. Las lámparas están colgando de los cables, parpadeando o simplemente apagadas, y hay varios cajones abiertos tras los mesones. En medio de los pasillos hay camilas tiradas, agujas y otros utensilios médicos.
Ayelén registra los armarios tras los mesones y saca unas cuantas gazas, cinta, algunos frascos y algodón. Nos pide a Mangel y a mí que acerquemos una camilla. Cuando lo hacemos, Alexby se sienta sobre las sábanas blancas y Ayelén comienza a curarle la herida. Joder, pobre Alexby. Intenta no gritar, aprieta los dientes y cierra los ojos con fuerza cuando la chica le limpia el brazo. Le tomo la mano y Alexby me la aprieta a más no poder. En otra situación habría dicho que esto es demasiado gay, pero ahora sonaría fuera de contexto. A no ser...
—Eh, Rubiúh, no le tomeh tanto la mano a Alehby que me pongo celoso —dice Mangel, sacándonos una risa a todos. Gracias a él, el ambiente que estaba más tenso que mis tetas, se relaja un poco.
Luego de algunos minutos, Ayelén coloca Gaza sobre el brazo de Alexby y la fija con cinta.
—Listo, ya está —dice la chica. Alexby me suelta la mano y la abraza.
—Gracias, tía... Me estaba muriendo de dolor y llegas tú y me salvas —dice.
Ayelén se ruboriza un poco y le devuelve el abrazo.
—¿Debemos llevar un botiquín o algo?, para que cures de nuevo a Alexby por si hace falta —digo. Ayelén asiente con la cabeza. Vuelve a buscar en los armarios y trae más gazas, frascos con líquidos y esas cosas. Cada uno toma lo que puede y lo guardamos en los bolsillos, ya que las mochilas y bolsos los perdimos en esa explosión o lo que haya sido.
—¿Cuál es la misión de ahora? —pregunta Alexby con renovada energía cuando vamos saliendo del edificio.
—Mantenerte con vida —dice Mangel.
—Y además de eso —responde Alexby con una media sonrisa.
—Supongo que ir a nuestros hogares... —digo yo... nuestros hogares... ¿Quedará algo en pie cuando lleguemos?
—Rubiúh, tu piso es el que queda más cerca de aquí —dice Mangel —podríamoh ir allá y ver cómo ehtá el panorama por esoh ladoh.
Yo asiento con la cabeza y se me aprieta el estómago. Espero que mi edificio siga en pie. Entonces, oímos un ruido dentro una sala del hospital. Nos quedamos quietos. Es como un quejido. Se me paraliza el cuerpo y no puedo avanzar. Joder, ¿por qué soy tan miedoso?
Ayelén se acerca a la puerta de donde proviene el sonido. La abre lentamente. Hay alguien tirado en el suelo pidiendo ayuda. Mangel y Alexby también entran. Yo me armo de valor y voy tras ellos. Tampoco quiero estar solo en el pasillo de un hospital semi destruido.
Entre los cuatro colocamos al hombre sobre la camilla. A penas respira, pero hace un gesto a Ayelén, que está más cerca de su cabeza, para que acerque su oído a su boca. Ayelén le obedece y el hombre le susurra algo. Mangel, Alexby y yo nos miramos preocupados. Dios, esto me da muy mala espina.
Ayelén escucha al hombre y asiente con la cabeza. Le da la mano, el hombre sonríe, cierra los ojos y expira.
—Vámonos —nos dice Ayelén con autoridad.
—¿Qué te ha dicho? —pregunta Alexby.
—Afuera les digo. Vamos, rápido —contesta la chica con voz preocupada. Salimos en tropel de la pieza y ella cierra la puerta tras nosotros. Salimos del edificio prácticamente corriendo. Cuando estamos fuera, Ayelén está muy agitada, y no creo que sea por la pequeña carrera que acabamos de dar.
—¿Qué pasa? ¿Qué te dijo ese hombre? —le pregunto preocupado.
La chica mira hacia todos lados. Pareciera que estuviese a punto de ponerse a llorar o de desmayarse.
—Dijo que tengamos cuidado. Que nos van a perseguir, que nos quieren matar —responde.
—¿Quién noh quiere matar? —pregunta Mangel.
—No sé, coño. Solo me dijo que nos quieren matar y están a punto de llegar. Después se murió.
Nos miramos preocupados.
—Pero... Y si solo eran alucinaciones de moribundo —dice Alexby, aunque parece no estar muy convencido de sus propias palabras.
Joder, nos lanzan una bomba, destruyen la ciudad y ahora nos quieren matar. Pero qué cojones pasa aquí.
—Rubiúh, vamoh a tu casa —dice Mangel. Por el momento parece lo más sensato, así que nos ponemos en camino. Siento que mi oído está más alerta, como si esperarse que en cualquier momento fuese a aparecer alguien con una escopeta para dispararnos a todos. Espero que no sea así.
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Youtubers en Zombie Land [Finalizada]
FanfictionRubius, Mangel y Alexby se darán cuenta de la peor manera que todas las horas que gastaron jugando y viendo películas no serán suficientes a la hora de sobrevivir en una ciudad llena de muertos vivientes. Con la ayuda de Ayelén, una chica que vende...