10. Refugio

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—Joder, Rubius, que me ahogas —me dice Álvaro. Dejo de abrazarlo y le sonrío.

—Es que me has salvado la vida, coño. Estoy emocionadísimo —le respondo, y me devuelve la sonrisa.

—Vale, vale, no fue nada. Ahora vamos con los demás... veo que sois un buen grupo —comenta.

Ayelén, Alexby y Mangel están junto al auto. La chica le está colocando una nueva gaza a Alexby, que se ve mejor que cuando los dejé. Dios, pobre Alexby.

—Rubiúh —me grita Mangel, que aún tiene a Raspy en sus brazos, cuando me ve se fija en Álvaro que camina junto a mí —¿con quién vieneh?

—Es Álvaro, chavales —les digo contento.

Alexby y Mangel lo miran con sorpresa, como sin poder creerlo, hasta que llegamos al lado del auto, y al parecer se convencen de que no estoy mintiendo. Abrazan al chico contentos. Muchos abrazos ha recibido Álvaro hoy, pero bueno, ver a otro sobreviviente conocido nos alegra el alma de verdad. Estoy más contento que mis tetas.

—¿Nos hemos visto en algún lado? Siento que te conozco -—dice Ayelén a Álvaro. Él la mira y pone pose de Elvisa.

—Espero que os haya gustado este tutorial —contesta Álvaro con la voz de su personaje femenino. Ayelén abre mucho los ojos, como si estuviera sorprendida.

—Joder, eres Elvisa —dice emocionada, y abraza a Álvaro —siempre quise saber quién era el hombre tras esa maravillosa mujer.

Álvaro le devuelve el abrazo torpemente y se ruboriza un poco.

—Eh, chicoh, no eh que quiera arruinar ehte momento, pero creo que dentro de poco tendremoh compañía —dice Mangel apuntado hacia la derecha.

Miro en la dirección de su dedo, y los zombies de los que escapamos vuelven a por nosotros. O quizás sean otros, joder, que no distingo nada, que son todos iguales. Putos muertos.

—Yo tengo un refugio por aquí cerca —dice Álvaro y comienza a caminar. Mangel me pasa a Raspy y  todos lo seguimos.

Nuestro nuevo compañero toma unas rutas extrañas. Avanzamos en fila entre callejones. Primero va Álvaro, luego Alexby, le sigue Ayelén, después Mangel y finalmente yo. Odio ser el último. Entramos y salimos de varias casas ¿pero dónde coño vamos? Solo me queda confiar en que Álvaro sabe lo que está haciendo. Trato de eliminar el pensamiento que me dice "estamos perdidos". Por lo menos no he visto muchos muertos a medida que avanzamos. Caminamos casi media hora ¿por aquí cerca ha dicho? Por aquí cerca mis cojones. Por fin parece que hemos llegado. Me sorprende ver que aquí la destrucción es casi igual que donde estuvimos nosotros, en el centro de la explosión.

Ya está oscureciendo y por fin entramos a una casa... Bueno, lo que queda de ella. Es todo escombros, partes del techo se desprendieron y están regados por el suelo. Las paredes tienen grietas, muebles están tirados por cualquier parte, hay cuadros rotos. Cualquiera pensaría que por aquí hubo un terremoto o que pasó un huracán. Es desolador. Ayelén recoge algo del suelo. Es un papel, creo. Lo mira unos segundos y se lo guarda en el bolsillo de mi chaqueta que aún tiene puesta.

Empiezo a dudar del refugio de Álvaro. Una casa en ruinas la podríamos haber conseguido en cualquier parte de España, incluso alguna menos ruinosa. Álvaro abre una puerta. Todo está oscuro dentro. Enciende una luz y me doy cuenta de que hay unas escaleras hacia el subterráneo. Álvaro comienza a bajar y nos mira, invitándonos a seguirle.

Cuando llego abajo me doy cuenta de que es una especie de sótano, que me recuerda mucho al de Los Simpsons, porque tiene una lavadora, una secadora, una canasta de ropa, y es lo suficientemente grande para que nosotros 5 quepamos cómodamente. Álvaro abre la lavadora y saca algo que no distingo bien. Nos invita a sentarnos en círculo, y deja en medio de nosotros un par de cajas de cereales, luego va nuevamente a la lavadora y saca una botella grande de leche. Joder, es un genio. Este refugio está que flipas, con comida y todo.

—Siento no tener vajilla, pero no la pude salvar —comenta Álvaro.

La verdad es que a mí no me importa, y al parecer a los demás tampoco ya que sacamos cereales con las manos directamente de la caja, y la leche la tomamos de la botella.  Si alguno era escrupuloso con compartir líquido desde la botella, ahora tendrá que aguantarse, pero ninguno hace alguna mueca de asco. Quizás es porque estamos muy hambrientos y sedientos. Me vierto leche en la mano para que mi gata también beba. No estoy seguro, pero creo que han pasado unas siete u ocho horas desde nuestro frugal almuerzo.

Cuando estamos terminando, me doy cuenta de que Ayelén se mira las manos con una expresión extraña. Al parecer la miro mucho rato, porque ella se da cuenta, me devuelve la mirada y se sonroja un poco.

—Sé que sonará tonto —dice la chica —pero no nos hemos lavado las manos... ni ninguna parte del cuerpo desde la explosión de ayer.

La miramos con sorpresa, y yo comienzo a reírme. Madre mía, vivimos un apocalipsis zombie y ella preocupada de nuestro aseo personal. Que mona. Ayelén, que sigue algo sonrojada, se une a mis carcajadas, y los demás chicos nos imitan. Es agradable poder reír sin sentirnos amenazados, sin pensar en huir, solo disfrutando la comida, la compañía y el momento.

—¿Y cómo descubriste este lugar? —pregunta Alexby después de que hemos terminado de comer y reír. Álvaro borra la sonrisa de su cara, se estruja las manos y se muerde el labio.

—Pues... digamos que lo conocía muy bien.

Álvaro se queda en silencio. Miro a Mangel y alzo una ceja. Alexby mira a su alrededor como intentando recordar algo. 

—Esta era tu casa, ¿verdad? —dice Ayelén en voz baja sacando el papel que había recogido en el piso de arriba. Es una foto. Yo la miro y me doy cuenta que aparece Álvaro junto a una chica, un chico, que deben ser sus hermanos, y un señor con una señora, que supongo son sus padres. Álvaro toma la foto y aprieta los labios.

—Me descubriste —contesta con una sonrisa triste.

Youtubers en Zombie Land [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora