II

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-¡Terry! -nunca le habían agradado las ruedas de prensa, lo cual era una verdadera lástima, pues dada su profesión no tenía remedio más que estar ahí en cada estreno-. ¡Solo queremos una foto con Susana!

-Por supuesto -murmuro al ver sonreír a su pareja-. ¿Esta bien así? -se arrodilló junto a ella, tomo su mano y sonrió, mientras los flashes le cegaban la visión, al menos momentáneamente.

-Terry; ¿Eres feliz con Susana? -estaba hastiado de que los reporteros siempre fueran tan insistentes.

-Por supuesto -volvió a sonreír, mirando a la ex actriz con cariño-. Jamás había estado tan feliz.

-Terry; ¿Aún tienen planes de boda? -la chica había tenido que asistir, ya que la obra por estrenarse era de su autoría.

-Por supuesto -una vez mas sonrió para todos y en seguida beso la mano de su dama-. ¿Verdad, Susana? -ella afirmó con timidez.

-Susana; ¿Tienes algún otro comentario? -el joven castaño ya se había percatado de hacía donde iban las preguntas.

-Ninguno -también sonrió, ella parecía realmente feliz.

-Susana; ¿Ya tienen fecha para la boda?

-Aún no -en un instante, sin que nadie se diera cuenta, su mirada se tornó ligeramente nerviosa-. Cómo saben, hay temas personales que por ahora no me permitirían estar en buenas condiciones, sobre todo para el viaje de luna de miel.

-¿Qué opinas al respecto, Terry?

-Tal como ella les comento; por el momento no es posible -después de tres años ya estaba acostumbrado a aquel discurso, a las mismas preguntas y las mismas respuestas; la mentira se había vuelto su realidad-. Y ya me advirtió que no se casará conmigo si no tenemos luna de miel -se escucharon algunas ligeras risillas en el salón.

Al terminar, la conferencia había sido un rotundo éxito tanto para la prensa como para la compañía. Sin embargo, para cierta pareja solo había sido un extenuante y estresante día de trabajo.

En silencio, Terry ayudaba a Susana a subir al auto. Una vez dentro ella dejo escapar un pesado suspiro descargando en este toda la frustración que le atormentaba.

-¿Te duele la pierna? -pregunto el actor en cuanto abordo; le había escuchado.

-No -respondió con prisa; mucho más que la pierna le dolía el corazón pero no era capaz de admitirlo.

-¿Estás segura?

-Claro -le regalo la sonrisa más natural que pudo darle-. Sólo es jaqueca. Odio cuando los reporteros son tan asfixiantes.

-Tienes razón -intento charlar un poco-. Estaba por mandarlos al infierno -ambos hicieron un intento de risa que en realidad solo resultó ser una especie de pujido-. Te llevaré a casa.

-Por favor. Lo único que quiero es descansar...

Durante aquel viaje de alrededor de 30 minutos no hubo más palabras, la joven pareja solo se limitó a hacer aquello que siempre hacían y que al parecer, además de actuar, era lo que mejor hacían cuando estaban juntos; acompañarse en silencio.

x - x - x

En cuanto la rubia entró a la casona, su madre, persistente como siempre, quiso saber hasta el mínimo detalle del evento y ella, con calma, le contó todo aquello que creyó necesario, pero aprovecho el hecho de que gracias al gélido clima, el muñón le dolía, así, apoyada con ese pretexto termino el relato y pidió ir a su alcoba para poder descansar.

Miles de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora