XXXV

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Hay momentos en los que la vida

te coloca a la misma distancia

de huir o quedarte para siempre.

Elvira Sastre

Baluarte

XXXV

Detrás del magnífico escritorio, en su oficina central del Corporativo Andrew. No podía dejar de leer, una y otra vez, aquel encabezado.

“Terry se ha casado en secreto”

Había pasado casi medio año desde el día en que Candy se marchó, él sabía perfectamente bien donde y con quién estaba, y sin embargo, nunca hizo nada al respecto.

¿Era normal que aún guardará aquel resentimiento?

¿Realmente, eso que sentía, era resentimiento?

Lo cierto era que esa molestia derivaba en un gran peso para él, sobre todo en aquellas fechas y gracias al profundo cariño que le tenía a la rubia.

La noticia no revelaba más que lo obvio, ni siquiera podían asegurar una fecha exacta o el nombre de su esposa; sin embargo, aunque la foto se había tomado a la distancia, para él no había duda de que esa chica era Candy.

De pronto sonrió, sin que lo esperara. Sí; en realidad le alegraba verla feliz; después de todo, era su hija adoptiva y también porque, en el fondo, le alegraba haber estado equivocado.

El día de acción de gracias estaba próximo, y lamentaba que, incluso los Leegan, pasarán las fiestas en Florida, dejándole solo, ya que Archie había decidido ir a Londres a encontrarse con sus padres y celebrar las fiestas entre ellos.

Aturdido, aventó el periódico. Tal vez era hora para comenzar a rearmar a su familia. Además, cenar solo y en una ciudad lejana, era mejor que cenar solo en su hogar vacío.

—Llama a Nueva York —salió y se dirigió a su secretaria—. Pide que preparen el Penthouse para mí llegada y envía a alguien a la estación, por un boleto para el primer tren disponible.

La jovencita hizo lo indicado, agregando aquellos requisitos que de antemano conocía para los viajes del Señor Andrew. Así, el siguiente día, por la noche, Albert abordaba el vagón de primera clase, dispuesto a encontrar a su pequeña.

x – x – x

—¿Qué opinas de esto?

Aún en su alcoba, en la casa de Eleonor, mientras la rubia se preparaba para dormir, Terry leía la noticia que había visto, gracias a que por la tarde Karen se burlaba de él, con periódico en mano.

—Creo que está bien —respondió para incredulidad del inglés—. Eso significa que tus fans al fin entenderán que ya no eres soltero y que nunca podrán contra mi… —sonrió y saco la lengua, mientras encogía un hombro y provocaba una carcajada en su “marido”.

—Eres incorregible —sonrió—. Olvidas que Albert podría verlas y enterarse de dónde estás.

—Terry; si lo sabe Dios, está bien que lo sepa el mundo —ahora encogió ambos hombros—. Además, no dudo de que Albert sepa eso y mucho más…

Miles de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora