V

738 74 18
                                    

Aquella tarde de sábado, un 11 de mayo cualquiera; se le apetecía bastante relajada, quien sea que le viera pensaría que a él nada le preocupaba, que solo era un refinado caballero más, caminando a través de Central Park; y sin embargo, la realidad era totalmente diferente.

Todo su mundo giraba en torno a su carrera actoral y a su joven prometida; mientras que el poco de tiempo libre que le restaba, lo ocupaba para vagar entre recuerdos de un lejano colegio, que deseaba poder superar algún día. Pero la temporada en la que él había participado a inicio del año, finalmente había concluido para dar comienzo a los preparativos de una nueva puesta en escena. Mientras que su “querida novia” había acompañado a su madre a unas vacaciones en Florida; lo cual había sido solo un pretexto, ya que la mujer tenía la esperanza de visitar a un médico del cual se especulaba que estaba investigando nuevas tecnologías en prótesis.

Por lo tanto, después de varios años, realmente tenía tiempo libre para si mismo.

Pero él no era del tipo, de personas que gustaban de no tener nada que hacer; sino que lo odiaba. ¡Habría dado lo que fuera por qué los nuevos ensayos ya hubiesen dado inicio, en lugar de solo haber ido al teatro a preguntar al respecto! Y sin embargo, ahí estaba; caminando sin sentido, observando la majestuosidad del lugar. No es que no le gustará, sino que le resultaba inevitable enfrascarse en sus pensamientos.

Pocos días antes al fin se había decidido en poner una fecha al matrimonio con Susana en cuanto ella y su madre regresaran. Eso era en lo que más ocupaba su mente.

Sin nada mejor que hacer, decidió tratar de distraerse en el zoológico de Central Park. Eso era mejor que seguir pensando en una boda que tanto había pospuesto.

Con calma, cruzó el Gapstow bridge y camino rumbo a la 65 con la idea de iniciar su recorrido por el Tisch Childrens Zoo. Una vez cruzó la entrada y comenzó el recorrido, fue presa de los recuerdos del Blue River Zoo, que aún atesoraba. Pero pocos pasos adelante supo que no contaba con el humor suficiente como para interactuar y saliendo del recinto, se dirigió a la otra parte del Zoológico.

Aquello le era más agradable. En lugar de lidiar con cabras y conejos; ahora observaba a los leones marinos jugar, mientras el podía seguir manteniendo sus cavilaciones.

—Estoy seguro de que te habrías divertido en aquel lugar —sonrió al imaginar a la chica del hogar de Pony alimentando un cordero.

Incluso en ese mismo parque la habría pasado bien, observando a cada uno de los animales y haciendo alguna de sus tantas caras graciosas, mientras él se sentiría honrado y feliz de haberle regalado un momento así.

Suspiro con pesadez y cambio su gesto, consciente de la realidad y esperando que, al menos, en alguna ocasión pudiera pasear con su prometida por ese mismo zoológico y sobre todo, que fuera un paseo agradable.

De pronto volvió a sonreír cuando una de las parejas, no muy lejos de donde estaba, llamo su atención. Ambos parecían estar en el mismo rango de edad que él y aún así lucían bastante diferentes; parecían felices.

Él parecía ser casi de su misma estatura, era claro que reía de las ocurrencias de la chica; mientras que ella tenía risos rubios, obviamente estaba feliz y se parecía a…

—Debo estar volviéndome loco —suspiro de pronto, incapaz de pronunciar su nombre, incluso solo en pensamientos.

Al retirarse la pareja paso detrás de él, momento que aprovecho para observarla mejor, con discreción, y un poco más de cerca, mientras perdía el aliento al notar su mirada.

Miles de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora