Un zoo en casa

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La ciudad dormía, aunque un pequeño movimiento de coches, autobuses y algún personaje despistado de alguna fiesta nocturna, se movía por las calles. Dos mujeres, como otros tantos habitantes de aquella gran ciudad, estaban despiertas, eran las seis y el cielo comenzaba a despertar. Ambas habían recorrido kilómetros aquella noche, de lado a lado de la cama, habían suspirado tanto, que la Copla "Suspiros de España" se les quedaba corta, habían pensado miles de situaciones que se podían dar cuando quedaran solas, y habían deseado ambas lo mismo, poder compartir el abrazo que tanto les gustaba en la cama acompañadas por el sonoro sonido de sus respiraciones

La primera en abandonar la cama fue Natalia, le dio gas a la cafetera, puso la radio no por enterarse de nada en concreto, más bien porque desde que se había quedado sola, no soportaba esa soledad. Bajo el grifo de la ducha, pensó que era afortunada, la conversación con Marta , sus sentimientos, sus miedos compartidos, era afortunada por tener una amiga que no le importaba dejarlo todo por estar a su lado, que cuando la necesitaba estaba, que cuando tenía que decirle las verdades, se las decía, que no hacía falta decirlo, pero se querían desde siempre, sonrió, aquel día tenía pinta de que sería especial, compartir una tarde con Alba y Natali era más de lo que había soñado, despacio sin prisa, pero repleta de seguridad, de esa seguridad que tanto le había caracterizado en su vida salió dispuesta a buscar un conjunto con el que ¿atraer?, sí, porque no. Sonrió. Una vez elegida la ropa miró el móvil por si tenía algún mensaje y se dio cuenta que estaba desconectado

N: Vaya ¡oh no!, como siempre se me ha olvidado cargarlo, ¡joder si es que... no tengo la cabeza donde tiene que estar!...

La siguiente en abandonar la cama fue Alba, sabía que faltaba poco para que Lupe la llamara, habían quedado sobre esa hora porque estaba trabajando y pudieron hablar más bien poco. Se asomó como siempre a la ventana, pero no había señal de luces, se desperezó con ganas y se fue a poner su cafetera, primero pasó por la habitación de su madre y la oía dormir profundamente, debía arreglar el problema de su madre como fuera, tenía que hacerlo por el bien de las dos. Después de poner la cafetera, volvió a la habitación, volvió a mirar el teléfono pero no habían señales de Lupe, lo cogió y se entró con él al lavabo, se lavó los dientes y cuando estaba secándose la boca, sonó, fue rápida no quería despertar a la niña ni a su madre, trataría de hablar con Lupe lo más rápido posible para no entretenerse demasiado, a Natalia no le gustaba mucho esperar y no quería darle el motivo suficiente como para burlarse de ella por tardona. Sonrió y le dijo alegre porque quería que fuera consciente de que estaba feliz

A: Buenos días Lupe cariño, ya te echaba de menos
N: Soy Natalia (su voz sonó fría como el témpano de hielo) ¿Ha pasado algo?, tengo una llamada tuya de anoche

Alba se quedó como si aquella voz hubiera paralizado todo su cuerpo, como si un dolor agudo hubiera cruzado el centro de su ser. No podía reaccionar, no sabía como hacerlo, como decirle que no parecía lo que sus palabras y su tono estaba segura le habían parecido. Estaba pensando en ello cuando oyó la insistencia de Natalia

N: ¿Me oyes Alba ?, ¡Alba !
A: Sí, perdona, no, no pasaba nada que... bueno... que Natali quería hablar contigo (cerró los ojos sintiéndose torpe y mentirosa)
N: De acuerdo, hasta ahora (colgó con los ojos repletos de lágrimas)
A: Sí, hasta ahora (colgó con el miedo en su cuerpo) Joder... ¡cómo iba a saber yo que era ella! (entonces volvió a sonar el teléfono y ésa vez si miró la pantalla. Lupe. Su voz ya no tenía alegría) Dime Lupe
Lupe: Buenos días mi amor... ¿cómo te fue?
A: Bien... bien
Lupe: ¿Qué pasó?, te noto triste mi niña (le dijo con cierta mezcla extraña de preocupación y alivio)
A: No, todo está bien, tranquila
Lupe: Alba que a mí no me engañas, ni modo con esas ¿eh?
A: ¿Cómo estás tú? (quiso disimular y se secó las lágrimas con la manga del albornoz)
Lupe: Bien, notando mucho su ausencia, se hace pesado tengo ganas de estrecharte entre mis brazos (Alba se mordió el labio y guardó silencio) Pero ni modo pues... ¿qué le vamos a hacer? (sonrió)
A: Dijiste que ibas a venir, ¿por qué no vienes?
Lupe: ¿Te gustaría que fuera?
A: Claro y a Natali también (sonrió tímidamente y es que en cierta manera la echaba de menos, sus charlas, sus risas y a veces sus lágrimas, las notaba a faltar)
Lupe: ¿Cómo está Encarna?
A: Igual, sigue con su idea de no operarse
Lupe: ¡Ah pues!, está doña es tozuda como su linda hija (sonrió y escuchó como también lo hacía Alba aunque de modo frágil) ¿Qué pasó Alba ?
A: He hablado con Natalia (cerró los ojos, su voz tembló un poco ¿le daba miedo confesarle la verdad? "Joder no le digas nada o... ¡qué va a pasar!")
Lupe: ¿Y? (le preguntó tratando de aparentar frialdad aunque notó como un calor se apoderaba de sus mejillas, aquel temblor de la voz De Alba lo conocía sobradamente, sabía que lo que le iba a decir no iba a gustarle como casi siempre que hablaban de Natalia . Ante su silencio insistió) ¿Y?
A: Dice que, de momento solo quiere ser mi amiga (le costó decirlo y le dolió recordarlo)
Lupe: ¡Pero qué bárbara esta tipa!, ¿no?, ahorita nomás amiga... ¿y tú?
A: Lupe yo la quiero (le dijo cerrando los ojos) Voy a luchar por ella
Lupe: Ya veo... ¿sabes qué pienso chiquitita? (Alba sintió un dolor de estómago) Que de nada te sirvió el sufrimiento... sigues ciega y ni aún con un rechazo por su parte, eres capaz de ver la verdad
A: No me ha rechazado Lupe, tan solo me pide tiempo
Lupe: Está bien... tú sabes que haces, nomás quiero que al menos estés contenta, deberías estarlo y no tan apesadumbrada, ¿no cree usted chiquitita?
A: Tengo que dejarte cariño, prometo llamarte (respondió con cierto pesar)
Lupe: No te apures, me hago cargo. Que pases un lindo día mi amor
A: Igualmente

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