A fuego lento

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Mientras a muchos kilómetros de distancia, en un monumental atasco se encontraba una mujer dirigiéndose hacia el aeropuerto, iba con el presentimiento de que había dejado pasar mucho tiempo y sabiendo que Alba estaba dispuesta a todo por recuperar el amor que a ella tanto daño le hacía, el amor de aquella otra por la que había llorado tanto, había sufrido tanto. Llevaba poco equipaje, tan solo una maleta cargada de ilusión, una ilusión que no era otra cosa que poder conquistar definitivamente a Alba , a esa mujer que durante tres años había formado gran parte de su vida, había dado alas a un corazón castigado y a una desilusión mitigada por aquellos ojos de la enfermera, aquella mirada repleta de dulzura, aquella sonrisa que le erizaba la piel cada vez que la recordaba. Ya quedaba menos se repetía, menos para llegar y mirar sus ojos, descubrir su alma porque si algo tenían aquellos ojazos era una verdad cristalina que sabía no podía evitar hablar por ellos. Si todo salía como esperaba, hacia primera hora de la tarde llegaría a Madrid, y sin decir nada le daría la mayor sorpresa de su vida. Se imaginaba en aquel taxi su reacción, su abrazo, su fragancia, su roce, su ser y una sonrisa se dibujaba plenamente en su rostro, haciéndole menos sufrible el atasco en el que andaba metida.

En Madrid, en casa de Alba , habían logrado echar a Maria , Marta seguía insistiéndole que si seguía así al final se iba a divorciar de verdad, se habían quedado las dos solas con la niña que después de leerle tres cuentos había logrado dormirse y con una Encarna que estaba sometida a una vigilancia constante por parte de las dos mientras la mujer, rezaba para que Natalia por fin, abriera del todo su corazón dejando que su hija entrara en él, sabía que si lo lograba, nunca más saldría de allí. Una más que rendida Marta después de cenar se sentó cansada en el sofá.

Claudia: ¿Qué tal?
M: Marta no se encuentra, en estos momentos está desaparecida...
Claudia: ¡De verdad!, pues yo estoy segura que la hago aparecer de inmediato (le dijo lanzándose sobre ella a sus labios) ¿Viene?
M: Todavía está lejos...
Claudia: ¡Vaya por Dios!, tendré que esmerarme (volvió a besarla esta vez con más pasión)
M: Va llegando... va llegando...
Claudia: ¿Cómo crees que les vaya a la pareja? (le preguntó mientras la besaba)
M: ¡Joder esto sí que es romántico!
Claudia: Mujer... es que yo creo que si hoy ya no hay tema... pues no sé...
M: Yo creo que podremos escuchar nítidamente a los bomberos pasar
Claudia: ¡Qué bruta eres!
M: ¿Yo?; ¿pero si has empezado tú?... (la miraba divertida)
Claudia: ¿Crees que Alba vendrá a dormir?
M: No, a ver... mi humilde opinión aunque no haya contado en esta ocasión más que en la ropa interior es...
Claudia: ¡Le has visto la ropa interior!
M: El otro día, le vi una bolsa le pregunté y bueno, me alzó una ceja ¡qué mira que ha cambiado Alba , eh!, tú no sabes lo cortita que era para todo...
Claudia: Imagino que el tiempo le ha debido de ir cambiando
M: Sí, pues eso, la vi y le dije que en la primera de cambio acababan en la cama, ella me dijo que no por falta de ganas, pero que antes debían arreglar sus corazones, yo no la creo porque entre ellas dos hay un fuego que quema a los de alrededor
Claudia: Sería una lástima que no arreglaran sus cosas... por cierto... hablando un poco de todo, ¿y las nuestras?
M: ¿Las nuestras?
Claudia: Sí, sigo sin saber lo que me tenías que proponer
M: ¡Ah bueno pero ahora no es el momento! (apoyó su cabeza en el hombro)
Claudia: Pues llevas dos días posponiendo el momento
M: Ya... todo a su tiempo amor mío... todo a su tiempo
Claudia: Me das miedo (le sonrió abrazándola)
M: No soy el coco
Claudia: Según para que, eres peor que el coco (su voz sonó sugestiva)
M: Claudia que nos conocemos y tenemos mucha ropa tendida
Claudia: Encarna duerme (le besó el lóbulo de la oreja)
M: Ya... pero la niña... está impaciente porque quiere ver a su mami y ésta se nos despierta, te lo digo yo, Claudia, Claudia ahí no en la oreja no que me pierdo...
Claudia: Piérdete mi vida... piérdete...
M: Cerecita por favor... por todos los santos que... ¡ay... ay como me gusta!
Natali : ¿Poque es cerecita si es bon? (apareció la niña de pronto con el peluche en el brazo)
M: ¡Hostia! (se sentó de un golpe en el sofá echando a Claudia al suelo en el movimiento brusco) Amor...
Claudia: Joder... cuando no son las madres es la hija y cuando no, el espíritu santo
M: Ya te lo decía yo (sonó el teléfono) Ale eso... ahora Maria
Claudia: Yo contesto
Natali : ¿Poque cerecita? (preguntaba mientras reía y se subía al sofá con ella)
M: ¡Ay mi vida!, a ver... como te lo explico yo... (la niña la miraba muy seria)
Ma: ¿Sabemos algo Claudia?
Claudia: No, estate tranquila Maria que si no llaman es porque todo va bien
Ma: Uf eso espero...
Claudia: ¿Ya te has recuperado?
Ma: Sí hija sí, que Natalia parecía tener el culo pegado al sofá...
Claudia: Bueno... pero ya está Maria ...
Ma: ¡Aún tengo las palpitaciones no te creas!
Claudia: No si me lo creo, las tengo yo (sonrió)
Ma: Nos merecemos el premio de la amistad por lo menos
Claudia: Sí... voy a decírselo a Marta , seguro que lo propone
Ma: ¡Ay hija que padecer!, mira me voy a la cama a ver si mi Pablo logra calmarme
Claudia: Eso... eso... tú que puedes aprovecha
Ma: Buenas noches, a lo mínimo ya sabes, mensaje duermo con el móvil en la mano...
Claudia: Buenas noches... por Dios así no creo que ponga mucho al Pablo
Natali : ¿Pedo poque?
M: Esta niña va a ser periodista... que te enteres
Claudia: ¿Y ahora que pasa? (preguntó sonriendo)
M: Ven, mira cariño te lo explicare con un ejemplo, tu ves estas dos cosas (le señalaba los pechos
Natali : Chi, tetas
M: Vale, ¿a ti te gustan las cerezas?
Natali : Chi, mucho
M: A mí también y como me gustan mucho las cerezas, más me gustan las tetas de Claudia, por eso, le llamo cereza, ¿ya?
Natali : Chi... (se quedó pensativa)
Claudia: Dios mío Marta ... no tienes arreglo, voy a ver a Encarna
M: Vale
Natali : Entonses yo te llamo tita cerecitas
M: Sí hija sí, llámame como quieras como la copla si quieres, "no me llames dolores llámame Lola" (la niña reía) Porque con estos parones me entran unos dolores que ahora comprendo a Natalia
Natali : ¿Vene Natalia?
N: No cariño... por eso deberías dormir
Natali : No teno sueño... ven a la cama conmigo
M: De acuerdo
Natali : Y cerecitas tambén
M: ¡Ay que me la como toa! (decía como loca aupándola en brazos con las carcajadas de la niña

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