Cuando existen las ganas, todo es posible

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En el hospital, había concentración de madres en la habitación de Encarna, cuando Cruz entró y las vio, no sabía muy bien que hacer, si huir o quedarse a disfrutar de aquella maravillosa compañía que eran, las tres mujeres, finalmente se quedó un rato allí con ellas, Maria  y Rosario se apartaron para que pudiera revisar a una Encarna que le sonreía agradecida por salvarle la vida

Ma: ¿Está mejor, verdad? (le preguntó abriendo los ojos)
C: Sí, la verdad que llegó usted más muerta que viva, si no llega a ser por Natalia
En: A Natalia le debo mi vida y la de mi hija, por no hablar de la de mi nieta, así que... imagínate... no sé por donde empezar a agradecérselo (miró a Rosario con cariño)
Rosario: No hay nada que agradecer, todo lo hace de corazón Encarna, ella también lo ha pasado mal porque la aprecia, la quiere más que apreciarla
Ma: De eso doy Fe. Debiste ver como luchó hasta la extenuación por ti
C: Sí, sin duda eso fue lo que la salvó
En: Natalia ha salvado mi familia entera (dijo con emoción)
Rosario: Y Alba ha salvado a Natalia...
Ma: Están hechas la una para la otra
C: Eso vamos... lo firmo yo donde sea (sonrió Cruz)
En: Hija... está noche se va a quedar Alba, y Natalia tiene guardia, ¿tienen algún sitio intimo? (preguntó abiertamente Encarna)
C: Pues... (aquella pregunta le pilló tan de sorpresa que notó hasta como le subían los colores)
Ma: ¿Aquí Encarna? (la miraba alto aturdida pero no por la pregunta en sí, sino, porque para ella era inimaginable en un hospital algo así)
Rosario: ¡Qué cosas tiene mujer!
En: Nada de cosas, que las chicas lo necesitan
C: Bueno... creo que me voy (dijo tratando de aguantarse la risa)
En: Adiós hija... que no tengas mucho trabajo sería buena señal
C: Pues sí Encarna, sí, hasta luego (seguía aguantando la risa)
En: No me miréis así, que lo digo en serio ¿eh?
Ma: Muy influenciada te veo yo a ti por Marta
Rosario: Esta Marta... (sonrió)
En: Es maravillosa, creo que es el ejemplo claro de amistad (dijo muy seria)
Ma: Totalmente Encarna, es esa amiga infatigable que lo aguanta todo
Rosario: Desde luego, además ha salvado a mi hija en innumerables ocasiones me consta (agregó mientras al decirlo asentía y ponía la mano sobre el pecho)
En: Y con mi hija estuvo estupenda cuando volvió de México, yo tenía todas mis esperanzas puestas en ella
Ma: Sin duda... creo que mucha culpa de que estemos ahora como estamos la tiene Marta
M: Buenas tardes... ¡hala reunión de mamis! (decía abriendo sus ojos mientras sonreía) ¿Cómo están ustedes?, uys parezco los payasos de la tele
En: Si es que... como no te vamos a querer
M: ¿A mí? (preguntó sorprendida ante la mirada divertida de todas) ¡Por los Clavos de Cristo Encarna que estoy muy sensible!
Ma: ¿Cómo te va?
M: No lo sé Maria aún no lo sé, pero solo de pensar que me van a meter otra vez el telescopio ese... vamos... sufro embarazo psicológico (todas comenzaron a reír) Si lo llego a saber, lo hago a lo natural... eso sí, mi bombón me mata
Ma: Si lo que no sé es como te aguanta (les guiñó el ojo)
M: Ya me extrañaba a mí Encarna que Maria también me quisiera
Ma: ¡Ays que tonta eres!, ¿oye que traes ahí?
M: Como sé que aquí a mi coleguilla Encarna le encantan los churros pues le he traído dos docenas
En: ¿De verdad? (sonrió juntando sus manos)
M: La baba Encarna. Bueno y que sabemos de las novias... ¡qué cosa más pegajosa esas dos, por favor! (agitaba sus manos)
En: Mira babosas están babosas... y aquí mis compañeras se asustan porque he dicho que si había algún lugar en el hospital para que ellas pudieran desfogarse
M: Estoy con usted Encarna (comenzó a sacar los churros y aquella olor invadió la habitación) Como no mojen me las veo por los pasillos enganchadas, son como perras en celo (le dijo bajando la voz para que no le oyeran las otras dos y Encarna se moría de risa)
Rosario: No creo que Encarna pueda comer ¿eh?
M: ¿Ah no? (preguntó sorprendida)
En: Hija que me han abierto no como un saco de patatas, no, sino, como dos (decía levantando la mano en el aire)
M: Pues si Encarna no come, no come nadie (dijo mirando a Maria que ya ponía un gesto de gustazo por comer unos pocos)
Ma: Oye... (protestó)
M: Jejejeje, que mala soy (dijo sonriendo bajito)
Rosario: Pero falta chocolate, anda guárdalos que voy a traer
Ma: Voy contigo así no te quemas sola, nos repartimos los quemazos
Rosario: Vale (sonrió ampliamente) En nada estamos aquí
M: Guardo los churros... joer con las ganas que tengo de hincarles el diente
En: Gracias hija
M: Gracias por nada, si es por ayudar a las babosas, no me las dé, si son por los churros, tampoco
En: Eres lista como el hambre que decía mi madre (sonrió) Y sé que en la vida todo te tiene que ir de cara hija, porque tienes un corazón enorme y lo que haces por los demás sin pensar en otra cosa que en la pura amistad, te hace una persona diferente (Marta la miraba con los ojos repletos de lágrimas) Tienes una mujer que te adora, te lo digo yo, y estoy segura que vais a formar una familia maravillosa. Y sin duda todo te lo mereces
M: Le daría un beso Encarna pero se me están cayendo los mocos
En: Anda ven aquí tonta (la abrazó y le dejó un beso sobre su frente) Nunca me cansaré de decirte, gracias
M: ¿Sabe que le quiero mucho?
En: Lo sé
M: Madre del Amor Hermoso que manera de llorar...
En: Eso es bueno... (le sonrió apartándole las lágrimas)
M: Gracias Encarna, gracias a usted que un día le hizo ver a Natalia que si era leal, usted estaría ahí, ¿sabe que Natalia adora a su hija, verdad?
En: Lo sé
M: ¿Y sabe que... al momento de pasar aquello vi a una mujer destrozada?
En: También lo sé
M: Nunca he visto a Natalia para bien o para mal como cuando es algo relacionado con Alba, nunca ha amado a nadie como la ama a ella
En: Antes le decía a Cruz que le debo mi vida y la de mis dos niñas, y sin duda es cierto, siento que Natalia fue un regalo del cielo para mi hija de aquel cielo estrellado y cada día que pasa me doy cuenta que están unidas por la misma estrella, y pase lo que pase, lo seguirán estando siempre
M: ¡Pero qué bien habla!... nada... pues a llorar otra vez

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