Tu voz

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En Madrid, Alba había terminado de dar el desayuno a su madre, le había dicho que iba a comprar y como siempre que la dejaba sola, le dejaba a mano el teléfono por si se encontraba mal. Pero había engañado a su madre, porque no quería preocuparla. Había cogido unas llaves, y sabiéndose sola, cruzó la calle y subió hasta el piso que había sido su mayor felicidad. Al entrar miles de recuerdos fueron llegando a ella, unos simpáticos, otros tristes, alguna discusión, muchas carcajadas, muchos silencios como el que en ese momento le estaba taladrando el alma. Recuerdos de besos, recuerdos de abrazo, recuerdos de caricias, que erizaban en ese instante su piel. Con los ojos devoraba ávidamente cada rincón de la casa, porque en cada lugar existía algo que le provocaba un estremecimiento, de esa manera sus pies con paso lento la llevaron hasta la que fue su habitación, recuerdos confusos de una noche donde la bebida le dio la ligereza de disfrutar del cuerpo de Natalia por unos instantes, lugar donde había tenido una charla intensa y sincera con ella, donde le prometió no hacerle daño y al recordar la mirada tierna que Natalia le dedicó, una lágrima cayó sin poder retenerla, salió de allí, cerrando los ojos, se marchó hasta el cuarto donde la pasión, el miedo y el amor se habían apoderado de ella, sin dudarlo, se acercó hasta la cama acarició el lado donde Natalia solía dormir, el lugar donde muchas noches mientras la Pediatra dormía ella la admiraba, y aquellas imágenes que le robó a las noches fueron las que le ayudaron en México a dibujarla por cada pared de su casa, de grabarla a fuego en su corazón. Notaba como el amor afloraba por sus venas, notaba como saber que allí había estado ella le iba sacando de su corazón el amor, hasta que finalmente terminó llorando sobre la cama, apretando sus puños en las sábanas, apretando los dientes por el llanto y la necesidad de tenerla.

A: Natalia ... mi amor... cariño... por favor ven... ven... vuelve a mí...

El camino de regreso hasta la casa para Natalia fue un desafío, sin duda sacar dentro sus pensamientos le habían servido para entender que necesitaba saber y saber más de ella. Despidió a Andrés y se fue directamente a la cabaña, su paso acelerado se volvió una corta carrera para llegar porque recordaba el e-mail que había recibido Marta de parte de Claudia donde hablaba De Alba , como loca, enchufó el ordenador, sabía la clave de Marta porque siempre ponía la misma, lo esperó con impaciencia, se mordía las uñas, su respiración se volvió algo agitada, rezaba para que no hubiera borrado justo aquel e-mail, por fin cuando el lento ordenador le dejó entrar en el correo, abrió el que correspondía a su recuerdo y buscó lo que quería leer

"Hola Marta, ante la ausencia de tu e-mail, supongo que no debes tener fuerzas para contar lo que ha pasado, le he trasladado a Alba a viva voz lo sucedido, la verdad que me asusta verla así, siente que es la culpable de sus malos momentos y hoy, hubiera echado a correr para cuidarla, para sofocar sus ataques, para encerrarse con ella en aquella cabaña y curarla, besarla, amarla, mimarla, pero sabe que no es su momento, y la espera la está matando, creo que Alba se está dando cuenta ahora mucho más de lo que la quiere, de lo que la necesita, pero claro... la situación no es fácil ni para Natalia , ni para Alba , cuando vuelvas... te explicaré el asunto Lupe, no me gusta nada. Un beso cariño, esto no te lo podía decir delante suya... te quiero"

Lo volvió a releer atentamente palabra por palabra sus parpados apenas parpadeaban, era tal la tensión que sentía al leer que no los movía

N: ¿Te sientes culpable Alba ?, es que eres culpable, ¿para qué quieres venir?, para hacerme ver que estás preocupada por mí... para quedar bien, ¿me quieres cuidar, amar, mimar? (sonreía mientras lloraba) ¿Y por qué te fuiste?, ¿por qué estás con ella?... no lo puedo soportar... no lo puedo soportar Alba... no lo puedo negar más... te quiero pero no quiero volver a sufrir.
Ma: ¿Puedo pasar? (preguntó con temor Maria al verla así)
N: Maria (se abrazó a ella descargando sus lágrimas que provocaron en la mujer un leve temblor)
Ma: Cariño ¿qué pasa?
N: No puedo más... no puedo más... todo es por mi culpa... no puedo más
Ma: A ver tranquilízate cariño... así no sé de que me estás hablando (trataba de estrecharla entre sus brazos pero Natalia se había doblegado por el dolor que sentía y no podía estrecharla ante sus movimientos ladeados por el sufrimiento que estaba ella misma infringiéndose)
N: Da igual (se secaba las lágrimas, se puso erecta, suspiró, se apartó las lágrimas de su rostro y la llevó con rapidez hasta el sofá y obligándola a sentarse a su lado) ¿Si te pregunto algo me contestaras la verdad?
Ma: Claro (la miraba asustada veía a Natalia nuevamente flaquear)
N: ¿Alba está liada con la Lupe ésa, verdad? (le preguntó de manera despectiva)
Ma: Yo no lo sé Natalia ... eso no es a mí a quien se lo tienes que preguntar...
N: ¿Ella no te ha dicho nada? (insistía)
Ma: No, sólo sé que habla con ella por teléfono de vez en cuando... nada más
N: La odio con todas mis fuerzas (repitió con rabia apretando los puños)
Ma: ¿A Lupe? (le preguntó haciéndose la sorprendida)
N: A Alba
Ma: No creo que lo que me estás diciendo sea verdad
N: ¿Por qué se fue?, ¿por qué me dejó? (le preguntaba con la ansiedad marcada en los ojos)
Ma: Si no fueras cabezota y la hubieras dejado hablar (le decía con tranquilidad mientras le acariciaba la cara)
N: Seguro que sí (se levantó con rabia) Seguro que está con ella... por eso ha vuelto... porque está con ella
Ma: ¿Y qué pasaría si fuera cierto?, al fin y al cabo, tú has estado con Julia , ¿no?
N: No es lo mismo, no es lo mismo (decía nerviosa sintiendo que iba a perder el control)
Ma: Tú no sabes nada de lo que le ha pasado a Alba , ni siquiera porque lo hizo, no le has dado oportunidad de hablar, y en lugar de preguntar a todo el mundo como haces, incluida la niña, deberías coger el tren y plantarte en su casa, hablar con ella y escucharla.
N: ¿Y qué me va a decir?, mentiras porque es lo que ha resultado ser una mentirosa.
Ma: Sabes que eso no es verdad, sabes que lo que le sucedía a Alba venía marcando vuestra relación, lo sabes.
N: ¿Me estás echando a mí la culpa?
Ma: La que a ti te corresponde sí, claro, ¿o qué pasa?, ahora eres ¿Santa Natalia ? (Natalia la miró con rabia y Maria aflojó en sus verdades) Si ella no te quisiera, te aseguro que la niña no estaría tan loquita por ti, tú no fuiste nunca así, nunca te comportaste como ahora, hasta a Julia le diste la oportunidad de hablar, ¿o qué?, ¿eres Natalia la irresistible y nadie puede hacerle un feo? ("o la verdad, que nunca amaste a nadie como amas a Alba y por eso te duele tanto")
N: Te estás pasando Maria
Ma: No mi vida... la que se está pasando eres tú juzgando a Alba , sé que te hizo daño, muchísimo como me lo hizo a mí al verte como te vi, no se lo perdonaba y es una lástima que dos mujeres que se quieren y tienen una hija en común por cabezonería, por orgullo, por no hablar las cosas... se pierdan, al menos yo dejé hablar a Alba , y fue decisión mía aceptar o no sus razones, pero no puedo aceptar tu postura Natalia , porque no te reconozco
N: Igual no queda nada de esa Natalia , igual el revolverme en la mierda me ha hecho así
Ma: No hables así cariño, me duele
N: Y a mí me duele que defiendas a Alba
Ma: Defender a Alba no implica atacarte a ti, sólo me gustaría que te plantearas realmente la situación... solo eso...
Natali : Mamá... mamá, mira Crus eta es nuetra abaña (llevaba a la médico de la mano)
C: Hola Natalia
N: ¿Qué tal Cruz? (la saludó fríamente sin acercarse)
Natali : ¿Tas llorando mamá?
N: No cariño, anda ven aquí y dame un beso que lo estoy necesitando
Natali : Chi (la besó) No vino mami... (puso gesto triste)
N: Bueno... ya vendrá (Maria carraspeó) Quiero decir... tiene mucho trabajo mi vida, ahora estás aquí con nosotras y pronto volveremos a casa y ya la verás
Natali : Chi... ven Crus ven a mi cuato
Ma: Alba le habla de ti maravillas y tú le contestas así, haz el favor de no mezclar a la niña en tus propias contradicciones, ¡está claro! (la miró con seriedad)

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