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-Habian alcanzado el pie de ka escalera. La luz diurna no llegaba hasta alli,pero mas adelante llameaba una antorcha. Cyprian olfateo:se persibia el tufo habitual pero no era lo bastante intenso: la antorcha habia sido encendida solo para ellos. Se detuvo. La sensacion la misma que habia experimentado por primera vez en el laberinto bajo la iglesia de Heiligenstadt era tan intensa que lo paralizo. Las paredes apenas iluminadas por la antorcha parecian toscas,compuestas de esa mezcla de arcilla y piedras que tambien formaban la base del terreno. No era un material idoneo para construir uns boveda. La sospecha de que millones de toneladas de escombros podrian derrumbarse y aplastarlo era mas fuerte que nunca. Los pelos de la nuca se le erizaron-

Seguid caminando-susurro Andrej,que se le acerco por detras,impulsado por el avance de sus acompañantes. Cyprian noto que el panico le afectaba la voz y espero que no perdiera los nervios: deberia haberlo dejado fuera. Barrunto que si el otro se dejaba llevar por el espanto,el tambien perderia la calma.
Siguieron avanzando. El pasillo era bajo,el techo irregular. El suelo estaba seco,aunque el lecho del arroyo debia de estar proximo. Si el terreno fuera menos impermeable,haria tiempo que el pasillo se habria derrumbado. Cyprian creyo oir un quejido. Tenia los pies helados. Alguien no dejaba de susurrar fragmentos de latin cprrupto y frases casi comprensibles. De repente todas aquellas historias acerca de aquel saber maldito por el que los hombres estaban dispuestos a matar y morir ya no parecian tan desarcertadas, y la letenda del monje emparedado a quien el diablo ayudaba en su tarea perdio su ingenuidad. ¿Quien habia dicho que para venerar al diablo bastaba con rezar un padre nuestro al revez? Los susurros se agitaban en la oscuridad como conjuros llenos de odio de todos los demonios del infierno.
Se acercaron dos o tres aberturas bajas en medio de la oscuridad absoluta. El aire que surgia de estas era totalmente inanimado; habria resecado a un gusano y asfixiado a una rata. Las dejaron atras y Cyprian noto que habia cerrado los puños ante la idea que sus acompañantes los empujaran dentro de aquellos agujeros. ¿Realmente le habria dicho a Andrej que no llevara ningun arma? ¿Porque siempre decia cosas de las que poco despues se arrepentia? Pero en el fondo sabia que tal vez,al pasar junto a las aberturas,en lugar de apretar los puños habria esgeimido el cuchillo,y que entonces el derramamiento de sangre habria sido casi inevitable.
Cyprian oyo que alguien carraspeaba:era Andrej que procuraba reprimir un gemido. Estuvo a punto de agarrarlo de la mano,pero no lo hizo. Le parecio comprender a su compañero;quizas este se preguntaba si a su padre tambien lo habrian obligado a avanzar por ese corredor antes de desaparecer para siempre. Tal vez su cadaver yacia en una de las camaras a las que daban sus aberturas,momificado,reseco y negro. A lo mejor no eran camaras sino salas que se extendian hacia abajo y que albergaban cientos de muertos,hombres que un instante antes se habian creido amos de la situacion.
De pronto aparecio una figura vestida con una cogulla negra. Cyprian se detuvo y Andrej choco contra el. La figura no dijo ni una palabra. Desde atras de ambos jovenes se acerco una luz que destaco el contorno de la oscura figura y le proporcionouna sombra alargada. Cyprian se sintio mareado. Un bulto envuelto en jirones se arrastro a su lado y el se aparto violentamente. Los roncos susurros envolvian la figura como el olor a azufre...confiteor Dei,quu tollis peccata mundi,miserere nobis...credo in unum Deum patrem omnipotentem,factorem coeluetterrae,visibilium omnium et invisibilium...domine Deus,miserere nobis,miserere nobis...apiadate de nosotros,apiadate de nosotros...
La persona cubierta por la capucha de la congulla tendio una mano y agarro la antorcha. Era una mano blanca e inmaculada. Cyprian vio que la cogulla no era negra sino de todos los matices del gris y del marron,vieja y sucia,y que mas que una cogulla de monje parecia una tunica anticuada sin cinturon. La capucha no era un escapulario sino lo que quedaba de un manto al contemplar el rostro en sombras, vio que pertenecia a una mujer-

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