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¿Que has hecho,hermano?-gimio-

¡OBOEDIENTIA!-rugio el anciano de repente-¡He infringido la orden ! ¡Obediencia,hermano, obediencia! ¡No pude obedecer, reverendo padre! ¡Estoy condenado,y la culpa es tuya!

-el abad le lanzo una mirada estremecedora a Pavel y este deseo poder contradecir la comprensión reflejada en los ojos del superior del convento,deseo poder tranquilizarlo, decirle que había llegado a conclusiones falsas. Pero habría sido una mentira-

No hizo matar al niño-dijo y su propia voz le pareció la de un extraño-lo dejo con vida. El niño es el único indicio de lo que ocurrió e. Aquel entonces,y porque ocurrió,y ahora está allí fuera y busca la verdad

Es algo que no podemos saber-balbuceo el abad-

La pregunta es-dijo Pavel y su voz le pareció todavía más extraña-si podemos arriesgarnos a no saberlo

Reverendo padre-musito Tomás-he infrigido la quita regla de San Benito,porque y en el instante en el que me lo encargaste,también me condenaste

-Martin clavo la mirada en el anciano monje-

¿Acaso quisiste advertirme? ¿Quienes eran esos hombres?

He venído para suplicar tu absolucion, reverendo padre. He venído....

¿QUIENES ERAN ESOS HOMBRES?-grito el abad-¿Quienes eran? ¿De dónde venían? ¡HABLA! ¡Habla,habla,HABLA!

Absolvene, reverendo padre.

-Pavel se puso al lado del abad y le apoyo una mano en el hombro. El abad se volvio. La mano del viejo Tomás caso le desgarraba el hábito. Martin tiraba de la delgada muñeca. No un poseido-

¡Diles la verdad a los custodios!-jadeo Martin-el secreto ha dejado de serlo. Hemos de hacer algo. Ha llegado el momento. Dios mío,ha llegado el momento...

Reverendo padre...-empezo a decir Pavel-

¡Suéltame!-gimio Martin,tirando de la mano de Tomás. Intento ponerse de pie pero volvió a caer de rodillas junto al moribundo-¡Maldición,suéltame,¡SUELTAME!

Absuelveme...

¡SUÉLTAME! Tu y los demás debería cumplir con vuestro deber,hermano Pavel. ¡Dios mío,si puedes,aleja de nosotros este cáliz!

-Con un esfuerzo sobrehumano,el abad Martin logro zafarse de la mano del anciano. El cuello de su hábito se desgarro-

Rápido,hermano Pavel,¡no hay tiempo que perder!

-Pavel calló y se persigno. El abad se detuvo y, aún aferrado a la muñeca del hermano Tomas,siguió su mirada. Este mantenía la vista fija en el techo del dormitorio,pero Pavel sabía que miraba mucho más allá,a un ámbito situado más allá del límite. Le pareció oír el eco del último <<Absuelveme>>. El viaje del anciano había Sido inútil. Fuera dónde fuese que estuviera su absolucion ,no era en Braunau.
El abad Martin siguió contemplando el cadáver durante interminables segundos. Después dejo junto al muerto la mano marchita de lo había atenazado. Se puso de pie y de volvió hacia Pavel. Cuando esté vio cuánto años había envejecido el abad durante los últimos minutos,apretó los dientes-

Está es tu hora-dijo el superior-reune a tus hermanos-despues salió,erguido y rígido. A Pavel repentinamente se le apareció la imagen del abad en la iglesia de Podlaschitz,desplomado en el suelo tras haber mandado cometer el asesinato. Pero esto era peor. Era como si Martin se hubiera congelado por dentro.
Pavel lo sigui lentamente. Antes de abandonar el dormitorio se dió la vuelta. El hermano Tomas ya solo era un montón de sombras en la oscuridad; alguien que ignorara dónde reposaba no lo habría visto. <<Solo es un olvidado bulto de tela basta>>,pensó Pavel y sin embargo,ese bulto acababa de destrozar su mundo-.

la biblia del diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora