Desperada pt. 1

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Marinette era una curiosidad para él, le encantaba estar a su alrededor, amaba como lo miraba con esos zafiros que portaba como ojos y como sus mejillas se encendían, le gustaba deleitarse de ese pequeño placer que era el hacerla sonrojar, realmente le gustaba esa chica. Pasaban mas tiempo juntos ahora que las chicas decidían hacer las tardes de chicas en su "casa". Eso le agradaba, podía pasar más tiempo con ella. Pero aún había un pequeño percance en su vida y es que había alguien no correspondida.

Estaba en la escuela, en el salón de música, tocando sus melodías, las que llegaban a sus oídos, le gustaba mucho cuando todo era tranquilo, no había mucha gente en la escuela, los alumnos de grado inferior habían ido a una excursión a Inglaterra en el famoso y nuevo Startrain que pasaba debajo del mar para llegar a la isla en un santiamén. Así que su hermana y todo su grupo estarían de regreso el mismo día, por lo que no se preocupaba mucho sobre si ella no llegaba a dormir porque llegaría. Siguió tocando la guitarra hasta que una voz dulce lo sacó de la ensoñación, aunque siguió sin abrir los ojos esperando a que fuera su imaginación y no lo que sabía que pasaría.

—Luka...— una pelirroja se recargó en el marco de la puerta, apoyando su mano en este, mirándolo con la mitad de la cara asomada por la puerta, Luka abrió los ojos notando la melodía de su amiga.

—¿Qué pasó, Giselle?— la melodía de la chica estaba muy acelerada, a decir verdad estaba extraña desde el día en que su hermana fue akumatizada, y lo había invitado al cine, cosa que habían hecho, aunque fue extraño ir sin sus otros dos amigos, no era tonto, solamente no quería aceptar su realidad.

Ella se acercó hasta sentarse a su lado, él seguía tocando la melodía que tenía en su cabeza, era de una pareja que había pasado a su lado, las melodías se habían vuelto una y realmente era un deleite para sus recuerdos, ellos se habían complementado de una manera bastante buena, él deseaba algo así en su vida, pero su melodía no la podía escuchar por sí mismo y le daba curiosidad, mientras tanto, esperaba que la melodía de su amada siempre fuese feliz.

Ella cerró los ojos y disfrutó de la melodía que Luka tocaba, él se relajo, y siguió moviendo los dedos al sonido de la melodía en su cabeza, todo estaba tranquilo, solamente con el sonido de las cuerdas de la guitarra liberando un sonido espléndido que a cualquiera le gustaría oír. No por nada Luka era el mejor guitarrista de la escuela, si no es que de toda su generación.

Daba gracias a ese extraño don que tenía y que su familia básicamente fuera de músicos.

—Creo que tenemos una conversación pendiente ¿No?— dijo al tocar la última nota de la melodía de la pareja. Ella asintió. Él suspiró, dejó su guitarra a un lado y miró fijamente a la pelirroja, y le hizo una seña para que ella empezara a hablar.

—Me gustas, Luka.— soltó ella sin más, él no se sorprendió, ya lo sabía, lo sentía, y no era alguien ciego y menos cuando ella le pidió salir sin sus amigos esa vez que su hermana fue akumatizada otra vez.— Me has gustado desde hacía un tiempo, eres un chico increíble que ha sabido sobrepasar las adversidades, eres alguien tan amable y comprensivo que siempre ayuda a los demás...— Ella le tomó las manos sorprendiendo al muchacho de ojos azules.— Y me duele pensar que aunque encontré al chico perfecto, tú ya encontraste a tu chica perfecta.

Él ojiazul la miraba con sorpresa, se sonrojó ante las palabras de su amiga pelirroja, no era el chico perfecto ni de lejos, y en realidad no pensaba que  Marinette era perfecta, si no extraordinaria, le gustaba su sentido del humor y todo lo que llevaba ella, además de cierta sensación de misterio que llevaba consigo. Él suspiró.

—Giselle, eres muy importante para mí, siempre estás en los momentos más importantes de mi vida.— entrelazó sus dedos.— Por favor, perdoname por no corresponderte.
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—Lo sé, Luka.— le dijo acariciando su mejilla.— No seré akumatizada por esto, créeme.— ella pausó— Lo he pensado mucho. — Hizo algo que a Luka le sorprendió, le dió un casto beso en los labios que no pudo detener gracias a qué estaba impactado por ello.— Gracias por ser como eres.

La Melodía en mi cabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora