El comienzo de las melodías

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Anarka miraba a su pequeño desanimado, él movía sus piernas un poco ansioso mientras esperaban en aquella habitación, Anarka no sabía del todo de la situación de su hijo pero nada más apareció la maestra del pequeño Couffaine el chico se tapó las orejas para no escuchar, eso preocupó a la mujer que trató de acercarse a su hijo cuando esté se encogió en sí mismo y seguía tapándose los oídos.

—Señora Couffaine.— la llamó la directora y ella volteó a ver a la directora sin dejar la preocupación por su pequeño de 10 años. La directora le hizo una seña para que la siguiera detrás de la puerta, y antes de entrar a la habitación vió como su primogénito lloraba en silencio mientras se acostaba con las orejas aún cubiertas por sus manitas. Al entrar, esta se sentó sintiéndose muy preocupada por su pequeño, sin saber que era lo que estaba causando tal reacción en el más grande de sus hijos.— ¿Cómo han estado desde... Lo de su esposo?

Anarka cerró los ojos dejando escapar un suspiro.

—Lo estamos sobrellevando.— dijo ella sin decir mentiras, estaba destrozada por la muerte de su amado Gai. Pero debía ser fuerte como siempre lo había sido, y ahora más con sus dos hijos que ahora eran huérfanos de padre.

La directora asintió y frunció el ceño preocupada por los hermanos Couffaine.

—A Juleka se le nota deprimida, aunque siempre ha sido una niña callada, ahora ni con su amiga Rosa ha hablado mucho, según nos cuenta.— dijo ella, Anarka suspiró.

—Hemos ido al psicólogo, dicen que es un proceso normal en los niños, y que tienen que superar ese luto de perder a su papá.— explicó Anarka mientras jugaba con sus manos.— Juleka ha ido desde antes por sus problemas sociales pero ahora se han agravado por lo de su papá...

—Entiendo.— dijo la directora, asintiendo al ver qué la mujer no continuó.— Pero... Quiero hablar en especial de Luka. Ha habido un gran cambio en el pequeño y se entiende, pero hoy...— dijo ella, tratando de encontrar las palabras adecuadas ante la preocupada madre que tenía en frente.— Hoy hubo un incidente con su hijo y no hemos podido lograr calmarlo, él ahora está en un estado... Extraño, como en el que lo encontró.

—¿Qué...?

—Su hijo aparte de estar decaído, hoy, de repente y a media clase, empezó a taparse los oídos, no supimos que es lo que pasaba, ni que lo provocó pero de repente empezó a llorar y gritar.

—¿G-gritar...?

—Cosas como: No puedo, no puedo, no aguanto; ya basta por favor, son muy fuertes...

Anarka abrió los ojos como platos... Era... Ella empezó a llorar en silencio por su hijo, no sé suponía que eso pasara, no hasta después de un tiempo le había dicho su marido, cuando creciera ¿Porqué cuando era tan pequeño? No lo sabría sobrellevar así? Se puso las manos en la frente pensando en cuáles serían sus próximos pasos.

—Le sugiero que vea a un psicólogo para sus pequeños.

—Vamos al psicólogo dos veces a la semana, un día por Juleka y un día por Luka.— aclaró mirando un poco molesta a la directora. Esta asintió con comprensión.— Yo voy un día separado de ellos, por si quiere saber también.

—Bueno, yo creo que deben ir a uno nuevo porque no supimos como calmar a su hijo, y tuvimos que dejarlo en área separada porque no deja que nadie se le acerque, cubre sus oídos y grita que nos alejemos, no sabemos que hacer.— dijo la directora seriamente.—Lo mejor para todos será que Luka venga cuando esté estable.

Anarka cerró los ojos y suspiró pesadamente, había pensado esa posibilidad pero el psicólogo había dicho que los niños podrían desarrollar una depresión más profunda si los apartaba por completo de su rutina, pero si su hijo no soportaba estar rodeado... Empezó a morderse la uña, Gaizka ¿Qué habías hecho?

La Melodía en mi cabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora