10. ¿Quién va a casarse?

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A eso de las ocho, ya estoy vestida. En media hora nuestros invitados tendrían que llegar y esta vez seré honesta: las expectativas de esta cena me tienen emocionada.

Fury se pasea por mi habitación mientras yo termino de atarme el cabello en una coleta alta. No tengo demasiadas ganas de dejarlo suelto. Por mi, me pondría unos pantalones y sudadera pero mamá fue bastante clara con su: "vístete bien, tenemos visitas". Así que me decidí por un vestido un poco informal color negro y una chaqueta color crema para disimular un poco el hecho de que parece un pijama.

Termino de estirar mis pestañas y me lanzo sobre mi cama a esperar a que el timbre suene. Invité a Liam, pero como siempre su respuesta fue que no puede venir. Ya ni siquiera protesto.

Fury no demora en subirse encima de mi, así que para matar el rato, jugamos a que yo le lanzo su juguete favorito (que es un gatito de felpa) y lo vuelve a traer. Aunque de vez en cuando, no lo trae y tengo que ir yo a sacárselo de la boca. Me entretengo tanto que pierdo la noción del tiempo. Cuando menos lo espero, oigo el timbre sonar.

Nuestros invitados han llegado.

No quiero parecer desesperada, pero la curiosidad me hace levantarme de mi cama de un salto. Fury comenzó a ladrar apenas  escuchó el ruido del timbre, así que sale disparado escaleras abajo cuando le abro la puerta.

Voy lento. Atravieso el pasillo, solo para darme cuenta de que la habitación de Zack está vacía, entonces ya debe estar abajo. Cuando llego al pie de las escaleras, todavía no soy capaz de oír nada. No hasta que estoy cerca del hall de entrada que las voces comienzan a volverse más tangentes.

Quiero resoplar frustrada cuando distingo la voz de Rick. No es la futura novia de Zack, solo mi hermano.

—¿Dónde está mi hermana? —le pregunta a Zack. Ahora que somos no tres, si no cuatro hermanos, a Rick le gusta remarcar cada vez que tiene la oportunidad, que en realidad, él es mi hermano de sangre.

—Aquí —respondo antes de que tengan oportunidad de pelearse.

Rick sonríe al verme y me alcanza con sus brazos, envolviéndome en un abrazo. No lo veo hace... dos semanas quizás. 

Se ha afeitado la barba, al fin. Empezaba a pensar que se la dejaría para siempre, veo que no, era una simple etapa y me alegra mucho que la haya superado. Porque la barba lo hacía ver de cuarenta y tantos años, y me resultaba extremadamente rara. Noto que se ha vestido para la ocasión, con unos pantalones color crema y una camisa blanca.  Al parecer, mamá de verdad insistió con esto de las formalidades.

¿Debería ir a cambiarme este vestido por algo más adecuado?

—¿Y Seth? —inquiero elevando la cabeza para ver por encima de su hombro, quizás no lo he visto—. Pensé que vendría contigo.

—Mhm, no. Seth está en Los Ángeles, de nuevo.

Alzo mis cejas sorprendida. Hace dos semanas estaba aquí, en Miami. Incluso retomó sus clases en la universidad. Me recuerdo que una persona puede tomar un vuelo en cualquier momento.

—¿Y qué está haciendo allí? —le pregunto.

Rick resopla, como si hablar de ello lo abrumara tanto que no hay palabras suficientes para describirlo.

—Te explico mejor luego, ¿sí? —dice y le da una rápida mirada a Zack. Este bufa.

—Como si me importará.

—Silencio, imbécil —escupe mi hermano. Aprieto su hombro mientras le doy una mirada a Zack para que se controle. Asiente a regañadientes y los tres pasamos a la sala de estar, donde mamá y Matthew comparten un sofá mientras beben vino.

The Last Heartbreaker (3) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora