Prólogo.

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Para entender mejor lo que está pasando en este prólogo, les recomiendo releer los capítulos 44 y 45 de The New Heartbreaker, ya que es la historia no contada de ese día.





—¿Así que vas a aplicar a la Universidad de Miami? —me pregunta papá cuando me lanzo a su lado en el sofá.

—Ese es el plan —respondo en un ligero resoplido para no mostrarle cuan frustrada estoy sobre el tema.

Fijo la vista en la pantalla, papá está viendo un partido de los Bruins. Siempre fue un fanático del hockey sobre hielo. Me alegra que eso no haya cambiado. Estar siete meses lejos de él fue demasiado tiempo, no sé cómo pude dudar en volver a Portland. Seth tenía toda la razón, no sabía cuanto necesitaba esto hasta que vine. Liam estaba equivocado en decir que me haría mal. Natalie está trabajando en Boston y se llevó sus problemas y mal humor con ella.

—¿Qué quieres cenar hoy? —me pregunta sin quitar la vista del televisor.

—Harry trajo una cacerola hace unas horas, olía bien. La señora Keystone sabe cocinar bien —respondo alzándome de hombros.

Papá por fin despega sus ojos de la pantalla para mirarme con sorpresa.

—¿Harry ha venido? —me pregunta.

Trago saliva y asiento. El gusto amargo que se instaló en mi boca desde que mi antiguo mejor amigo me aseguro que ahora somos solo desconocidos, vuelve aparecer. Sabía que era mala idea encontrarme con él, pero al menos fue una mala idea necesaria. He sellado una etapa. Harry y Scarlett me odian por haber dejado de hablar con ellos, lógico.

—No ha salido bien, ¿verdad?

Niego.

—Es una pena. Harry y tú solían congeniar bastante bien. Siempre pensé que terminarían juntos —se ríe. Esbozo una sonrisa nostálgica. Yo siempre pensé que él terminaría con Scarlett—. Nunca es demasiado tarde para arreglar las cosas.

—Ya lo sé, pero... Harry no quiere verme ni en pintura, no puedo forzar los sentimientos de otras personas.

—No, no puedes, Quinnie. Pero siempre puedes disculparte por tus errores.

—¿Cómo sabes que fueron mis errores? —espeto y arqueo mis cejas.

—¿No lo fueron? —me pregunta casi divertido.

Será...

—¿Quieres comer o no?

Me levanto del sofá. Dentro de la casa, la temperatura es agradable por lo que uso una simple camiseta de tirantes. Afuera está horrible. Si bien Navidad ya ha pasado y no debería quejarme luego de las temperaturas bajo cero de Nueva York, en Portland también hace frío.

Estoy por abrir el refrigerador cuando oigo la puerta principal abrirse. Volteo rápidamente y me dirijo al vestíbulo. No creo que haya salido papá, estaba en pijama... Eso significa que la única otra persona que tiene llave ha vuelto.

Se me ponen los pelos de punta cuando veo a Natalie entrar. Ella cierra la puerta y clava sus ojos en mi y eleva las cejas ligeramente sorprendida. Parte del trato con papá era que Natalie nunca sabría que estoy aquí. No la veo desde que vino a Miami para ordenar que me mude con Stella Van Lexer.

—¿Quinn? —inquiere ella.

Miro fugazmente a papá, con un odio que no tenía previsto. Seguro todo fue orquestado por él para que Natalie y yo arreglemos nuestros problemas.

—Eh, hola mamá —murmuro fijándome en la maleta que arrastra. Carraspeo para interrumpir el silencio incómodo. ¿Es que no piensa decirme nada? —. Decidí venir a visitarlos por el fin de semana.

The Last Heartbreaker (3) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora