Capítulo 1 • El perdón de Dios

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Esta mañana el instituto de salud de Seúl dio a conocer a través de diversos medios las indicaciones para evitar el contagio de influenza en estas fechas tan frías en el país. Hasta el momento, siete personas contagiadas han fallecido en... 

A pesar de los esfuerzos del equipo militar norteamericano, no se pudieron salvar al cien por ciento de los niños encerrados por c... 

Así es, las huelgas por el mal funcionamiento del gobierno y las evidencias reveladas sobre el mal uso del dinero en escuelas y hospitales, han empeorado toda la situación... 

El cocinero de la cafetería cambió el canal por cuarta vez. Un partido de fútbol apareció, regresó a las últimas noticias y dejó de lado el control. 

— Increíble, ¿no? — Bocifero Sungmin con asco, sin apartar la mirada de la mesa que se hallaba al centro de la cafetería.— El mundo cayéndose a pedazos y a Jessica sólo le importa que tan corta está su falda. 

Puso los ojos en blanco y regresó a comerse el insípido contenido del plato. Una risa burlona llegó a sus oídos cuando un segundo chico miró a ambos lados con la intención de contar algo realmente importante. 

— ¿Qué me dices de Choi? Llegó ayer en un Mustang de infarto, y hoy llegó en una Harley Davidson. — Donghae cerró el libro y se acomodó en el asiento de madera, dispuesto a oír la opinión de sus amigos recargó la mejilla sobre una de sus manos mientras la contraria pellizcaba un pedazo del pan que yacía sobre el plato de un tercer muchacho.

— Es niño de papá, así cualquiera. — Se quejó Sungmin.

— ¿Tu que opinas JongHoon? — Preguntó Donghae con entusiasmo, sacando a su amigo del ensimismamiento con el que observaba la televisión.

— Qué los americanos deberían dejar de meter la nariz en donde no los llaman. — JongHoon movió la cabeza, Sungmin y Hae intercambiaron miradas y se encogieron de hombros. Era tan común que ellos y JongHoon no estuvieran en el mismo canal que ya ni siquiera se sentían ofendidos o sorprendidos por su actitud tan ajena a la "diversión" que llevaban los otros por hablar de las vidas ajenas. 

Sungmin arrastró la silla más cerca de la mesa, por primera vez, JongHoon giró a verlo con interés. 

— Y hablando de meter. Ayer despidieron al profesor de Francés. 

Donghae soltó un jadeo, sorprendido por la flamante noticia. 

— ¿Por qué?

— Porque se estuvo acostando con el niño nuevo. 

— ¡No! 

— Sí. — Volvió a afirmar el chico. 

JongHoon, quién a pesar de sentirse sorprendido, no mostró alguna expresión que lo delatara. No hasta que una mujer mayor envuelta en hábito los sorprendió.

— ¿Qué tanto se cuchichean?— Cuestionó con la voz dura y firme con la que se caracterizaba. Los tres chicos tomaron sus cosas y agacharon la mirada.— A sus clases. 

La orden ni bien llegó a ser completada cuando se pusieron de pie rumbo al antiguo edificio dónde tomaban sus clases.

Kim JongHoon pasó las horas repitiendo verbos en Francés, oraciones en latín, oyendo conversaciones en inglés; aprendiendo a derivar, y finalmente, cantando villancicos en su taller de artes. 

No es que no quisiera involucrarse más en la "sociedad" estudiantil, era sólo qué existían muchos como Lee Donghae y Lee Sungmin, sí, muy buenos amigos suyos pero demasiado entrometidos. 

Diario de un Creyente (KyuSung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora