Capítulo 24 • Ayuda

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Jonghoon aspiró el aroma de las flores, la noche caía como un suave velo azul negruzco sobre el jardín, Kyuhyun deleitaba sus dedos entre el sedoso cabello del chico. 

Su mente divagaba en él, en su figura, su tierna sumisión. Se repetían una y otra vez las apasionantes imágenes de sus encuentros. Era el paraíso en una persona. 

Mirando a todas partes. 

— ¿Ocurre algo? — Preguntó al notarlo tan inquieto. 

Jonghoon se tensó. Había notado a Cho demasiado embobado en acariciarlo qué no creyó que lo vería observando todo con cuidado. 
Le sonrió al castaño, con ternura y negando. 

—  Todo está bien. ¿Podemos caminar un poco? 

Cho se puso inmediatamente de pie, extendiendo su mano en un caballeroso gesto. Jong se sonrojo. Nunca, nunca había pensado que alguien tuviera algún gesto de esos con él. Pero no podía respirar realidad en ese ambiente. ¿Cómo iba a mantener los pies en la tierra? La noche estrellada, el aroma del jardín, la mano de Kyu envolviendo la suya y la sonrisa que compartían. 

Respiró profundamente, el aroma de las flores lo llenó de una culposa paz interior.

¿Cómo podía andar así? Su familia debía estás buscándolo.
Tenía que volver.

Los halagos de Cho no quitaban su verdadero ser, sus sonrisas no devolverán el tiempo y su caballerosidad no reviviría a Donghae.

Siguió su paso, y con ello, su objetivo. 

Kyuhyun hablaba mucho últimamente. A Jonghoon, sin embargo, le importaba más poner su atención en los límites del lugar, o por lo menos, hasta donde sus ojos podían. Era un lugar muy grande, inmenso. ¿Cómo diablos iba a salir de ahí? 

Debía existir un lugar, un mínimo sitio donde no estuviera siendo vigilado por los guardias.  

— Intentaré ver algunos asuntos con esos tipos  y llegaré hasta pasado mañana.

Jong giró a verlo rápidamente. claro, seguramente el castaño habrá pensado en ese movimiento como un tierno gesto de sorpresa por parte del chico. Pero en realidad, era algo muy ajeno al sentimiento que creía Kyuhyun.
Jong sonrió débilmente.

— Ah, claro… — Asintió sonando casi como siempre. Temeroso, tímido. 

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Bonnie le dejó el desayuno sobre la cama de Cho a la mañana siguiente, Anoche no había ocurrido nada. Kyuhyun lo había llevado a dormir junto a él, y sencillamente a eso.
Por la mañana, el castaño ya se había ido. Dejándole una clara instrucción a todos, cuidar muy bien del chico.

Melo yacía a los pies de la cama, dejando a su amo acariciarle la cabeza. 

Qué dios me ayude. 

Jong salió del cuarto del castaño con su mascota entre los brazos. No había ningún guardia en el pasillo, y él no podía perder el tiempo.
Caminó hacia su propio cuarto para ducharse y cambiarse de ropa. Mientras Melo corría en pequeños círculos, JongHoon miró por la ventana.

Ese día estaba más silencioso que de costumbre. Ni siquiera se escuchaban los perros ladrando, los guardias hablando su complicado idioma. Incluso parecía que todo se había detenido.
Tres toques seguidos en la puerta alertaron brevemente a JongHoon. Bonnie pareció, con el semblante serio.
— Creo que… Tu y yo debemos hablar. 

•♦•♦•♦•

— Estarías arriesgando tu vida, niño. No puedes igualar la velocidad de las balas de esos hombres, no puedes superar la fuerza de los perros que te harán pedazos si te encuentran. Cho… Cho no tendría piedad si lo traicionas. — Expresó ella con la mirada preocupada. jonghoon tenía un horrible pesar en el corazón. no podía dormir bien, no podía comer ni pensar con la claridad que se debía.

— ¿Es traición querer mi libertad? ¿Es traición querer abrazar de nuevo a mi madre y a mi hermano? — “Estaba desesperado. reconocí en ese momento que estaba debatiendo mi cordura con las ideas y los sentimientos más estúpidos. Debía ignorar lo que mi corazón sintiera ante su sonrisa, sus labios o su tacto. Nada de eso me iba a regresar a casa. Ceder a Cho, sería alargar mi muerte, mi locura y mi estancia en el infierno”.

Su corazón estaba debilitándose poco a poco. Sin querer, por sus mejillas dos lágrimas resbalaron. Y a su paso, no pudo evitar dejar que aquel desesperado llanto fluyera.

— Cualquier paso en falso es traición para un hombre como Kyuhyun.— bonnie giró a otro sitio, el chico logró notar su voz temblorosa. — Por el estás aquí, sí. Pero estarías peor en otros sitios. ¿Y si te hubiera tocado vivir la agonía de tu amigo? ¿Y si hubieras llegado a un lugar en donde ni siquiera te hubiera dado tiempo de pensar? — La mujer se acercó al chico y lo abrazó con ternura. paseando su dedos por las hebras de su cabello en un acto de consuelo.— Parece una decisión difícil, JongHoon. Pero debes pensar mejor las cosas. 

— ¿Por qué es traición querer vivir?— Sollozó en el hombro ajeno.
Bonnie lo hizo levantar la mirada.

— No lo has entendido todavía.— Dijo mientras movía la cabeza. — Hombres cómo Kyuhyun son los que deciden la vida de todos en el mundo, todo el tiempo. Ellos forman todo a su conveniencia, la sociedad, los trabajos, las reglas que seguimos.Jong, no intentes ir contra eso. — Bonnie dio la media vuelta, dispuesta retirarse. Pero Kim no quería ceder ante cualquier cosa. Lo sabía, sabía que Kyuhyun era mucho más que la ley y todo lo que el hombre normal considerase poder. Pero tenía muy poco tiempo para convencer a Bonnie, de buscar una salida y posteriormente, con más calma, planear una forma de irse. Se iría, claro que lo haría. y probablemente Cho lo buscaría para matarlo, pero era intentarlo solamente, intentar, aunque fuera, despedirse bien de su familia.

— Ayúdame, Bonnie. Por favor. — “Sí. rogando ayuda. La misma que había rogado cuando desperté en aquel sitio, la misma que imploraba bajo sus manos”.

— Mi ayuda no te serviría, muchacho. — Expresó Bonnie con una mirada melancólica. — Si de verdad quieres tomar ese riesgo, busca a alguien que conozca mejor todos estos terrenos.

Dicho aquello, Bonnie se retiró.
La luz que llegó a mente de jonghoon lo hizo comprender todo. Si Bonnie conociera todo, probablemente habría intentado huir. 

Los guardias de Cho.

•♦•♦•♦•

Abrió la puerta despacio, miró a ambos lados, pero no parecía haber alguien cerca.
— Esperemos que no nos peguen un tiro. — Le dijo a la pequeña cachorrita mientras salía. 

De verdad parecía aquello una mansión abandonada.
La sala estaba vacía, no se oía nada, o eso creyó hasta que el sonido de un cartucho viajó desde la cocina hasta dónde él se hallaba.

Melo pareció asustada, Jong respiro hondo y se preparó para cualquier cosa. Caminó hacia la cocina, empujó suavemente la puerta y ahí, encontró al mismo chico de cabello oscuro y barba. Se había portado amable con él la última vez, si lo lograba, eso sería de mucha ayuda.
Melo pegó un pequeño ladrido, el muchacho se sobresaltó y el arma cayó de su mano.

— Hoy no pude haber invitación a que Cho te pegue un tiro.

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Llegué... ¿Me extrañaron?

Diario de un Creyente (KyuSung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora