Manuel tenía trece años la primera vez que lo vio.
Era una noche de primavera, después de un largo día, estaba bastante agotado y quería dormir. Lo vio aquella noche, en su sueño.
Todo era totalmente negro, sin nada alrededor. Caminó descalzo durante un rato, hasta que a lo lejos ve algo que no logra identificar. Corre hacia él y entonces lo logra ver mejor y se detiene. Ahí estaba, sentado, observándolo con calma, entonces se levanta y avanza hacia donde estaba Manuel.
Era un lobo gris, que se acercaba hasta estar casi a un metro de Manuel. No era un lobo común, era más grande de lo normal, a Manuel le llegaba hasta el pecho. El lobo lo mira unos segundos y se sienta otra vez, Manuel lo imita.
-Hola, Manu.- saluda el lobo. -Es bueno poder hablarte.
-¿Quién eres?- pregunta confundido.
-Me llamo Alex. Soy tu lobo interior. Desde ahora estaré contigo por el resto de tu vida... Aunque siempre lo he estado.
-¿Por qué no podía verte?
-Porque aún no era momento, pero ya creciste y ya estás listo para que yo me presente.
-¿Significa que me dirás qué soy?
-Exacto, eres un omega. Somos omegas.- Manuel lo sospechaba desde un principio, pero aun así, temía la respuesta.
-¿No hay una forma de cambiarlo?
-Yo siempre fui tu lobo, sólo que ahora me presento. Tu siempre fuiste omega, sólo que ahora es tu presentación de casta. No lo puedes cambiar.- Manuel suspira -Sé que en tu situación es difícil ser un omega, lo he visto. Es lo que toca, pero no estarás solo. Siempre estaré en ti.
-¿Y qué pasará después de esto?
-Dentro de unos días, tendrás tu primer celo, así que tendrás que estar preparado, durante esos días serás un poco más sensible a mis instintos. También debes saber que no siempre seré como soy ahora. Habrán momentos en los que seré un lobo que no puede pensar racionalmente. Hay maneras de controlarlo, pero eso ya lo sabes.- Manuel piensa un momento.
-Eres un lobo grande.
-Los alfas lo son más.- Mueve la cola. -Ya es momento de que me vaya.- dice levantándose y acercándose a Manuel. -Te va a gustar ser omega, a pesar de todo.- dice para luego lamer la mejilla del niño, luego se aleja.
-Alex...- dice Manuel después de unos segundos, el lobo se voltea a verlo. -Me gustó conocerte.- el lobo inclina la cabeza agradecido, luego mira hacia arriba y aúlla.
Manuel se despierta. Ya había salido el sol y se escuchaban aves piando a través de la ventana. Se levanta y camina hacia la cocina, donde su madre prepara el desayuno.
-Hola, mamá.- dice él, acercándose.
-Hola, Manu.- camina hacia él y le da un beso en la cabeza, pero hay algo raro, ella lo sabe. Se detiene y le huele el cabello más detenidamente. -¿Manuel?- en ese momento, Antonio irrumpe en la cocina.
-¿Qué es eso?- él también lo notó. Frunce el ceño y se acerca hasta dónde están ellos.
Primero mira a Rayen, luego voltea a ver a Manuel. A este último, después de unos segundos, le toma de un brazo y lo atrae bruscamente hacia él. Acerca el brazo hacia su cara, luego gruñe. Lo suelta fuertemente, tanto que a Manuel le duele.
-Omega.- es lo único que dice, y luego se va enojado.
Rayen observa a su hijo durante varios segundos, abre la boca, pero no sabe que decir, pero el menor le hace el favor.
-Anoche se presentó mi lobo.- dijo, confirmando las sospechas de la mujer. -Soy un omega.
Durante ese día, notó que su olfato había cambiado, podía percibir aromas que antes no estaban ahí. Después de un tiempo podría distinguir por ese sentido a un omega de un alfa e incluso si alguien era un beta. También, se daría cuenta de que hasta su gusto en la comida cambiaría.
Pero no todo sería tan bueno, y Manuel lo sabía. Desde que supo que su hijo era un omega, Antonio ha sido más agresivo con él, le obligaba a hacer más tareas de la casa que antes y no lo dejaba salir.
-No entiendo por qué te volviste así conmigo, se supone que ahora soy mayor y deberías dejarme salir más que antes.
-¡Escúchame!, ¡¡no quiero que andes de zorrito por ahí con cualquiera y luego llegues preñado como perro por andar abriendo las piernas!!, ¡¡así que te quedas aquí encerrado y que no se te ocurra volverme a cuestionar!!, ¡¿quedó claro?!- lo gritó tan fuerte y tan de golpe, que a Manuel se le encogió el corazón y se le hizo un nudo en la garganta. Manuel juró oír la voz de su lobo cuando le gritó, se veía aterrador. -¡¡pregunté si quedó claro!!- volvió a gritar, dejándolo sordo durante unos segundos.
-S-sí, papá.- dijo, luego Antonio se voltea y se va, maldiciendo.
Una vez desaparece de la vista, Manuel cae de rodillas y llora. Jamás le había tenido tanto miedo a su padre, y las cosas que le había dicho le dolían. Sentía que el pecho le apretaba, y le estaba costando respirar, su madre corre hacía él y con dificultad, lo ayuda a levantarse y llevarlo a su cama. Manuel seguía llorando y su respiración era muy corta, estaba desesperado.
-Calma, calma, es una crisis de pánico, no es nada, estarás bien...- le decía ella mientras lo abrazaba. -Tranquilo, yo estoy aquí...- siguió consolándolo, hasta que se tranquilizó.
-Nunca me había hablado así.- susurra entre sollozos.
-No debiste responderle, no lo vuelvas a hacer.
-Pero él jamás había sido así conmigo, nunca ha sido amigable, pero esta vez...
-Es nuestro alfa, así debe ser él. Así nos protege.
Estaba frustrado, aún no llegaba ni a su tercer celo y su padre lo trataba así, y no quería imaginar cómo sería por el resto del tiempo que le quede viviendo con él. Aunque con el tiempo, se fue acostumbrando a no salir y a hacer más tareas de lo normal. Esto último, lo pudo superar más rápido gracias a Tiare, que al notar el cambio después de su presentación de casta, lo ayudaba haciendo casi la misma cantidad que él, además de forma de protesta en contra de su padre.
También se fue a acostumbrando a vivir sin el poco cariño que le tenía antes su padre. Aprendió decirle que sí a todo a menos que quisiera escuchar un no, y sobre todo, nunca más le volvió a responder, aunque todo eso fuera más por miedo que por otra cosa.
A partir de ese día fue que Rayen empezó tratar de meterle en la cabeza que los omegas son propiedad de los alfas, y que su objetivo era cuidar la casa y a las crías.
Manuel sentía a Alex, en especial en momentos de extrema felicidad, tristeza, ira y miedo. A veces se echaba boca arriba en su cama, y le decía en voz alta que ojalá tuviera razón, y que en algún momento le gustara ser omega.
Alex no se equivocaba, pues no todo era malo. Con el tiempo, conoció a Vene, su mejor amiga, al igual que él, una omega. También, empezó a sentir gran atracción hacia los alfas, pensaba en que lo bueno de ser omega, es que le gustaban los alfas. Por otro lado, a veces pensaba en que ser alfa no era tan genial, eran más animales y muchas veces más tontos. Además que de todos modos, era mejor siendo omega de lo que sería siendo alfa.
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Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ Omegaverse
FanfictionSu madre siempre le había dicho que los omegas existían con el único propósito de servir a sus alfas y cuidar a sus crías, pues ellos eran el sostén de la familia y quienes se aseguraban de que tuvieran comida y techo. Manuel temía que eso fuera ver...