El lobo que intimida

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Manuel camina a paso rápido, hasta llegar a la estación de buses, y entra.

Mira inseguro hacia su alrededor, y se acerca a un tablón donde daba la información sobre los viajes programados para ese día. Necesitaba ir más o menos lejos, y tiene que ser lo más barato que pueda. Echa un ojo durante un rato, hasta que se queda mirando un viaje en específico.

Era un viaje de seis horas... y salía dentro de una y media... además, era un buen precio. Así que se acerca al cajero para pagar.

-Hola, buenas. ¿Le queda sitio en este?- y le apuntó con un dedo el viaje.

-Déjame ver.- el tipo echa un ojo en la computadora y voltea a verlo otra vez. -Tienes suerte, sí me queda un puesto.

-Bien.- saca los billetes, recibe el boleto y se va.

Tendría que esperar una hora y media... agradecía haber previsto eso. Pues de haber salido a la hora del colegio, no habría alcanzado a llegar y comprar el boleto, además de que Vene se daría cuenta cuando no caminara en dirección a su casa. Si todo sale como planea, para cuando su amiga lea la nota ya será demasiado tarde, y no le dará tiempo para buscarlo.

Así que sentado, con la mochila en las piernas, esperó...

Cuando ya faltaban veinte minutos para que el bus saliera, la gente ya estaba empezando a guardar sus maletas en él y acomodarse en sus asientos. El moreno no encontró el sentido de quedarse ahí, así que caminó hacia el bus y entró en él.

Miró su boleto para buscar su lugar. Se supone que iba al lado del pasillo, pero al mirar, había un hombre de unos cuarenta y cinco o cincuenta años allí.

-Disculpe... creo que ese es mi asiento.

-Oh perdona, ¿no te importa sentarte cerca de la ventana?- El chico lo mira unos segundos, confuso, luego habla rápidamente.

-No, no... está bien.- y se sienta. El tipo era un alfa. Se veía algo desarreglado, no parecía ir con nadie.

-¿Viajas solo?- pregunta después de un rato, para sorpresa de Manuel.

-¿Y-yo?

-Pues sí.

-Ehhhmmm... sí.- dice tratando de no mirarlo.

-¿No eres algo menor?- se extrañaba que le siguiera hablando. Y no sabía qué responderle.

-Yo... ya... he viajado solo.

-Ah, ¿sí?

-Ajá.- miraba hacia fuera de la ventana, y rogaba para que le dejara de hablar. Estaba avergonzado.

En su mente, calculaba más o menos la hora. Vene y Martín ya debieron haber salido del colegio.

-Yo volveré a casa. Me espera mi familia allá.- dijo el hombre después de un rato de silencio. ¿Qué me dices tú?- piensa unos segundos.

-Igual... está mi tía...

-Es bastante descarado de tu parte mentir así...- Manuel no dice nada y se sonroja aún más avergonzado e intimidado. -Estás en problemas, ¿eh?- en un momento, él y el hombre miran como se asoma el chofer, y les habla a todos.

-Discúlpenme todos, temo informarles que una señora tuvo problemas con su boleto y su equipaje, por lo que tendremos un retraso.- Manuel abre ligeramente la boca, preocupado.

-¿Cuánto cree que tarden?- se escucha una mujer de por atrás.

-Unos... treinta o cuarenta minutos.- se escuchan reclamos.

El moreno estaba aún más preocupado. No había previsto un retraso así. Si hasta unos minutos, todo iba bien dentro de lo que cabía.

Se mordía las uñas, y esperaba a que le diera tiempo de irse.

-Bueno... podría ser peor...- dice el hombre que ya empezaba a hartarlo.

Pasaba el rato, y Manuel parecía cada vez más nervioso.

-¿Estás bien?- pregunta el otro, después de darse cuenta.

-Sólo necesito irme rápido.- dice removiéndose. Sin dejar de mirar hacia afuera.

-Relájate, chico. No se tardarán tanto.- en ese momento, Manuel siente como algo se posa en su muslo, y al mirar, ve la mano de aquel hombre. Empieza a sentirse aún más incómodo, y siente como empieza a sudar.

Al instante, comienza a juntar ambas piernas para moverlas hacia el lado contrario de donde estaba el hombre, sin atreverse a decir nada o de él mismo quitarse su mano de encima, y esperando a que con ese movimiento el otro entendiese de que estaba incómodo para que sacase su mano, pero en vez de eso, se acercó más y comenzó a acariciarle la pierna.

Miró de reojo su mano, estaba asqueado pero no sabía qué hacer. Tenía miedo de decirle o hacerle algo, temía que el alfa pudiera enfadarse y ponerse agresivo en el caso de que intentara algo. A la vez, empezaba a sentirse decepcionado por lo que creía que eran y significaban los alfas, ¿en serio sólo pensaban en "eso" y en aprovecharse de los omegas? Eso era malo.

-Ven aquí, hablemos mientras esperamos.- dijo él después de un rato, acercándose poco a poco.

Manuel quería decir algo, pero no le salían palabras, estaba intimidado, y sin darse cuenta, rogaba porque algo ocurriera, y que lo sacara de esa situación, rogaba por que algo lo salvara.

-Hey, mírame.- el moreno trató de ignorarlo, pero empezaba a temblar ante la insistencia. -Dije que me mires.- pero a veces es difícil para un omega desobedecer las órdenes de un alfa. Y lo mira a los ojos. -Eso es, buen chico.- dice el hombre al momento en que comienza a subir más su mano por la pierna del omega y con la otra empieza a acariciarle un lado de su cara.

Tenía un olor extraño, combinado con alcohol y tabaco. A lo único que pudo reaccionar es a ponerse de espaldas a la pared y sujetarle la mano de abajo, en un intento para que la sacara de ahí.

Se preguntaba... "¿Nadie en toda esa mierda de bus se daba cuenta de lo que estaba pasando?" "O si se daban cuenta, ¿Por qué nadie hacía nada?".

Estaba fuera de sí, demasiado intimidado, y su cuerpo estaba paralizado. No reaccionó hasta que sintió algo en su pecho, que hizo que su piel se erizara y que sus pupilas se contrajeran.

Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora