La sonrisa del lobo

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Manuel ve cómo su madre sale de la cocina con dos tazas. Se acerca a ellos y les entrega una a cada una, y ambos sintieron el rico aroma a chocolate caliente.

—Gracias.— dicen al mismo tiempo, un poco extrañados por el gesto. Ella se sienta junto a ellos.

El omega nota algo extraño en Rayen, pero no era una sensación del todo desagradable. Se impresiona cuando ella dirige su mirada directamente a Martín.

—Quisiera hablar con tus padres.— esas palabras tomaron por sorpresa al alfa, quien no sabía exactamente qué contestar.

—Ehm... sí... les diré en cuanto llegue.— si bien es una omega hablándole a un alfa, el chico no pudo evitar sentirse intimidado, sentimiento que no pasó desapercibido a Manuel.

—¿Pasó algo?— pregunta.

—No es nada malo, sólo algo que quería conversar con ellos.— ambos asienten, y la mujer se levanta y se va, dejándolos algo nerviosos.

—Si lo dijo así, creo que todo estará bien.— dice el omega, más para él que para el rubio, mientras bebe un sorbo de chocolate.

—Sí, eso espero.— lo imita.

🐾

Otra vez, la oscuridad a la que ya estaba acostumbrado. Sólo en ese momento fue cuando Manuel recordó el sueño que había tenido unas noches atrás, sin poder explicarse el significado dentro de aquel cuerpo en el que había estado atrapado, de ese chico pálido y peligris.

Se vio sus manos y tocó su cuerpo... no, no era aquel chico, esta vez era él mismo. Giró y levantó la mirada, viendo si se encontraba Alex por allí cerca, pero no vio nada. Entonces empezó a escuchar algo: un gruñido.

Un gruñido lejano, que cada vez se volvía más fuerte. Miró hacia todas partes, pero no había nada... comenzó a retroceder, hasta que sintió cómo chocaba con algo, y escuchó el gruñido justo detrás de la oreja, y salta anta el impacto. Era... ¿Martín? Estaba mirando hacia el frente, hacia la nada.

No lo entendía, parecía enojado... y a la vez asustado. Tenía la piel aún más pálida que de costumbre.

—¿Martín?— movió su hombro para intentar de hacerlo reaccionar, pero no funcionaba; seguía gruñendo. Asustado, se puso frente a él y lo miró a la cara. —Martín, que te... ¡¿Qué?!— levanta ambas manos y le sostiene la cara. —¡¡¿Qué tienes en los ojos?!!— sus pupilas se veían muy contraídas, pero había algo más, que fue lo que le llamó la atención al omega.

Sus ojos... habían cambiado de color, ya no eran intensos ojos esmeralda, eran más bien de color castaño... y ahora que veía, sus colmillos estaban sólo un poco más grandes. No más largos, ni más puntiagudos. Pero más grandes. Habían crecido lo suficiente como para que alguien que mirara de cerca se diera cuenta.

—¡¡REACCIONA!!— dijo asustado, moviendo su cara.

—Hey, Manu.— escuchó a penas desde alguna parte. —Yujuuu.— despierta con la respiración acelerada, cara a cara con Martín. Seguía asustado. Se fijó en sus ojos, esta vez de su normal color esmeralda, y suspiró cerrando los ojos de nuevo.

—Casi haces que me dé un infarto.— dice tapándose de la luz del día con una mano.

—Oh, perdón. Es sólo que sentí algo extraño... supongo que fue una pesadilla o algo porque estabas haciendo ruidos y moviéndote un poco, así que te desperté.— el moreno se endereza, se sienta en su cama y bosteza.

Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora