Culpa de lobo

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La situación en la que estaba era muy complicada, y todo lo que había pasado respecto a Martín era un error, y después de ese día, Manuel había tenido momentos en los que moría de dolor, lo sentía por todas partes, en especial en las noches, que en ocasiones había tenido que morder la almohada para no gritar. Martín le había causado mucho daño, y estaba decidido a actuar.

Era viernes y Manuel no se había levantado para ir al colegio, ya habían pasado quince minutos desde la hora en la que se supone que despertaría, y a Rayen ese detalle no le pasó desapercibido.

-Manu, ¿estás bien?- dijo entrando a su cuarto.

-Preferiría quedarme esta vez, no he dejado de sentirme mal.- dijo acomodándose para verla mejor.

-¿Seguro que no quieres que te lleve al médico?

-No es nada, no importa.- sonríe.

-Está bien, pero si sigues así ya no te vas a salvar.- le tira un beso y se va.

Tiare se fue al colegio sola, y poco después volvió Rayen para decirle que se quedaría solo, pues ella y su padre saldrían unas horas. Él aceptó.

Pero en realidad, él ya lo sabía, de hace varios días. Sabía que se quedaría solo y ese era parte de su plan.

Cuando ya había pasado una media hora de que se habían ido, una vez seguro, el chico se levanta y camina rápidamente hacia el cuarto de sus padres. Se acerca a los cajones de ropa de su madre y empieza a buscar en el fondo de todo.

Tarda unos segundos hasta encontrar lo que quería, saca las pastillas y se dirige al baño. Cierra la puerta con seguro y se mira en el espejo.

-Lo hago por él.- trató de convencerse. -No puede vivir así.

El bebé no lo merecía. Era un error de dos adolescentes que terminaría pagando él. No podía tenerlo, su familia no tenía dinero para hacerse cargo de él, si es que Antonio no lo mataba antes de dar a luz.

Y el médico... Y que su padre no estaría...

Porque aunque lo amaba, no quería volver a verlo, quería olvidarlo.

-Lo hago por ti, lobito.

Con los ojos llorosos, llena un vaso de agua y saca varias de las pastillas anticonceptivas, que le había encontrado escondidas a su madre tiempo atrás.

-No es tu culpa.

Sin pensarlo dos veces, se echa las pastillas en la boca y bebe el agua. Suspira y se sienta en la taza del baño.

Respira...

Respira...

Respira...

Se levanta, a la velocidad de la luz, abre la tapa y se arrodilla, introduce dos dedos en su boca lo más profundo posible y vomita, arrepentido. Se asegura de vomitarlo todo, luego llora.

-¡No puedo!- se sienta en el suelo y abraza sus rodillas. -¡Perdóname, perdóname, perdóname...!- no paró de repetir hasta que ya se había calmado un poco. -Perdóname...- dice esta vez susurrando. -No volveré a intentarlo.- sus lágrimas no dejaban de salir.

Estaba arrepentido, se sentía culpable por intentar quitarle la vida al feto que yacía dentro de él hacía casi dos meses.

Tira la cadena, va a su cuarto y se sienta en su cama. Se acarició el vientre, y esta vez sonrió al darse cuenta de que en realidad, lo que tenía dentro, era un milagro que no había tenido el valor de ver.

-¡Hola!- sorbeteó su nariz -Hola, bebé. Vas a nacer... ¡Sí!...- por primera vez, estaba emocionado y feliz por la idea de tener un hijo o una hija. -Me llamo Manu... Pero dime pami, ¿bueno?

Pero, seguían estando los problemas, debía pensar qué iba a hacer, necesitaba ayuda.

Ese fin de semana, el chico se fue haciendo la idea de que tendría un hijo, incluso, se dio cuenta de que su apetito había aumentado, pues cada vez debía comer más para estar realmente satisfecho.

Planeaba en su mente cómo es que le iba a decir a Vene todo lo que había ocurrido, ella probablemente, querría matar varias veces a Martín después de que le acabara de contar todo, y pensando en ese riesgo, llegó el día en que le rebelaría a su amiga su secreto.

-¿Dónde estuviste el otro día? ¿Qué te pasó?- empezó a preguntar después de que se hayan saludado en la entrada.

-Mira, es demasiado largo y complicado... Te voy a contar, pero después.- añadió después de ver que la chica estaba a punto de protestar.

Ambos estuvieron impacientes esa clase, y las próximas... Pero Manuel necesitaba tiempo, y esperó hasta el recreo largo para explicarle todo.

Caminaron hasta el fondo del patio, para que nadie los molestara, mientras Manuel planeaba cómo iba a contarle todo.

-¿Y bueno?- preguntó ella.

No había sido sincero con su amiga en ese tiempo, siendo que ella era la que más se preocupaba por su bienestar, sin jamás pedir nada a cambio. Le había ocultado cosas y se sentía mal por todo.

Así que empezó contándole lo de los vomitos nocturnos, que cada vez eran más constantes, le contó lo de la prueba de embarazo, la agresividad de su padre cuando llegó a casa, la discusión con Martín, el ataque de pánico, los dolores inexplicables, la decisión de abortar y de que se había arrepentido.

Ella escuchó atentamente a todo lo que acababan de decirle, estaba en shock, tomó unos segundos para procesarlo todo, y procedió a abrazar a su amigo.

-Ay, Manuel... Lo siento tanto. En serio.- dijo con tristeza.

-No lo sientas, ya estoy pensando en nombres...- trataba de hacer que no se sintiera mal.

-¿Estás seguro de que lo quieres tener?

-Sí, lo he estado pensando. Pero necesito ayuda.- aunque ni él sabe cómo lo pueden ayudar.

-¿Qué harás? ¿Cómo vendrás al colegio? ¿Y qué harás con un niño después?- no lo había pensado.

-No lo sé, pero ya se me ocurrirá algo.

-Debes decirle a Martín.

-No, no, no... Definitivamente no.- niega con la cabeza.

-¡Es su padre!

-Es MI hijo, sólo mío.- dijo molesto.

-Él te puede ayudar. Es un idiota por lo que te dijo, pero es tu única opción.

🐾

Se removía en su cama, otra vez con dolor, era demasiado, hasta que en un punto, donde su cuerpo no pudo más, se desmayó.

Todo era oscuro, comenzó a caminar, mientras pensaba.

-No puedo confiar en él, no después de todo lo que ha pasado. Es mi hijo... mío. No necesito su ayuda.

-¿No entiendes lo que está pasando?- esa voz era familiar, volteó hacia atrás, y vio al lobo acercándose.

-¡Alex!

Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora