Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ Omegaverse

Un lobo débil

La atmósfera se había tensado un poco, y todos lo notaban.

—Hey, Tiare, ¿no quieres ir al cuarto de Martín?— propone la beta.

—Es mejor.— dice Rayen mirándola. La chica entiende, aunque estaba disgustada.

—Puedes usar mi consola.— agrega Martín con una sonrisa, tratando de ayudar. — Sólo debes conectarla y...

—Entiendo, ¡gracias!— dice emocionada y va, luego cierra la puerta. Los que quedan en la mesa se miran.

—Mi esposo y yo teníamos planes para él, y digamos que con todo este asunto, esos planes fueron estropeados. Dijimos que lo cuidaría durante el embarazo, pero en cuanto llegue su padre, él decidirá lo que ocurrirá a continuación. Él tendrá la última palabra y se hará lo que él diga.— todos escucharon bien atentos a lo que dijo.

—¿Eso qué quiere decir exactamente?— pregunta de manera serena la otra mujer.

—Que si él quiere que el niño o niña se aborte, se abortará, si quiere que el lazo se rompa, se romperá.— la madre de Martín asiente tranquila, y los chicos observan todo movimiento.

—Sin querer faltarte al respeto, ni contradecirte, Rayen... porque sabemos que es tu hijo aquí quién tiene a alguien creciendo dentro de él, ¿pero qué harás si él no quiere? Tengo entendido que ambos están de acuerdo con asumir todas las responsabilidades que lleva este asunto.— dice mirando a los menores, y ellos asienten.

—No es tema de que si él quiere o no, es lo que ordene su padre. Él nos cuida, él nos da comida, él nos da techo, él les da educación, entonces él manda, él decidirá por todos nosotros.— Manuel aprieta los puños con impotencia.

—Disculpe...— habla Martín. —Lo mismo que mi madre, sin contradecirle ni faltarle al respeto, pero es mi hijo también, creo que...

—Eso lo entiendo...— dice Rayen tratando de que comprenda. —... pero no eres tú quién dará a luz, ni quién no podrá asistir al colegio, ni el que está por sufrir todos esos cambios que vienen. Mi familia es distinta a la tuya, seguimos principios diferentes, y en nuestra familia las cosas son así.— el chico asiente, también frustrado. —No quiero que me malinterpreten...— añade. —Parecen ser una buena familia, y me he llevado una muy buena impresión...— dice mirando alternativamente a los otros dos adultos. —... creo que te juzgué mal a ti en especial, los he estado viendo.— los chicos intercambian mirada. —... he de admitir que esa escena que hicieron después de que volvieras de donde Marcos fue bastante adorable.— ambos se ponen mega colorados, pero sin apartarle la vista, dejando confusos a los padres de Martín. —... hasta que llegue mi esposo, aceptaré que estén juntos, que se visiten, que salgan y esas cosas...— ambos sienten una corriente de alegría por su cuerpo. —... pero ya he dicho, una vez llegue Antonio, se hará lo que él diga.— para sorpresa de Manuel, y del resto,
Martín sonríe y se levanta.

—¡Muchas gracias!, estoy muy feliz con eso.— Manuel lo mira, sin saber por qué está tan seguro, pero luego voltea a su mamá y asiente con una pequeña sonrisa.

—Pues es un hecho.— dice el alfa mayor. —Estamos de acuerdo con eso.— dice mirando a su esposa, que asiente. —Y ya que más o menos formalizamos todo esto, Manuel es bienvenido en nuestra casa, y ustedes también.— dice mirando a Rayen. Luego levanta la copa de vino, las mujeres lo imitan y las chocan como si firmaran un contrato. Ambos jóvenes por debajo de la mesa, se toman las manos y las aprietan con fuerza.

—Y ya que estamos, no duden en hablarme para cualquier cosa respecto al embarazo, ya que dijiste que lo cuidarías hasta que llegara tu esposo.— añadió mirando a Rayen. —Soy matrona, así que no lo duden.— dice mirando a ambos o omegas, luego voltea especialmente a Manuel. —Por cierto, ¿como cuantos meses llevas ya?— Manuel piensa un momento.

—Como cinco meses.

—¡¿CINCO YA?!— grita la mujer asustando a todos, luego se levanta, le toma la mano y tira de ella, haciendo que el chico se levante. —¿No has ido al médico o algo? ¿No te has revisado?— el chico niega con la cabeza. —Permiso.— dice al resto. —acompáñame, Rayen, ven también.— dice guiándolo a su cuarto y dejando a los alfas plantados.

El chico se sienta en la cama junto a su madre, mientras la otra mujer camina de aquí para allá, primero trayendo una pesa, luego una cinta para medir.

—Quítate los zapatos.— el chico obedece, luego se levanta y se deja medir. Luego camina hacia la pesa mientras la mujer pensaba y veía la máquina. —¿Puedes levantarte la ropa?— Manuel mira a su mama, y obedece otra vez, dudando un poco. La mujer lo mira con los ojos abiertos. —Estás muy delgado.— luego le muestra su brazo. — Apriétalo lo más fuerte que puedas con tu mano.— el chico hace lo que ella dice. —También estás débil.

—¿Que significa eso?— ella no le contesta.

—¿Puedo palparte?— el chico asiente, y ella pasa su mano por el vientre, puede sentir al bebé. —¿Lo has sentido moverse?

—Creo que no.— dice preocupado. La beta mira a la omega.

—Está algo desnutrido, necesita comer más. Además no tiene fuerza, ya me parecía que esté un poco carente de energía. Además me preocupa que no haya sentido movimiento a esta altura. Es mejor que no vuelva al colegio.— Madre e hijo se miran, sin saber qué decir. —Es lo mejor, que descanse en casa desde antes de lo que es normal.— los otros dos asienten. —Y déjame mirarte la marca del cuello.— Manuel lo estira y ella lo observa detenidamente. —Está bien... bastante bien.

Los tres salen del cuarto y caminan a la mesa de nuevo.

—¿Qué pasó?— preguntó Martín.

—Ya te contará.— responde su madre, señalando a Manuel. —Par de noviecitos, ¿por qué no salen a caminar un rato y nos dejan entre adultos? No vayan tan lejos.— los chicos asienten, y minutos después estaban saliendo de la casa.

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