Eliot, el lobo

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Se besaban, tan desesperadamente, como si se les fuera a acabar el tiempo, como si fuera su única oportunidad. Eran felices, como nunca lo habían sido, sonreían mientras se rozaban sus abdómenes, se decían cosas que eran interrumpidas con más besos. El alfa agacha su cabeza, hasta el oído del omega que tenía bajo él, le dijo algo, y luego agachó la cabeza aún más y atacó al cuello del menor. Todo se oscureció.

Todo era negro, y Alex corría, a pesar de que no se veía nada, él sabía hacia dónde ir. Entonces se detiene, allí está, era otro lobo. Aquel lobo corre a encontrarse con él. Éste, a diferencia de Alex, era marrón, y era una cabeza más grande que él.

Se llamaba Eliot, Alex lo sabía aunque no se lo hubiera dicho, lo supo en cuanto lo vio. Ambos lobos se miran, luego se huelen. Ambos estaban más felices que nunca por conocerse al fin.

Los lobos empezaron a jugar, como dos cachorros, se perseguían el uno al otro, luego se juntan, se echan apoyados el uno en el otro, y se quedan ahí un largo rato, a veces se lamían. Ambos sentían que sabían todo del otro aunque no se hubieran dicho nada, así funciona el lazo.

Manuel despierta. Otra vez está sudado y con mareos. Se levanta y corre al baño. Vomita, por más que intentó pasar desapercibido, Rayen lo escucha y va hacia dónde está él.

-¿Otra vez?

-Sí, perdón por despertarte.- dijo mientras le echaba pasta de dientes a su cepillo.

-Ya estaba despierta. ¿No quieres que te lleve al médico?

-No, estoy bien. Probablemente me haya comido algo podrido o tenga un virus.- aunque a él también le parecía extraño.

-Entonces aunque sea mañana, quédate aquí y no vayas al colegio.

-Yo... Tengo examen, y no puedo faltar.- Rayen sabía que mentía, pero si tanto quería ir al colegio, era por algo.

-Bueno, pero no vayas por ahí comiendo cualquier cosa, y mañana te hago una agüita.- Manuel asiente, le da un beso y se va a su cuarto.

Una vez en su cama, se pone a pensar. No... No puede ser.  Se mira el abdomen, primero de arriba, y luego de lado, todo normal. 

-Idiota.

Se acomoda de lado para dormir, y ve el reloj. Otra vez son las cuatro de la mañana. Recuerda el sueño que tuvo. Aquel lobo... Era de Martín... Alex tenía razón, los alfas son aún más grandes.

Manuel, desde la ultima vez que había vomitado, había usado un pijama con cuello alto, pues esa vez había sido una suerte que su madre no se hubiera dado cuenta, y sabía que no siempre tendría la misma.

Se toca la mordida, se preguntaba si Martín habría soñado lo mismo, aunque cada vez estaba más convencido de que no lo era del todo un sueño. Su lobo lloró, entonces supo que Martín estaba como él, se sentían.

-Eliot.- susurra.

En otro barrio no muy lejos de ahí, Martín se encontraba en su cama, después de aquella visión, se había despertado de golpe, y ahora estaba sentado, mirando por la ventana.

Sentía preocupación, pero ni él sabía por qué. Sentía que algo pasaba. Pensó en Manuel, ¿estará bien?, recordó el sueño de ambos lobos, luego sintió como el suyo estaba inquieto.

Se echó de nuevo para intentar dormir,  pero su lobo no lo dejaba, sentía como se quejaba. 

Se levantó para ir al colegio sin haber dormido nada después de eso, pero no le importaba, no tenía sueño, necesitaba ver a Manuel, necesitaba asegurarse de que no le pasaba nada y era él el que estaba maniático.

Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora