Leyendas de lobo

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Sentían el sudor corriendo por sus cuerpos desnudos, ambos se sentían en el cielo, entregados el uno para el otro, jamás habían sentido esa cercanía con otra persona, jamás se habían sentido parte del cuerpo y alma de otra persona. 

Se besaban, tan desesperadamente, como si se les fuera a acabar el tiempo, como si fuera su única oportunidad. Se tocaban con una pasión que nunca habían sentido, estaban volando. A pesar de no estar totalmente consientes, sabían que se amaban, esa clase de amor que se tienen dos personas tan inexplicable, pero tan real, a pesar que antes de esa noche nunca ninguno había mostrado sus sentimientos al otro.

Eran felices, como nunca lo habían sido, sonreían mientras se rozaban sus abdómenes, se decían cosas que eran interrumpidas con más besos. A pesar de todo, en algún momento debía terminar, en el mejor momento, cuando ambos acababan de tocar las estrellas. El alfa agachaba su cabeza, hasta el oído del omega que tenía bajo él, le dijo algo, y luego agachó la cabeza aún más y atacó al cuello del menor. Todo se oscureció.

Manuel despertó bruscamente, tenía la respiración agitada y estaba empapado de sudor, le dolía la cabeza y se sentía mareado, trató de quedarse quieto en su cama para que se le pasase, pero momentos después estaba corriendo hacia el baño y vomitando en el retrete.

Devolvió la cena un par de veces más, y cuando volvía a la cama, Rayen se asomaba por su cuarto.

-¿Estás bien, hijo?

-Sí, sólo desperté un poco mareado.- ella le toca la frente con la palma de su mano.

-Tienes fiebre.-

Era madrugada de domingo, una semana después de el cumpleaños de Martín, el cual, no había vuelto a clases después del incidente del lunes. A pesar de la hora, Rayen se dedicó a ayudarle a Manuel a cambiar las sabanas mojadas con sudor, luego le dio un medicamento para la fiebre, le dio un beso en la frente, y se fue.

Eran casi las cuatro de la mañana. Manuel se había despertado después de soñar con el recuerdo de esa noche, y ahora no podría dormir.

Toda esa semana había sido un total infierno, había tenido que aguantar durante todos esos días las burlas e insultos de sus compañeros. Además, no sabía qué pasaba con Martín, que había desaparecido.

Después de que Martín haya usado su voz en contra de Vene, ambos salieron corriendo hasta un pasillo vacío, y Vene le había dicho a su amigo que había escuchado que probablemente fueran a expulsar a Martín del colegio.

A pesar de todo lo que había pasado, Manuel no podía evitar sentir pena, pues seguía queriendo al alfa, le seguía gustando y además tenía su marca en el cuello, le atemorizaba la idea de que se fuera a otro lugar y no lo pudiera ver más, o que Martín se olvidara de él, o algo peor.

Desde todo lo ocurrido, Manuel no había dormido mucho, sentía culpa y aveces pensaba en que probablemente había exagerado, aunque quizá no hubiera sentido eso si sus compañeros no estuviera todo el tiempo acosándolo y diciéndole todo tipo de cosas.

El día miércoles, Vice le había dicho que Manuel tenía la culpa de que se hubiera peleado con su mejor amigo, que también tenía la culpa de que ya no viniera a clases, y que tendría la culpa si es que lo expulsaran.

Manuel estaba convencido de que todo lo que le habían dicho los otros era verdad, se sentía horrible. Vene no sabía qué hacer, pues ninguna cosa que dijera lograba que su amigo cambiara de opinión.

El omega no durmió esa noche, y al día siguiente tuvo que convencer a su mamá para que lo dejara ir al colegio, pues si no habían expulsado a Martín, él volvería ese mismo día.

Fue un alivio verlo entrar a clases, sentía que podía respirar mucho mejor, era un peso menos en su consciencia.

Estaban a mitad de clase, Manuel miró hacia Martín, el rubio estaba recostado en su brazo dándole la espalda. El moreno sonrío, después de todo, lo seguía queriendo, y estaba feliz de volver a verlo. Sentía su corazón golpeando contra su pecho, rápidamente, cuando Martín levantó la cabeza y dirigió su mirada directamente hacia Manuel. Éste, sonrojado, volteó hacia otro lado. Sintió un cosquilleo en el cuello, en la parte de la mordida. 

Martín lo había sentido, había sentido la felicidad de Manuel, eso hizo que sonriera aún más, aunque lo ocultara de cualquier forma. 

¿Martín habrá sentido también todo el miedo y la culpa que lo llenaba?

Todo ese día, Martín había querido acercarse a Manuel para hablarle, pero desde que había vuelto, Vene iba aún más pegada al omega. A éste, no se le pasaron desapercibidas las intenciones de Martín, y en un momento, le pidió a Vene que los dejara a solas, después de un rato de discusión, ella aceptó a regañadientes.

Ambos se acercaron, Martín lo saludó con un beso en la mejilla el cual no se negó a aceptar. 

-¿Por qué tienes ojeras?- dijo acercándose para ver mejor.

-No he dormido bien, estaba preocupado de que te expulsaran por mi culpa.

-Sólo me suspendieron. Y no es tu culpa, mira, es sólo instinto de alfa, no puedo controlarlo.

-No peleabas por ti, lo hacías por mi.

-Y no me arrepiento.- sonrió -¿Sabes?- dijo después de una pausa -ayer... Soñé con esa noche.- Manuel se puso rojísimo de vergüenza, se tapó la cara con las manos, aunque sonreía.

-Ay, no puede ser...- Martín ríe.

-Tú también lo soñaste.- afirmó -guau, no creí que el lazo pudiera hacer eso.- ríe de nuevo.

Caminaron un rato, a cada paso se juntaban más, hasta el punto en que instintivamente se habían tomado las manos, y ninguno la había retirado cuando se dieron cuenta.

-En serio me gustaría estar contigo.- dijo de repente el menor.

-¿Y qué te detiene? 

-Tengo demasiados problemas y no quiero molestarte.

-Todos tenemos problemas.

-Sabes que es diferente. Además, probablemente tu club de admiradores me colgarían si supiesen.

-No los dejaría.

-Nos colgarían a ambos.

-Que lo intenten.

-Es más complicado que eso, mi papá me mataría si me viera contigo o con cualquier otra persona.- el alfa se sentía frustrado.

-No puedes seguir así toda la vida.

-¿Y entonces qué hago?- no hay respuesta.

-¿Cómo ocultarás la marca?- dijo con un nudo en la garganta.

-Debe haber una manera de romper el lazo.- Entonces ocurrió algo que Manuel nunca creyó que sucedería, Martín empezó a llorar.

-¿Qué hice mal? Manu, yo te dije... Desde que te vi... Supe que debía estar contigo, supe que debía ser tu alfa, y que debía protegerte... Creí por un momento que lo que decían de la pareja de destino era real... por un momento pensé que podría ser cierto.

-Existen muchas leyendas... Créeme cuando te digo que encontrarás a alguien mejor.- él también llora, se abrazan. 

Dicen que cada persona tiene una pareja de destino, se supone que lo saben en el momento en que se ven por primera vez, y su lazo es más fuerte que cualquier otro lazo común. Muy pocos lograban encontrar a su pareja de destino. Cada vez menos, fue entonces cuando la historia se convirtió en leyenda, como muchas otras. Nunca se le había pasado en la cabeza que algunas leyendas, eran ciertas.

Un "😔" si le queri pegar a Manuel
Un "😭" si le queri pegar a Martín
Un "👌" si le queri pegar a ambos
😎



Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora