Manuel temblaba un poco por los nervios, mientras su madre y su hermana se alistaban para ir a la casa de Martín; sería el día en que ambas familias se presentarían.
La verdad, es que no había alguna razón para temer, pues Rayen ya conocía algo a Martín, y sus padres eran personas amigables y desde un principio daban buena pinta, eso le daba un poco de seguridad, pero aún así los nervios no se iban.
Martín estaba peor, quería que su casa se viera bien, y dar una buena segunda impresión a la madre de Manuel, a la vez de que quería que sus padres también la dieran.
—Esto es importante.— les dice mientras ponía la mesa. —Su madre creo que no piensa muy bien de mí, por ahora. Debo probarle que seré bueno.
—Tranquilo, entendemos eso. Te apoyaremos.— dice su mamá.
—Y otra cosa... él y su familia, digamos que... no son muy acomodados... digo, no quisiera hacerlos sentir incómodos.
—No te preocupes de eso.— responde esta vez su papá con una sonrisa.
Martín inhala hondo, luego exhala ansioso. Se pregunta qué pensará Manuel, e intenta sentirlo.
—Tú no vayas a decir nada raro.— dice el omega, mirando a su hermana.
—¿Y qué voy a decir?— dice ella terminando de arreglarse. —Tan tonta no soy, y menos si se trata de algo como esto.— el chico asiente, luego mira a su madre, saliendo de tu pieza sin una muy buena cara.
—Salgan afuera a pedir un taxi.— ambos le hacen caso, mientras ella se asegura de dejar todo cerrado antes de irse, luego los sigue y poco después se detiene un taxi y los recoge. En unos cuantos minutos ya estaban llegando, y Manuel estaba aun más nervioso que antes.
Una vez el auto se detiene, Rayen paga y salen, mientras que Manuel se adelanta para tocar la puerta, y rápidamente sale Martín, y ambos sienten los nervios del otro.
—¿Cómo estás?— pregunta el rubio sin saludar, mirando a las otras acercarse.
—He estado mejor.— dice igual mirándolas. Ambos se muerden de la uña del pulgar, sin darse cuenta, luego la hermana y madre de Manuel se acercan.
—¡Hola!— dice Martín con una sonrisa incómoda, cuando Rayen se detiene frente a él.
—Hola.— dice ella, y se decide a cooperar un poco. —¿Todo bien?
—Sí, sí.— trata de verse seguro. —Por favor pasen.— Rayen inclina un poco la cabeza y entra a la casa, seguida de su hija y los otros dos jóvenes, y ahí las recibe la mamá de Martín, con una sonrisa.
—Buenas tardes.— dice acercándose, las madres de los chicos se saludan con un beso en la mejilla. —Estaba ansiosa por conocerla.— dijo con honestidad. —Y tú debes ser Tiare, la hermana menor de Manu.— dice dirigiéndose a la pequeña alfa. Ella asiente.
—Mucho gusto.— dice feliz por que supiera de ella.
Manuel y Martín miraban la escena, luego Manuel se acerca a la madre del alfa y la saluda también.
—Y aquí estamos... ellas son mi familia, más mi padre.— añade más bajo.
—Son muy lindas... ya veo de dónde sacaste lo guapo.— dice mirando a Rayen, notando el parecido y haciendo que el chico se sonroje y que su madre se sienta halagada por el cumplido.
—G-gracias.— dice, mirando de reojo cómo Martín sonreía.
Poco rato después, se abre la puerta de la cocina, dejando entrar un rico olor a comida, y sale el padre de Martín.
—Hola, hola... ¿cómo están todos?— dice pasando mirada con una sonrisa a los invitados.
—Muy bien, gracias.— responde con una sonrisa Manuel, mientras que el hombre se acerca a su esposa y ambos se dan un corto beso.
Rayen los mira atentamente, confusa porque lo hayan hecho sin haberse estado despidiendo o saludando.
—Pueden sentarse todos por mientras, ya serviré la comida.— dice la beta y camina a la cocina, el resto se sienta.
El padre de Martín fue en una punta, mientras que Martín y Manuel se sentaron a un lado y Tiare y Rayen al otro, frente a ellos, luego de un rato llega la madre de Martín con los platos y le sirve a cada uno, luego se sienta en la otra punta.
Al principio no hay mucha charla, todos estaban concentrados en la carne con arroz y verduras que les habían dado, en una mesa decorada con mantel y flores por la ocasión.
—Estaba muy emocionada por conocerlas.— dice la madre de Martín hacia donde estaban Tiare y Rayen. —Y Martín estaba muy nervioso, estaba temblando bastante antes.— dice provocando una pequeña risa común, y haciendo que su hijo se pusiera colorado.
—No exageres.— dice con algo de vergüenza. Manuel ríe.
—La comida está muy buena.— dice Rayen a la otra mujer.
—Oh, agradécele a él, él fue quién cocinó.— dijo apuntando a su marido, que sonríe inclinando la cabeza en forma de agradecimiento.
—¿Ah sí?— preguntó Rayen mirándolo.
—Normalmente soy yo el que cocina, por trabajo ella tiene menos tiempo libre que yo.— Rayen asiente.
—Hace tiempo no comía algo tan... bueno, y elaborado.— dice a la vez que la beta servía un poco de vino.
Manuel y Martin se miran de reojo, con complicidad y una pequeña sonrisa.
Mientras los minutos pasaban, el ambiente se iba relajando. Rápidamente ambas familias hablaban cómodamente, mientras que la pareja de jóvenes pensaban en que las cosas no podrían estar saliendo mejor.
Una vez todos terminaron de comer, el cocinero levantó los platos, pero nadie se levantó, todos seguían conversando, incluso Tiare había estado hablando con la beta, mientras que el alfa, después de regresar, se había quedado explicándole a Rayen cómo es que había cocido la carne para que quedara tan blanda y jugosa, mientras que Martín y Manuel voltean a verse, y hablan despacio.
—Creo que a mi mamá sí le gustó este almuerzo.
—Todo ha salido mejor de lo que creí, tengo miedo.
—Yo igual.— dice, y ambos ríen.
—Oigan, y ustedes...— ambos escuchan a la madre del rubio, llamándoles la atención. —Estamos aquí por ese lío en el que se metieron.— a ambos se les cae la cara. —Poniéndonos serios, quería hablar con tu madre sobre esto.— dice dirigiéndose a Manuel.— todos se callan, luego ambas mujeres e miran. —¿Qué opinas sobre esto?
—Primero, que gran lío, y no puedo estar del todo acuerdo con eso.— dijo haciendo un gesto severo. —Y hablé con Manuel y llegamos a un acuerdo.— Silencio.
ESTÁS LEYENDO
Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ Omegaverse
FanfictionSu madre siempre le había dicho que los omegas existían con el único propósito de servir a sus alfas y cuidar a sus crías, pues ellos eran el sostén de la familia y quienes se aseguraban de que tuvieran comida y techo. Manuel temía que eso fuera ver...