Una lobo que teme (Extra)

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Su vida había sido planeada desde ese día, el día en que se presentó como una omega. Al igual que con su madre antes que ella, se planificó el que se casara con un alfa que pudiera sostenerla a cambio de descendencia.

Rayen a diferencia de su hijo, nunca cuestionó ese ideal de su familia, pues no conocía otra cosa, y su pretendiente tampoco, y además, aún siendo mayor de edad, se había visto amenazado por sus padres de negarle la herencia y otros bienes en caso de que no aceptara, aunque nunca se había quejado.

Ella tenía diecisiete años cuando se conocieron, y él veintinueve. Rayen estaba un poco nerviosa, pero el joven pareció bastante guapo. No era de una tez ni muy pálida ni muy morena, cabello castaño y hermosos ojos verdes, y además era amable y encantador. A pesar de eso, nunca se gustaron, pero se llevaban bien.

En realidad, ninguno conocía mucha gente, y su mundo era pequeño, por lo que no había razón para oponerse al plan de sus padres.

Ambos se casaron cuando ella cumplió los diecinueve y poco después se enlazaron. Y desde entonces comenzaron la vida que llevaron por mucho tiempo: Antonio salía a trabajar, y Rayen se encargaba de cuidar la casa y mantenerla ordenada, y además, en muchas ocasiones habían intentado concebir, y por fin lo lograron pocos años después.

Por fin la mujer se había embarazado, y tendrían a un niño como primogénito. Ambos estaban felices y aliviados. Los dos esperaban que fuera un alfa igual que la mayoría de los hombres de ambas familias.

Cuando Manuel nació, Rayen supo que nunca había estado tan feliz. Su bebé estaba sano y fuerte, y estaba orgullosa de haber cumplido con su supuesta labor como la omega que era.

Desde ahí tuvo más trabajo qué hacer, era de esperarse, pues cuidar a un niño no era tarea simple, y unos años más tardes nació su hija.

La pareja estaba bastante conforme con su familia, pero en algún momento, en el trabajo de Antonio comenzaron a haber unas complicaciones, lo cual significó un recorte de dinero y problemas económicos con los que vivirían durante muchos años.

Fue poco después de eso cuando por su trabajo, Antonio tuvo que viajar a Europa.

-Es mucho tiempo...

-Sólo es un poco más de un mes, tú y los niños estarán bien.- la mujer asiente y se despide de su esposo, quien sube a un taxi y se va hacia el aeropuerto.

Para sorpresa de Rayen, no fue mucho el trabajo extra que tenía que hacer en casa, pues en realidad ella hacía la mayoría, y lo único que le dificultaba un poco más era salir de compras con una bebé y un niño que comenzaba a volverse travieso.

Algunos de esos días en los que estuvieron solos, a través del lazo, Rayen podía sentir la felicidad de su esposo. Era extraño, pues nunca la había sentido así, pero segundos después sonríe al suponer que estaba así porque le estaba yendo bien en su trabajo. Durante ese tiempo también comenzaron los dolores.

Sentía en el cuello en la zona de la mordida como si se hubiera golpeado, y a veces una molestia general en su cuerpo. Una mañana se mira la cicatriz al espejo, y se dio cuenta de que se veía algo roja, y estaba caliente.

-Debe ser la distancia prolongada.- se dijo a sí misma e ignoró el tema.

Pasaron las semanas y Antonio vuelve a casa, y su esposa va a la entrada a recibirlo, pero había algo extraño... él estaba extraño. Estaba cabizbajo y a través de la unión podía sentir tristeza y decepción, ella lo mira confundida.

-¿Pasó algo? ¿Tuviste un problema durante el viaje?

-Ehhh... no, sólo estoy cansado.- y no dijo mucho más después de eso.

Los días pasaban, y la mujer notaba que su esposo estaba diferente, y cada vez lo sentía más deprimido, a veces más irritable, y sólo se concentraba en trabajar.

Ya habían pasado varias semanas desde su regreso, y en uno de esos días, Antonio se encontraba en la mesa del comedor con su computador haciendo unos informes, mientras Rayen cocinaba y Manuel la molestaba y gritaba.

-Toño, ¿podrías ayudarme con el Manu un poco?- y para colmo, escuchan como Tiare comienza a llorar desde la habitación de sus padres -Mierda.- susurra -Toño, ayúdame por favor.

-Estoy ocupado, además es tú trabajo.- dijo con algo de agresividad, mientras la mujer revolvía la comida que estaba cocinando y luego caminaba hacia donde estaba la bebé seguida de su hijo mayor, que seguía molestando.

-Sólo distráelo un poco en lo que tranquilizo a Tiare.- dice tomando a la pequeña en brazos. -Manuel, ahora no.- dice al niño, luego camina al comedor y la deja en su silla. -Ya te daré tu leche.- camina a la cocina y saca la leche en polvo y la echa en una mamadera con agua tibia, y la revolvía con los sonidos de llanto de fondo.

Toma la mamadera y camina hacia la niña, y en ese momento escucha algo caer, mira hacia la cocina y mira el tarro de leche en el suelo, y a Manuel cubierto de polvo.

-¡¡Antonio!! ¡¡¿De verdad te cuesta tanto ayudarme?!!- dice muy estresada, y en ese momento el alfa se levanta de su silla enojado y camina hacia ella.

-¡¡¡NO ME VUELVAS A HABLAR ASÍ!!!- dice a la vez que da una cachetada, que al ser inesperada hace que ella caiga de lado y que se rompa la mamadera, chorreando la leche.

Ella lo mira horrorizada y sin creerlo, con ahora también los llantos de Manuel. El mayor retrocede, suspira, camina hacia la entrada de la casa y se va dando un portazo.

Rayen llora asustada, se levanta de inmediato y comienza a limpiar rápidamente con mucho dolor en la mordida.

Su esposo volvió en la noche, pero no dijo ninguna palabra, ni se disculpó ni dio explicaciones de nada. Sólo se acostó, sin apenas mirarla.

Desde ese día es que comenzaron las golpizas, los gritos y la agresividad, que cada vez se volvían peores, hasta volver a Rayen una persona temerosa y sumisa, al igual que sus hijos.

Su lazo se fue estropeando hasta dejar la marca de la mujer infectada de forma casi permanente, y habían perdido la capacidad de sentir lo que el otro sentía. Aún así, Rayen sabía que cada vez que volvía de sus viajes, él se encuentra triste, y le atormentaba la posibilidad de que sea así porque la odiase a ella y a sus hijos, y que pensara algún día en abandonarlos.

Pero nunca fue nada personal, no con ella.

Wolf Legends - Leyendas de lobo ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora