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Presente

Elsa

— Elsa! De qué estás hablando?!. No puedes hacer eso, se supone que deberías decir que quieres que hiera a tus supuestos amigos... deberías odiarlos a ellos por no comprenderte, no odiarte a ti.

— Si no me los quitas tú, encontraré quién!. — Grité entrando en un estado de desesperación por lo que mis poderes se comenzaron a descontrolar.

— No lo haré, Elsa. Jamás!. — Dijo antes de desaparecer siendo cubierta por una nube negra.

— Pero yo si te ayudaré. — Dijo una voz a mis espaldas.

Al voltear lo primero que me encuentro es un hombre de piel grisácea y unos ojos color ámbar los cuales he visto antes, aquellos que atacaron a mi familia y a mi reino. Pitch.

— No creo poder confiar en ti. — Dije sintiendo el odio nacer dentro de mí.

— Oh, vamos, Elsie. Sabes que soy tu única opción ahora mismo. En estos momentos no puedes defenderte por el descontrol que tienes, y si buscas a tus amigos... lo único que lograrás será congelarlos, y no creo que quieras eso.

Sabía que estaba haciendo, y también sabía que estaba funcionando. Él tiene razón, no puedo luchar y mucho menos acercarme a mis amigos, no quiero herirlos, y la única persona que puede salvarme de hacer eso es él.

Estaba cansada de vivir sintiendo que en cualquier momento de descontrol puedo perder todo, cada día, aunque no lo parezca, es más difícil que el anterior, sentir mi poder crecer hasta tal punto de que no sé cuanto tiempo más pueda lidiar con ello antes de explotar por completo.

Los amo, y no me voy a permitir hacerles daño nunca.

— Qué tengo que hacer?. — Dije asustada aguantando lágrimas ml mientras que el solamente sonreía de manera siniestra.

Jack

.40 minutos antes.

Ya no sabíamos que más hacer, era de noche y decidimos no descansar ahora pues la noche pasada unos duendes nos robaron unas reservas.

No estábamos tan cansados pero si estábamos exhaustos por el hecho de no saber donde ir, esto era imposible de cruzar sin tener un guía, y las dos personas que lo conocen están por ahí muy lejos de nosotros.

Sólo espero que estén bien, que mi Snowflake esté bien.

— Chicos, escuché algo. — Dijo Mérida mientras tensaba su arco. — por aquí.

Nos acercamos a unos arbustos y a la cuenta de tres los movimos para atacar a lo que sea que hacía ruidos, pero nos llevamos una sorpresa al encontrar a Rapunzel guardando algunas frutas en su mochila. Qué estaba haciendo?

— Chicos!. — Dijo saltando a abrazarnos a todos. — gracias a los ángeles están bien.

Miré alrededor y vi que las cosas de Elsa estaban desordenadas por el suelo, pero ella no estaba, además de que había escarcha por el césped y una larga y gruesa línea desordenada de hielo... Elsa...

Punzie... Dónde está Elsa? — Pregunté confundido.

— No tengo ni idea. Acabo de despertar por frío y no la encontré.

Doy una gran respiración tratando de mantener la calma peor no puedo evitar el imaginar mil y una historias sobre que malo le puede estar pasando.

De pronto todos mis pensamientos se dirigen totalmente a un cuervo que vuela en dirección a Rapunzel, hasta posarse en su hombro. Ella lo mira e inmediatamente frunce el ceño, veo la pata del cuervo y veo una nota al mismo tiempo que el resto lo hace, la rubia lo toma y al leerlo no piensa ni un segundo antes de seguir el camino que el hielo había dejado.

— Rapunzel! A dónde vamos? — pregunta Kristoff.

—  A evitar que Elsa haga una tontería.

Elsa

Estaba muy nerviosa, y por ende el castillo estaba repleto de picos de hielo creciendo cada vez un poco más. No podía encontrar paz suficiente para controlarlos y eso hacía que mi desesperación creciera creando más y más hielo. Siempre soñé con este momento, el momento en el que al fin me libraría de un gran peso que llevo, no tengo el autocontrol suficiente para no dañar a las personas y no puedo vivir así, me cansé de vivir así, aterrada de mi misma, viendo en mi un monstruo que en cualquier momento se saldrá de control y cegado por emociones atacará a todos a su alrededor.

El "ritual" ya estaba listo, o se supone lo estaba pues Pitch lo hizo en la habitación continua a la mía. El ya se había marchado hace unos 10 minutos, me dijo que lo único que tenía que hacer era entrar a esa habitación y la magia surgiría, quitándome así los poderes. Luego de dar muchísimas vueltas por la habitación ya me había decidido. Recordé cuando dañé a Anna, o cuando por un pequeño susto congelé todo el reino y pasamos todo el verano en un invierno eterno hasta que una bruja me ayudó a revertirlo, también cuando sin quererlo congelé la mano de mi madre y casi la pierde a causa de ello, aquella señora de antes a la cual casi asesino y todas aquellas personas que al descubrir mis poderes solamente podían verme con miedo.

Todos creen que soy fuerte, que tengo un corazón de hielo y que nada me importa, que no escucho las críticas del resto y que sé quien soy, pero nada de eso es verdad, he vivido con miedo de mi misma toda mi vida, nunca pude sentirme tranquila, siempre tuve que estar atenta para así no salirme de control, escondía mis sentimientos por lo mismo, pero ahora, después de esto, yo no tendré que hacerlo, finalmente me sentiré libre sin la necesidad de estar sola, podré disfrutar a mis amigos y novio sin las preocupaciones que conlleva poseer mis poderes.

Estaba lista. Di un suspiro pues los nervios seguían ahí, me estaba acercando a esa puerta doble de madera, pero antes de poder abrirla un lobo hecho de escarcha se cruza en mi camino.

— Ni siquiera pienses en cruzar esa puerta, Snowflake. — Dijo Jack con una expresión preocupante. — No renuncies a aquello que te hace ser tú, no renuncies a ser Elsa Arendell, la reina de las nieves, no renuncies a ser mi Snowflake.

Princesas de las estaciones (Jelsa) [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora