BAJO EL HECHIZO DE ARABIA
(EL ÉXTASIS DEL DESIERTO)
"LA BATALLA MAS CRUEL, ES LA QUE SE LIBRA CONTRA EL PROPIO CORAZÓN."
Las hechizantes dunas de arena formaban figuras caprichosas, casi míticas, ocultando los distintos caminos posibles para el viajero. El intenso sol fatigaba su cansado cuerpo y la necesidad desesperada por el líquido vital, afectaba su mente, haciéndolo tener espejismos que alimentaban su consternado espíritu. Su boca estaba tan seca, que ya no producía saliva. Se sentía perdido.
Su nombre era Rihán, un mercenario aventurero, de carácter dominante, y sobre todo un completo mujeriego. Joven, bien parecido, inteligente y muy sagaz, pero al fin y al cabo, un vulgar ladrón sin ambiciones más altas que tener la mayor riqueza posible sin importarle lo que tuviera que hacer para conseguirla. Con una larga cabellera negra cubierta con un lienzo, ojos oscuros y profundos y un cuerpo tan atlético y escultural que parecía que lo habían hecho con molde. Vestía un chaleco desabrochado que permitía la vista de su torso bien definido y también unos pantalones bien bombachos, que complementaban su informal atuendo.
Llevaba días caminando al lado de su inseparable amigo Jalid, el cual, también creía tener visiones tan reales como que la arena bajo sus pies le quemaba hasta la sombra. Éste último era también inteligente y atractivo, pero siempre pensaba antes de actuar, a diferencia de Rihán que era totalmente impulsivo.
Eran muy amigos desde la infancia, casi como hermanos; cómplices de truhanerías e inseparables compañeros de fantásticas aventuras.
Hacía dos días, que los asaltantes de viajeros del lugar, les habían robado todo cuanto poseían, considerando afortunadamente como sus únicas posesiones, dos viejos camellos que ya no durarían mucho viviendo. Irónica broma del destino, les habían robado a dos de los mejores ladrones del mundo; bien dice el dicho, ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón.La vista borrosa les nublaba la cordura, e ilógicamente, creyeron ver lo que parecía ser un oasis repleto de mujeres hermosas, abriendo sus brazos a manera de incitación para ellos, mientras una sensual canción endulzaba sus oídos, atrayéndolos como abejas a la miel. Ambos se miraron con complicidad sonriendo pícaramente, mientras movían sus cabezas de arriba abajo como diciendo un sí muy lento. Así que, apretando los labios con mirada de lujuria y sin decir una sola palabra, corrieron hacia lo que parecía un paraíso terrenal. Al llegar a donde se encontraba la visión, se entregaron a los brazos de las bellas mujeres, y creyendo que comían de la fruta prohibida, terminaron tragando arena.
La helada noche cayó sobre ellos, y despertándolos de su inconsciente estado, los cobijó con sus insensibles brazos. El frío les heló hasta los huesos. El desierto de la legendaria Arabia les ofrecía una muy cariñosa bienvenida. De inmediato, se levantaron y buscaron un refugio. Sabían a la perfección como protegerse del frío, pero pronto volvería a amanecer y el sol los lamería sin piedad. Así que decidieron avanzar en lugar de reposar.
El camino fue muy largo y extenuante, y la falta de agua les drenaba la fuerza. Jalid fue el primero en sucumbir. Rihán lo miró tendido y con fiebre, y supo que necesitaban ayuda desesperada. Con lo poco que le quedaba de fuerza, levantó el pesado cuerpo de su fiel amigo y continuó caminando. Cundo creyó que ya no podría mas, vio a lo lejos a unos hombres que transportaban una carretas cubiertas con grandes mantas, y exasperado, corrió hacia ellos por ayuda. Al acercarse, intentó pedir agua, pero los mal encarados parecían no entenderle. Tenían muy mala pinta, parecían mercenarios también, pero de los que ya se les han acabado todos los escrúpulos. De momento, Rihán quiso arrepentirse de haberse acercado, pero ya era muy tarde para eso, además, su mejor amigo estaba desfalleciendo. Así que uno de los viajeros, bajó de su camello y se acercó mas a Rihán mirándolo como si lo estuviera examinando de arriba a abajo. De pronto y sin pensarlo, Rihán solo pudo ver como el viajero levantaba una gran vara contra él, a la vez que lo tiraba desmayado al piso.
Cuando despertó, Rihán, se vio encerrado en lo que parecía una jaula con barrotes de madera muy fuertes, que difícilmente podría burlar. A su lado, se encontraba su amigo Jalid, ya con mejor aspecto. Parecía que lo habían hidratado, pero no lo suficiente como para que recobrara sus fuerzas. Por un momento se sintió aliviado, a pesar de sus circunstancias. Miró a su alrededor y vio en la carreta de al lado, algunos hombres negros y blancos encadenados.
-Vendedores de esclavos, lo que me faltaba. -refunfuñó Rihán, frunciendo el ceño y la boca. Se rio para sus adentros. -Por lo menos estamos vivos... -dijo en voz bajita burlándose de sí mismo.Uno de los mercenarios se acercó a la carreta donde iban solo Rihán y Jalid. Y mirándolos despectivamente, se fue riendo. Luego de un rato, volvió trayendo consigo algunos frutos para ellos.
-Despierta Jalid, tienes que comer. -dijo Rihán intentando despertar a su amigo.
-Yo te mantengo a ti y a tu hijo, solo dime que sí preciosa... -balbuceaba Jalid aún soñando, mientras levantaba los labios como queriendo dar un beso. Rihán le soltó un golpe en la cabeza despertándolo sin piedad. -¿Qué pasó? ¿Dónde estamos?- preguntó Jalid anonadado.
-Somos esclavos de estos disque mercenarios. -le contestó Rihán demeritando a sus captores.
-Pues ahora sí que nos sonrió la vida. Casi muero en el desierto y Alah me salva para entregarme a unos vendedores de esclavos. -replicó Jalid sarcásticamente. -Gracias Alah, por nada... -completó, mientras apretaba los labios y movía la cabeza de un lado a otro.
-Bueno, ¿seguimos en la jugada no? -le dijo Rihán sonriéndole, a la vez que le decía sin palabras que todo estaría bien.
-Sí, ya veremos como escapamos de esta. Hemos estado en situaciones peores. -completó mientras se apretaban las manos y se sonreían.El desierto de Arabia los favorecía, acariciándolos con su extremo calor, diciéndoles que le agradaba mucho que estuvieran ahí.
Las caravana de los mercenarios avanzaban lentamente, mientras los esclavos perdían más la fuerza con los fuertes rayos del sol, y Rihán y Jalid, no tenían otra más que aguantarse.
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BAJO EL HECHIZO DE ARABIA
AdventureIntérnate en las maravillosas dunas de Arabia, en donde Rihán y Jalid, dos locos aventureros, cruzarán su destino con la princesa Adhara. El amor, el odio, la pasión, la locura y los celos serán los detonantes de la magia que los envolverá, poniénd...