Capítulo 2

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Emilia se bajó con una extraña sensación de curiosidad, no tenía miedo a decir verdad pero sí ansiedad, una que le carcomía las entrañas, cruzaron la puerta de cristal y se sentaron en una mesa un poco alejada, al instante una camarera de avanzada...

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Emilia se bajó con una extraña sensación de curiosidad, no tenía miedo a decir verdad pero sí ansiedad, una que le carcomía las entrañas, cruzaron la puerta de cristal y se sentaron en una mesa un poco alejada, al instante una camarera de avanzada edad se acercó y les dejó dos menús sobre la mesa y no sin antes dirigirle una reprimida mirada a Emilia y se marchó.

Kevin miró el menú deleitándose con él- ¿que vas a tomar?

- Un café- dijo en voz baja- ¿no fué a eso a lo que me invitó?

Kevin dejó el menú sobre la mesa y posó sus manos en las manos enlazadas de ella- no es necesario que te apegues a la palabra, puedes pedir lo que quieras- sacó una sonrisa más amplia- ¿has comido algo en toda la noche?

Emilia pasó saliva- no- suspiró- bueno sí, una galleta.

Kevin negó- una galleta no llena, entonces qué te parece si comemos algo mejor, que tal- volvió a mirar el menú- que tal hamburguesa y papas fritas.

- Está bien.

El castaño levantó la mano con toda naturalidad, la camarera volvió y tomó la orden, nuevamente le dirigió una mirada tosca a Emilia y se marchó diciendo algo entre dientes.

Emilia se relajó en la silla y lo miró- usted no va a pasar la noche conmigo, me refiero a intimamente.

Kevin negó- pero te voy a pagar por el tiempo que estés conmigo, sé que necesitas el dinero.

Emilia frunció el ceño- ¿entonces qué quiere de mí?

- Información.

Emilia se puso en pie apurada- yo no sé nada- dijo asustada- ni siquiera sé qué tipo de información puedo darle, creo que se equivocó yo.

Kevin le tomó una mano- por favor siéntate y déjame explicarte.

Emilia pasó saliva por enésima vez y con el corazón en un puño se sentó- está bien.

- Soy periodista, estoy haciendo una crónica sobre las mujeres que venden sus cuerpos y espero que tú me puedas ayudar.

- ¿Cómo?

- Contándome tu historia.

- ¿Para qué quiere escribir sobre mí y otras miles de mujeres?- preguntó curiosa- ¿a quién le importa?

- Ese es el punto, quiero que la gente tome conciencia, que le importe esta situación, quiero que la gente vea la realidad y sé que tú me puedes ayudar.

- ¿Por qué yo?- preguntó agitada- no soy la única prostituta de las calles.

- Porque de todas las que vi allí- suspiró- eras las que se veía más afligida, pensativa, aburrida.

Emilia encogió los hombros- ¿y quién no se aburre de esto?- preguntó molesta- venderse por unos cuantos pesos a cualquier tipo aburre.

- ¿Por qué no lo dejas entonces?

Como Yo Nadie Te Ha AmadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora