Capítulo 32

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Emilia no contestó, solo se limitó a sonreír y justo cuando Claudio le tomó la mano, la anciana Hilda irrumpió en la sala- Emilia, ¿podemos hablar un minuto?

Emilia se soltó de Claudio- sí, claro, bueno si a Claudio no le molesta.

- Por supuesto que no- y se fue.

Hilda la miró suspicaz- no hay que ser adivino para saber lo que está sucediendo aquí.

- ¿De qué habla?

Hilda le dio un golpecito en el hombro con el bastón- estás enamorada- Emilia se giró sorprendida, ¿acaso Hilda era vidente?- y no me pongas esa cara chiquilla, conozco el rostro de una mujer enamorada y esa sonrisita que tenías hace un minuto es de enamorada.

- Creo que está confundida doña Hilda.

- No me llames doña Hilda- suspiró- te estás acostando con él, ¿verdad?

Emilia se dejó caer rendida en el sofá- es que, cuando él está cerca mí, mi cuerpo no responde y yo solo puedo dejar que.

- Sh, no me des explicaciones- se sentó y le tomó una mano- no digo que Machu sea una mala chica pero tú me caes mejor como novia de mi nieto.

Emilia negó- lo nuestro no es nada serio.

- A mí me parece bastante serio el hecho de que estén compartiendo el sexo, eso es bastante.

- No somos iguales, Claudio tiene clase y yo- suspiró.

- Tú tienes un corazón enorme- completó Hilda- uno que estoy segura que está latiendo muy fuerte por Claudio.

Emilia asintió- pero me conformo con que él me deseé.

- Y, ¿no te gustaria tener algo más que el deseo de Claudio?

- Eso no sería imposible, él no se enamoraría de mí.

- ¿Ah no?- preguntó mirándola- ¿cómo lo sabes?

- No sé yo- tragó saliva- nadie antes de ha enamorado de mí.

Hilda se encogió de hombros- eso es cosa de idiotas porque cualquier hombre con tres dedos de frente se daría cuenta de que eres la mujer perfecta para enamorarse- cogió su mano- si le pones empeño, Claudio será tuyo.

Emilia abrió los ojos- ¿usted cree?

Hilda asintió- por supuesto.

- Y, ¿qué debo hacer?

Hilda sonrió pícara- vuélvele loco Emilia, usa tus armas, consigue el corazón de Claudio y cuando lo obtengas corre con él y no lo sueltes nunca.

La anciana no dijo más se levantó y le dio un beso en la frente, pronto estuvo sola en el salón con las palabras de Hilda retumbando en la cabeza, "usa tus armas, usa tus armas, usa tus armas". Su única arma en este momento era el sexo y si conseguir el amor de Claudio dependía de ello pues manos a la obra.

Como Yo Nadie Te Ha AmadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora