(𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗖𝗟𝗔𝗨𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔)
La mágica historia de Emilia, una prostituta bien pagada y Claudio, el orgulloso y millonario empresario.
¿Logrará este amor sobrevivir a las habladurías, a la diferencias de clase y por supuesto... a ellos...
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Hilda la miró- querida, ¿qué pasa?- preguntó preocupada- te pusiste blanca como un papel.
- No es nada.
- Ese"no es nada" no me convence nada- la miró- oh por Dios conozco esa mirada
- ¿Qué mirada?
- Esa, la que tienes tú- dijo sonriente- ¿tú y Claudio?
- No- se apresuró a decir- no, entre él y yo no hay nada.
Hilda frunció el ceño- nada es nada Emilia- suspiró- osea me refiero a nada absolutamente nada
Emilia pasó saliva y agachó el rostro- si, nada.
Hilda dio un golpe en el suelo con el bastón- no me mientas señorita, mírame a los ojos y dime que no pasa nada
Emilia la miró- no pasa nada.
- Pues como ves que no te creo, ¿te gusta mi nieto verdad?
- ¿Kevin?- preguntó nerviosa.
- No te hagas la tonta Emilia- dijo seria- estamos hablando de Claudio.
Emilia suspiró- oh no, yo no siento nada por él.
Hilda rodó los ojos- entonces vamos y te presento a las chicas.
- ¡No!- dijo nerviosa- ¿cómo se le ocurre?- preguntó preocupada- ¿qué va a pensar la novia de Claudio si sabe que estoy viviendo en casa de él?
- Ay mira Emilia, esa mujer no es ningún peligro- dijo riendo- Claudio dice que es su novia pero igual se acuesta con cuanta mujer se le ofrezca.
- ¿Qué?
Hilda asintió- como lo escuchas, no me gusta hablar mal de Claudio pero es un perro, así en esas palabras, Claudio no es hombre de una sola mujer.
Emilia sintió que le retorcía el corazón, Claudio tenía novia, una muy bonita, y aparte se había acostado con Emilia, y quién sabe con cuántas más.
Las manos le temblaban y no quería mirar a la anciana, había sido tonta al conservar una pizca de esperanza en el corazón- ven, vamos te presento- la levantó de un codo y la llevó hasta la mesa de las chicas- buenas tardes señoritas.
- Señora Hilda, ¿cómo está?- se levantó y le dio un beso en la mejilla.
- ¿Cómo están chicas?- preguntó la mayor- vine a tomar un café con una amiga y se me ocurrió que sería buena idea presentarsela, ella es Emilia.
- Yo soy Maite- dijo sonriente.
- Buenas tardes.
- Y ella es Romina, la que te dije que era esposa de Silverio, el mejor amigo de Claudio.