Extra II

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Emilia terminó de peinarse y se miró frente al espejo, su pelo corto le estaba empezando a agradar, pero igual echaba de menos su pelo negro que le llegaba hasta la cintura y el cuál Claudio amaba

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Emilia terminó de peinarse y se miró frente al espejo, su pelo corto le estaba empezando a agradar, pero igual echaba de menos su pelo negro que le llegaba hasta la cintura y el cuál Claudio amaba. Pasó su mano por el vestido para quitar cualquier arruga, el buen tiempo ya se iba notando, por lo llevaba un vestido blanco de manga larga y unas bonitas botas negras; como toque final se colocó en broche de la corona que Kevin le había dado días antes. Miró su mano y el anillo brilló con un destello, soltó un suspiro, todo había sido demasiado extraño, pero al fin era la mujer de Claudio, aunque él no la amaba como ella quería.

— Niña Emilia— la voz de Julia la sacó de sus pensamientos— el auto ya está listo— dijo con una sonrisa mientras acariciaba su brazo— ¿se siente bien?

— Oh sí— dijo poniéndose en pie— estaba terminando de arreglarme, gracias— cogió su bolso y se echó una última mirada frente al espejo, se veía bonita, pero nunca sería suficiente para Claudio— vendré en la tarde.

— Bien, entonces la cena la tendrá lista para usted y el señor— dijo colocando el abrigo por encima de sus hombros— que disfrute de la comida con el joven Kevin— le dio la bendición y ella salió rumbo al auto que le llevaría al restaurante dónde había quedado de verse con su mejor amigo.

Por el camino se dedicó a mirar la Ciudad y a la gente que paseaba, ya sea sola, en pareja o en familia… Una familia, eso era lo que ella ansiaba en un futuro, pero sabía que Claudio no quería tener hijos y que ella, no sabría si en un futuro seguiría con él; ya que apenas llevaban unos días casados y todo era malo, se veían en las noches, él se acostaba con ella, y después, se quedaba dormido, ni siquiera le había preguntado sobre si estaba bien ella, y la situación la estaba abrumando tanto, que no veía una luz al final de túnel. Sí, era la esposa de Claudio, pero se sentía tan sola y tan vacía, que no sabía cuánto más podría aguantar sin su amor, tenía la esperanza… Pero cada vez se hacía inexistente.

— Llegamos señora Meyer— ella levantó la cabeza e hizo una seña, ella misma abrió la puerta y se bajó— me avisa cualquier cosa.

— Sí, gracias— dijo con una sonrisa amable— Kevin me llevará a la casa— el conductor asintió y ella cerró la puerta, para abrirse paso entre la gente y entrar al restaurante.

Kevin lucía un traje hecho a su medida, era de color gris y no llevaba corbata, ganándose así la mirada de todas las mujeres y algún hombre del lugar, cuando vio la pequeña mujer entrar sacó una sonrisa y se puso en pie— mi hermosa dama— dijo con una sonrisa, ella se sonrojó y le ayudó a sentarse— estás muy bonita, como siempre.

— Gracias Kevin— dijo con una corta sonrisa— ¿llevas mucho esperando?

Kevin negó mirándola— está bien, vamos a pedir y comenzamos con la plática, que creo que será extensa— dijo con una leve risa, ella asintió intentando sonreír, pero lo único que logró fue una mueca.

Como Yo Nadie Te Ha AmadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora