(𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗖𝗟𝗔𝗨𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔)
La mágica historia de Emilia, una prostituta bien pagada y Claudio, el orgulloso y millonario empresario.
¿Logrará este amor sobrevivir a las habladurías, a la diferencias de clase y por supuesto... a ellos...
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- Ok lo siento- dijo apenada- bueno tambien es que no me da hambre.
- ¿Y qué?
- Y nada más- dijo con desgano- simplemente no tengo apetito.
Keiko suspiró- está bien, ¿ya vas al bar? Emilia asintió- se me hará tarde.
Keiko se metio la mano dentro del brasier y se sacó un billete- ve ya mismo o sino se te hará tarde- besó su mejilla- y en el camino te compras algo de comer.
Emilia negó- no hace falta Kei, no puedo aceptar este dinero.
Keiko rodó los ojos- Emilia Ruíz Palacios- la llamó- o recibes el dinero o te espanto los clientes.
- No juegues con eso- le advirtió.
- No estoy jugando bonita- dijo sonriente- o lo aceptas o me voy detrás de ti toda la noche, no me importa no trabajar con tal de echar al que te quiera comprar- suspiró- pero cómete algo.
Emilia esbozó una corta sonrisa- eres una manipuladora.
Keiko levantó una ceja triunfante- gracias, ahora ve- y le dio el dinero.
- Está bien- la abrazó- gracias Kei, no sé qué haría sin ti.
Mientras Emilia se perdía en la distancia camino al bar "El Cielo" una limusina se paró en las esquina frente a Keiko.
- Wow, es mío- gritó Raquel acercándose corriendo.
- ¡Ofrecida!- gritó molesta.
Raquel la miró- mira quien habla.
La pelinegra caminó hasta la limusina, con su metro setenta, era una mujer hermosa, de rasgos marcados, tenía un cuerpo de revista y sus modales eran de toda una princesita, el vidrio oscuro del conductor descendió dejando a la vista a un hombre mayor.
- Hola guapo ¿necesitas compañía?- se abrió la chaqueta dejando ver sus "encantos".
Peter la miró- ¿es usted flor ardiente?
Su sonrisa fue reemplazada por una mueca- no, pero soy mejor que ella.
- Lo siento señorita- se disculpó amable- pero estoy buscando a Flor Ardiente.
- Pues ella no está, entonces tendrá que escoger lo que hay.
- Bueno gracias- empezó a subir la ventanilla.
- Hey, hey, hey- exclamó desesperada- que es eso de que se va a ir sin echar una mirada- sacó una sonrisa- mire, créame esa Flor Ardiente solo tiene de ardiente el nombre, yo sé porque se lo digo.