Emilia abrió los ojos lentamente, la vista borrosa y el corazón latiendo rápido la hizo sentarse de golpe solo para sentir como un brazo la aferraba a un pecho duro y formado.
Se giró despacio y contuvo el aliento cuando vio al hermoso hombre sumido en un placentero sueño, le acarició el rostro tocando la mandíbula sombreada por la barba que pugnaba por crecer, entonces la situación la golpeó, era la madrugada y ella estaba allí, con el hermano de Kevin, todavía.
Se suponía que se tenía que haber ido tan pronto acabó.
Le retiró con cuidado el brazo y se levantó, metió las medias al bolso y se puso el vestido, las bragas y los zapatos, no encontró el brasier así que mejor dejarlo. ¿Debería despertarlo?, mejor no.
Por primera vez no se había sentido tan usada, apretó las manos tratando de organizar sus ideas de manera que pudiera encontrar una rapida solucion pero solo encontraba una, se tenía que ir.
Se miró al espejo y se pintó los labios de carmín, decidió no ponerse la peluca así que la metió dentro del bolso que amenazaba con estallar si metía algo más.
Abrió la puerta despacio tratando de que no sonara y cuando tuvo un pie afuera se permitió girar la cabeza y mirar una última vez, allí se quedaba el brillante hombre, uno que por primera vez la había hecho sentir tan mujer.
Jamás lo olvidaría, nunca, retrocedió y se acercó a la cama, le besó la espalda y se retiró mientras una lágrima se escapaba entre sus ojos, con un murmullo se acercó a su oreja y terminó con vacilante- gracias, de verdad gracias- sacó una sonrisa- yo, te amaré por siempre- lo miró de nuevo- gracias mi príncipe azul.
Se obligó a sí misma a separarse, no quería, no podía hacerlo, y por primera vez tuvo el coraje de poner en balanza su vida.
Si tan sólo hubiera sido más fuerte, si se hubiese negado a trabajar para su tía probablemente estaría en una casa hermosa con un esposo que dormitaba a escasos centímetros, pero lo hecho, hecho estaba, ella misma había forjado su futuro, y fue entonces cuando todo se desmoronó.
Toda su vida cayó de golpe frente a sus ojos y allí sin que nadie se diese cuenta soltó un sollozo, las lágrimas se derramaron por su rostro mientras miraba de lo que posiblemente se había perdido por ser una prostituta.
Tomó un pañuelo de la mesita de noche y lo aferró a sus labios, tenía el olor de aquel precioso hombre, se limpió las lágrimas y le dio un beso como si se lo estuviese dando al mismo Claudio.
Finalmente armándose de todo el coraje posible, dio un último suspiro y se levantó, dejando el pañuelo en la mesita y cerrando la puerta lentamente, cerrando la puerta de su corazón que por una noche estuvo abierta para que aquel hombre entrase, hiciese estragos y se quedase allí por lo que estaba segura sería de por vida.
El sol de la mañana se filtró por las cortinas de encaje de la habitación, un rayo de sol se plantó en todo el rostro de Claudio incomodando, cuando abrió los ojos tuvo que girarse, por lo que fueron segundos se frotó los ojos y miró la mesita de noche.
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Como Yo Nadie Te Ha Amado
Fanfiction(𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗖𝗟𝗔𝗨𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔) La mágica historia de Emilia, una prostituta bien pagada y Claudio, el orgulloso y millonario empresario. ¿Logrará este amor sobrevivir a las habladurías, a la diferencias de clase y por supuesto... a ellos...