Sinopsis:
Tras un evento traumático para su familia, Iris es obligada a vivir en cautiverio, desde los 5 años, con estrictas reglas para protegerla.
Su vida da un giro inesperado, cuando viaja a otro mundo, uno lleno de magia y seres místicos, muy...
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La pequeña Iris nació en una familia adinerada, pero muy amorosa; su padre responde al nombre Takuya Ikemori, de origen Japonés; es un distinguido empresario, heredero de una importante empresa bancaria de nombre Ikemori —sí, como su apellido—, fundada por su abuelo paterno, cuando llegó a vivir a México y ahora tiene sucursales en toda América.
Takuya es famoso por sus obras de caridad, la inspiración viene de su padre; no es sólo alguien que dona dinero, sino que propone proyectos para beneficio de otros y se involucra directamente en todo el proceso, desde la organización, hasta la convivencia directa con las personas a las que ayuda.
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Su madre, de nombre Jade, es una mujer de origen desconocido, sus facciones, son occidentales; probablemente latina; de carácter alegre y muy cariñoso. Dedica su vida a trabajar en obras de caridad como voluntaria; comenzó en un convento donde ella fue abandonada de recién nacida, ahí creció y aprendió a cuidar a otros, cultivó su amor por el prójimo y su deseo de ayudar.
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El convento es sostenido por donaciones y el padre de Takuya fue el principal donador hasta antes de su deceso, debido a sus fuertes contribuciones.
Es en este lugar donde sus destinos se entrelazan. Takuya cuenta que al verla quedó hechizado por su belleza, esos hermosos ojos color verde, como aquella piedra que comparte su nombre. Él comenzó a frecuentar el convento junto a su padre para ayudar, pero continuó yendo también por verla; convivieron mucho tiempo juntos y se enamoraron. Dos años después, él le propuso matrimonio y ella aceptó, se casaron y al año siguiente, vieron el nacimiento de la heredera de esta familia, a la que llamaron Iris.
O por lo menos esa es la historia que todos conocen...
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