Lydia Martin observaba anonadada su propio cuerpo postrado a una cama en Eichen House, el cual tenía la mirada perdida y una expresión sin emoción alguna en el rostro. Tenía cada músculo del cuerpo rígido y su mente se encontraba en un estado de estupor, sin duda alguna estaba catatónica. Aunque había más de un enfermero que no creía eso.Un extraño sonido hizo que Lydia dejara de mirar su cuerpo físico y saliera de la habitación que algún celador dejó abierta. El ruido le resultaba familiar y también desconocido, pero sobre todo, intrigante; le causaba una inmensa curiosidad averiguar de qué se trataba.
A pesar de ser tan solo una especie de espíritu, bajo sus pies descalzos Lydia podía sentir el frío del suelo al caminar por el largo y solitario pasillo; no sabía cómo era eso posible, mas tampoco iba a perder el tiempo intentando averiguarlo, pues lo único que le interesaba era encontrar la fuente del sonido retumbándole en los tímpanos. No estaba segura del por qué, pero le causaba mucha curiosidad descubrir de qué se trataba.
Eventualmente, tras una larga caminata, el sonido se amplificó y ella llegó hasta una puerta al final del pasillo. No había adónde más ir, salvo regresar a su cuarto o cruzar al otro lado de la puerta. Lydia agarró aire por la nariz y con los pulmones inflados se armó de valor para cernir los dedos alrededor de la perilla para empujar.
El sonido se extinguió en cuanto el interior de la habitación quedó al descubierto, lo cual debió ser una excelente señal para Lydia de no entrar, pero en esos momentos su mente estaba algo nublada.
Más allá del umbral divisó una tina de baño y un radiador, solo eso. No había nada más en la habitación. Aun así, la pelirroja se acercó unos cuantos pasos, con el corazón palpitando desaforado, gotitas de sudor empapándole las sienes y un eterno escalofrío en los vellos de la nuca. Sus nervios se convirtieron en miedo cuando súbitamente una mano emergió del interior de la tina, cubierta por una sustancia negra y viscosa.
La respiración de Lydia se agitó y sus ojos se agrandaron de la impresión. Una segunda mano apareció y se aferró a la orilla de la tina al igual que la otra, impulsando hacia arriba una figura que casi de inmediato se inclinó hacia ella, posó las manos en el suelo y dejó caer el resto de su cuerpo al piso para entonces comenzar a arrastrarse.
Lydia quería moverse, correr, gritar por auxilio, pero ni sus pies ni su voz respondían y todo lo que pudo hacer fue quedarse ahí, viendo a la figura arrastrándose hacia ella a una velocidad increíble. Luego, al tenerla a menos de un metro de ella, cerró los ojos, o al menos lo intentó. La figura empezó a levantarse, sus huesos crujiendo con cada movimiento, y al encontrarse de pie elevó la mirada apenas lo suficiente para que sus ojos conectaran con los de la pelirroja.
—No temas —murmuró con voz ronca, pastosa. Lydia abrió la boca, lista para gritar en señal de pánico, pero ningún sonido fue emitido por su boca a pesar de que ella sentía que estaba desgarrándose la garganta—. Te asusté en serio. Perdona. Amo las entradas dramáticas.
De un segundo a otro, el miedo de la banshee se transformó en incredulidad. Sus cejas abandonaron la forma arqueada y se arrugaron, casi tocándose por encima del puente de su nariz.
—¿Li-lith? —titubeó.
Bajo la viscosa sustancia negra, la líder del Gran Aquelarre esbozó una sonrisa.
—Hola, cariño.
///
—No lo entiendo. ¿Qué-qué haces aquí? —formuló Lydia, aún sin poder creerse el que la bruja de más de mil años con apariencia de tener tan solo veintitantos estuviera allí, en Eichen House.
ESTÁS LEYENDO
About Dread Doctors and Quimeras | AW&W: 4 | Teen Wolf
FanfictionEN EDICIÓN LENTA. [Libro #4 de la saga "About Werewolves and Witches"] NOTA: por favor, lee la tercera sección del libro Steredith antes de empezar con este. Preparándose para su último año de preparatoria, las únicas preocupaciones de la manad...