Capítulo 9: Ouroboros

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Melissa había pasado casi cinco horas en la oficina del sheriff, ayudando a su amigo Noah Stilinski a revisar los archivos médicos de todas las quimeras ya fallecidas para encontrar el patrón que las relacionaba. Y lo habían hecho, descubrieron que todos habían recibido alguna especie de trasplante de la misma especie, o lo que era igual, todos eran quimeras genéticas.

Así que se fue a casa, su turno en el hospital ya había acabado y tenía un punzante dolor en la nuca luego de haber leído y releído los expedientes médicos al menos diez veces. Necesitaba dormir, descansar, cerrar los ojos y no volver a abrirlos hasta que los rayos del sol se filtrasen por su ventana. Sin embargo, el cadáver que encontró en su cocina le negó la noche de descanso que tanto anhelaba.

Después de sacar a Castiel para que dejara de lamer las manos del cadáver, llamó a sus tres hijos (porque ya consideraba a Isaac como suyo), pero cuando ninguno atendió el teléfono ni contestó sus mensajes de texto supo que solo le quedaba llamar a Noah Stilinski.

Pero aun cuando sabía que amigo llegaría en cualquier momento para ayudarla, Melissa estaba siendo embargada por una horrible oleada de preocupación. Quizás era porque cuando revisó la hora en su reloj de muñeca constató que era demasiado tarde como para que Scott, Isaac y Meredith no estuvieran en casa todavía. Tenía un mal presentimiento, su instinto materno estaba alzando las banderas rojas para advertirle que algo estaba mal... solo que no podía poner el dedo en el qué. Ni siquiera ver que Stilinski subía los peldaños del porche le concedió una pizca de tranquilidad.

—Tampoco he podido contactar a los muchachos —comentó Noah en cuanto subió el último escalón, acariciando la cabeza del labrador al pasar frente a él en su camino hacia la puerta para entrar a la casa, no obstante, Melissa se lo prohibió al pararse delante de él—. ¿No dijiste que te había pasado algo? —indagó, confundido por su actitud.

—Sí, pero es complicado. —Desvió la mirada por un breve instante e inhaló hondo—. Si vas a entrar, necesito que dejes la placa en la puerta.

—¿Literal o metafóricamente hablando? —inquirió Noah, la situación pareciéndole un tanto extraña.

—Ambas, si es posible —respondió ella con seriedad.

Noah expulsó el aire de sus pulmones por la boca.

—Melissa, yo, uh... He dejado mi placa de lado demasiadas veces estas dos últimas semanas.

—Bueno, tal vez debas hacerlo más veces considerando lo que nuestros hijos hacen durante su tiempo libre —espetó, cruzando los brazos a la altura de su pecho—. ¿Quieres entrar o no? —añadió, ansiosa por acabar con aquel asunto de una vez por todas e irse a la cama.

El sheriff dejó salir un suspiro, bajó la cabeza y con la mano derecha retiró la placa de su chaqueta verde militar. Melissa asintió, se relamió los labios y giró sobre sus talones para abrir la puerta y entrar a su cocina, dándole el pase al oficial detrás suyo.

Noah sintió sus pulmones vaciarse de aire en una fracción de segundo al ver el cadáver de una chica descansando sobre la isla de granito. Sus entrañas estaban fuera del lugar que se suponía debían estar, pero no había ni un solo rastro de sangre mas que un delgadísimo hilillo carmesí deslizándose por una de las comisuras de su boca; era casi imperceptible, mas estaba allí. Entró a la casa tragando en seco, sus ojos observando con escrutinio el cuerpo de la joven que, a su parecer, no era mayor de diecisiete años. Aparte de las uñas/garras que calculaba medían al menos diez centímetros de largo y la falta de sangre aun teniendo una enorme herida que iba desde su vientre hasta su pecho, el único otro detalle que captó su atención fue un libro con cubierta de piel. Las iniciales "M. M." inscritas en la esquina inferior derecha no le dejaron lugar a dudas que se trataba del libro de hechizos de la novia de su hijo.

About Dread Doctors and Quimeras | AW&W: 4 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora