Capítulo 17: The Beast Of Beacon Hills. Parte II

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|| A Credible Threat.


Ni siquiera vamos a mitad del segundo tiempo cuando el marcador está empatado cinco a cinco gracias a Isaac, Scott y el mequetrefe, lo cual tomo como mi señal para retirarme del campo e ir a buscar a mi novia ya que el pedazo de conversación que escuché hace rato no me deja en paz y necesito calmar mi mente, algo con lo que solo Mer puede ayudarme.

Me quito los guantes y el casco, tirándolos cerca de la banca junto a mi palo de lacrosse, para luego dirigirme al área detrás de la tribuna. No tardo más de tres minutos en encontrar a Mer debajo de las gradas en la orilla, revisando las suelas de los zapatos de cada persona.

—Hey —suelto al estar detrás suyo para llamar su atención.

Ella da un leve respingo y se gira hacia mí. Su ceño se frunce al verme.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en el campo?

—Tu hermano, Isaac y el enclenque tienen el juego bajo control, así que vine a ayudarte —contesto en medio de una sonrisa—. ¿Cuántos te faltan por revisar?

—Demasiados. —Una nueva oleada de gritos pletóricos de júbilo nos indica que alguien hecho otra anotación—. Detesto a Finstock. Les dije que no nos ayudaría.

—Sí, lo hiciste. Pero teníamos fe en que sería diferente en esta ocasión —concedo, imitando a mi novia al acercándome a la tribuna para empezar a revisar las suelas de los zapatos de los espectadores, sin embargo, no es tan fácil como ella lo hace parecer y tras unos segundos de forcejeo con el dueño (o dueña) de unas zapatillas Converse, acabo golpeándome en la cabeza.

Con una mano sobre la zona afectada, me alejo de las gradas de forma tambaleante antes de caer de lleno al césped fresco.

—¿Stiles? —Siento el calor del cuerpo de Meredith junto a mí al instante—. Amor, ¿qué pasó? —Sus manos acunan mi rostro—. ¿Bebé?

La preocupación en su voz me hace abrir los ojos. Hay como cinco Merediths y todas me observan con los mismos ojitos de borreguito lastimado.

—Mi cabeza —suelto en un quejido—. ¿Estoy sangrando?

Mi pregunta le saca una sonrisa a las cinco hermosas chicas junto a mí, que niegan al mismo tiempo.

—No, pero te traeré una bolsa de hielo —me dicen antes de ponerse en pie—. Quédate aquí.

—Como si pudiera moverme —rezongo para mí mismo, pues ellas se han alejado.

Cierro los ojos en un intento por tolerar el dolor de la punzada en mi sien izquierda, pero el bullicio de los espectadores no me lo permite e, incluso, ayuda a que se sienta mil veces peor.

—Ya volví. Le dije al entrenador que te habías lastimado en el campo. —La dulce voz de mi novia es acompañada por una agradable sensación de frío en mi punzante sien.

Vuelvo a abrir los ojos. O mejor dicho, abro mi ojo derecho, ya que el izquierdo está bajo el peso de la bolsa de hielo, la cual supongo tomó de entre las cosas del entrenador.

—Te amo.

Ya no hay cinco Merediths, solo una. Ella sonríe.

—Y yo a ti.

Nos quedamos un buen rato así, yo tirado sobre mi espalda en el césped y ella sentada a mi lado, sosteniendo la bolsa de hielo en mi cabeza. El bullicio continúa conforme el partido avanza y al parecer el mequetrefe está llevándose toda la gloria, ya que su nombre es lo único que alcanzo a distinguir que la gente grita con emoción. En algún momento Meredith comienza a narrarme lo que alcanza a ver desde nuestro lugar, que en realidad no es mucho, y cuando me dice que faltan cuatro minutos para que finalice el segundo tiempo decido que es hora de levantarme, algo que solo consigo hacer con su ayuda.

About Dread Doctors and Quimeras | AW&W: 4 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora