Capítulo 11: To Hell and Back. Parte I

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Stiles.


Llueve a cántaros y los truenos resuenan con fuerza desde los cielos, los cuales cada cierto tiempo son iluminados por una serie de relámpagos, y todas esas cosas juntas hacen que la noche se sienta con un aire pesado, casi lúgubre. Durante una fracción de segundo mi fuero interno se plantea la posibilidad de que este mal clima se deba al estado de ánimo de Mer, que de alguna manera ella esté provocando el aguacero y los estruendosos truenos, pero lo descarto enseguida. Ya había empezado a llover con tal ferocidad desde poco antes de que el sol se ocultara en el horizonte.

Mer no ha parado de llorar en los últimos diez o quince minutos, y la entiendo. Que Scott no confiara en mí era de esperarse, ya lo veía venir, pero las cosas que le dijo a ella y la forma en que la miró, como si fuera un monstruo... Nunca pensé que eso pudiera pasar.

Sin poder evitarlo, mis ojos bajan hasta el asiento, al espacio que hay entre Mer y yo, a la llave que perdí la noche en que Donovan murió y que todavía tiene las salpicaduras de su sangre. Se me reseca la boca al instante.

En mi cabeza, cuando imaginaba a Scott enterándose de lo que sucedió con Donovan, siempre era yo quien recibía su odio, su desprecio y su decepción, pues en cada posible escenario que creaba me echaba la culpa de todo y omitía la parte en que obligué a Meredith a mentir por mí. En mi cabeza, todo siempre terminaba bien para ella. Sin embargo, debí saber que las cosas no sucederían así, que la realidad se alejaría tanto como le fuera posible de mi imaginación.

Durante semanas, mi cerebro insistió en regresar a los pensamientos obsesivos acerca de Donovan y cómo murió, a la red de mentiras que tejí para encubrir mis terribles actos, a la forma en que acabé enredado a Meredith en esa red y el mal trabajo que he hecho para protegerla, no solo de los doctores del pavor o adolescentes pervertidos, sino también de mí mismo.

Antes creía que haber matado a Donovan no me molestaría tanto si Mer no me hubiera encontrado esa noche en la biblioteca, ahora estoy seguro de eso. Asimismo, después de nuestro amargo encuentro con Scott hace unos minutos, tengo la total certeza de que soy un pésimo novio.

En algún momento, mientras cruzo los suburbios, la lluvia cesa. Apago los limpiaparabrisas al cabo de un minuto.

Por el rabillo del ojo veo a Meredith removerse en su lugar, sorbiéndose la nariz por vigésima ocasión. Desvío mi atención del camino por un momento, dirigiéndola a ella. Mi corazón se estruja. Quiero decirle algo para animarla aunque sea solo un poco, consolarla, pero no sé cómo hacerlo. Tal vez es porque no soy yo quien posee las palabras correctas ni mucho menos las que ella necesita oír justo ahora; tal vez es porque sé que de no ser por mí, ella seguiría teniendo la confianza de su hermano y todavía sería parte de la manada.

Si no hubiera sido tan egoísta, si no hubiera tenido tanto miedo de perder a mi mejor amigo, las cosas serían muy diferentes justo ahora. Pero no fui valiente, preferí protegerme a mí mismo que contar la verdad, aquella que me hacía sentir como si cargara con el mundo sobre mi espalda; preferí quedarme con mi cobardía, deshacerme de cualquier pedazo de evidencia que pudiera delatarme, obligar a mi novia a mentirle a nuestros amigos y mi padre, dejarme chantajear por Theo y vivir con la angustia de que alguien descubriera mi horrible secreto y se lo contara al mundo entero.

Súbitamente el motor hace un ruido extraño, parecido a un traqueteo, y al segundo siguiente veo una voluta de humo proveniente de debajo del capó. Creo que aun así podemos llegar a mi casa, pero cuando una nube de humo empieza a inundar la cabina me retracto. Mer es la primera en comenzar a toser, ya que el humo está filtrándose por su lado.

—No —mascullo.

Aparte de sentirse demasiado caliente, el humo huele a aceite y como si algo estuviera quemándose. Mer recoge las piernas y baja su ventanilla, su tos y la mía tornándose rasposas y secas. Apago el Jeep de inmediato, deteniéndonos frente a una de las casas que nos rodean, y ambos nos apresuramos a salir.

About Dread Doctors and Quimeras | AW&W: 4 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora