Capítulo 14: The Kitsune, The Hellhound And The Beast. Parte III

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|| Hellhound, The Bearer Of Death.

Meredith.





Un dolor de cabeza es lo que me hace despertar, no una punzada de dolor en las costillas o en el hombro, sino un simple dolor de cabeza.

Me enderezo sobre el colchón, las cortinas en mis ventanas están cerradas y estoy sola en la habitación. Me tallo un ojo a la par en que un bostezo se me escapa, luego me dispongo a salir de la cama para ir al baño. Al levantarme me percato de que traigo mi pijama y no la ropa con la que viajé a Shiprock con los chicos, asumo que Stiles debió cambiarme las ropas ensangrentadas al llegar y me apresuro a llegar al sanitario.

Después de satisfacer mis necesidades biológicas y lavarme las manos y la cara, me quedo parada frente al espejo un buen rato. Tengo el aspecto de alguien que no ha dormido en días a pesar de que mi último recuerdo antes de despertar hace unos minutos es del momento en que partí una lanza a la mitad y evité que lastimara a mi hermano o a mi novio, evento que debe haber ocurrido ya hace más de quince horas; mi cabello es un desastre de marañas que se ve grasiento en la raíz y seco en las puntas, la piel de mi cara está reseca y empiezan a brotarme granitos en toda la frente, mis labios están partidos, tengo ojeras y para rematar, acabo de empezar mi periodo.

Lo peor de todo es que ahora a mi colección de cicatrices tendré que agregar una del grosor de una lanza en mi hombro y probablemente mi yo del futuro jamás se atreverá a pensar siquiera en usar blusas o vestidos que muestren esa parte de mi cuerpo. De hecho, desde ya que ese tipo de prendas están descartadas.

Con cierto temor me descubro el hombro derecho para ver qué tan mal se ve, no obstante, para mi gran sorpresa lo que veo no es lo que esperaba (un agujero, mis músculos, mis huesos o una gasa ensangrentada) sino que es todo lo contrario. La herida ya ha cicatrizado y no puedo ni imaginarme cómo sucedió eso. De inmediato me levanto la camiseta para revisar mis costillas; la herida de ahí también ya cicatrizó.

Me apresuro a salir del baño y mi habitación para ir en busca de los chicos. Necesito una explicación.

Como en el cuarto de Scott no hay nadie, me dirijo a las escaleras y las bajo con rapidez. En la sala veo a Castiel dormido en el sofá individual y en la cocina diviso a las dos personas que buscaba sentados a la mesa.

—Hey, despertaste por fin.

—¿Cómo te sientes?

—Yo... —Las palabras se me van al percatarme de la presencia de una tercera persona, alguien a quien ansiaba ver y he extrañado mucho desde el día en que se marchó—. ¡Kira!

Rodeo la mesa para ir a abrazarla, extasiada por saber que las skinwalkers cumplieron con su parte del trato y ella ha podido regresar a Beacon Hills con nosotros. Asimismo, descarto la idea de que dormí por días o inclusive semanas, lo cual hubiera explicado que el proceso de cicatrización de mis heridas haya culminado ya.

Kira me devuelve el abrazo con la misma fuerza, separándose de mí solo cuando yo empiezo a hacerlo.

—Es bueno verte despierta y recuperada —me dice con cariño.

—Es bueno verte también —devuelvo sonriente y cruzándome de brazos, de pronto recordando que no traigo puesto un sujetador y sintiéndome bastante cohibida al respecto—. Pero me hubiera gustado verte desde que las skinwalkers...

—Oh, no te preocupes. Necesitabas descansar después de todo lo que pasó.

—¿Sí?

—Al parecer, el uso de la magia puede resultar agotador —manifiesta Scott.

About Dread Doctors and Quimeras | AW&W: 4 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora