"Esto Está Mal"

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Dos días después....

Al levantarme olía a huevo cocido, seguí el olor y me llevó hasta la cocina. Estaba el gobernador, estaba cocinando, Andrea lo miraba ilusionada y Michonne, bueno ella es solo ella.

—Buenos días, Judith. Siéntate, estas en tu casa—me dijo el gobernador cuando notó mi presencia.

Tomé asiento y solo observé confundida todo el escenario, El Gobernador y Andrea platicaban y reían, me daba ansias saber que hace él aquí, en "nuestra"  casa. Después, cuando terminó nos sirvió en nuestros platos y nos sirvió jugo de naranja, recién exprimido. Mis tripas rujieron, todos me miraron divertidos, incluso Michonne. Tengo hambre.

—Perdón.— dije apenada, empecé a comer. Todos comíamos en silencio hasta que el gobernador empezó a hablar.

—Si mañana se van déjenme darles un carro y provisiones para varios días, no puedo dejarlas ir así, sin más. No somos malos.

—No es necesario, de verdad.— dijo Andrea.

—Por favor, es lo menos que podemos hacer.

—Está bien, gracias. Es usted muy amable.

—Hablame de Tú.

Rieron, terminé de comer. Me levanté y lave los trastes que había. Salí a caminar un poco por las calles de Woodbury, pues era lo único que hacía en estos días que nos quedamos, me topé con gente muy amable que me daba la bienvenida y yo solo agradecía, estar aquí me da nostalgia. El sol no era tan potente, estaba recibiendolo en mi piel, disfrutaba cada segundo del sol.

De lejos miré a Michonne, venía apresurada hacia mi.

—¿Qué pasa?— le pregunté, me miró furiosa.

—Este lugar, esta gente, no está bien, tenemos que irnos hoy en la noche, encontré algo.

—¿Qué?, ¿de qué estás hablando?

—Tienen cautivos caminantes, dentro de los muros, los alimentan. Están locos, no se que pretenden hacer con ellos, encontré al gobernador hablando con una caminante.

—Suena a una locura.

—Así es, por eso nos vamos hoy. Busca a Andrea y dile, la primera en encontrarla le dice.

Asentí, caminé buscado a Andrea, pero no la encontraba en  ningún lado, vi a Merle a lo lejos, retrocedí pero me alcanzó.

—Hey, ¿ya te dije queme gusta tu nuevo corte? — pasó su brazo completo por mis hombros mientras que caminábamos.

—¿Viste a Andrea en algún lado?

—Nop.  Por cierto, Andrea me habló sobre la granja y mi hermano. Dijo que tú eras más cercana a él.

—Algo así.

—Podríamos buscar a mi hermano, tu y yo, se que lo extrañas.

—No quiero crearme esperanzas, Merle.

—Yo se que él sigue allá afuera, vivo. Tienes que ayudarme.

—Lo siento, Merle. No puedo.

Vi a Andrea a lo lejos junto con Michonne, caminé hacia ellas, Merle se quedó parado donde lo dejé.

—¿Tú estás de acuerdo, Judith?— preguntó al verme llegar.

—Por supuesto, ¿tú no?

—Claro que no, este lugar es bueno para volver a empezar, solo piénsenlo bien. Es seguro.

—Es aburrido, Andrea.

—No lo puedo creer. No me pueden dejar.

—No Andrea, tú no nos puedes dejar.

Me iba subiendo la ira, desde la granja casi todo el tiempo me la vivo enojada o me gana el sentimiento muy rápido.

—No me iré, lo siento.— se cruzó de brazos y se fue.

Miré a Michonne, estaba desepcionada, entonces ideamos el plan, iríamos con el gobernador para que nos dejase ir con nuestras armas por las buenas o simplemente nos meteríamos a su casa a tomar nuestras pertenencias. Resultó el segundo plan.

Tenia mi hacha, iba a tomar mi arco de la estantería cuando entró el gobernador, Michonne tomó como rehén al caminante, tomé mi arco lentamente.

—Por favor, Michonne no la lastimes... Por favor.— se arrodilló y bajó sus armas.

Me sorprendió verlo así.

Michonne sin piedad atravesó la cabeza del caminante con su espada, cayó al piso y el gobernador se apresuró para abrazarla, salimos de ahí pero Andrea había visto todo. Solo nos despedimos y nos largamos de ahí.

×+×+×

Llevamos caminando horas por el bosque con una mochila con comida, no sabia a donde nos dirijiamos exactamente, escuchamos crujir las hojas del suelo. Tomé mi arco, me acomodé y apunté hacia todos lados, Michonne con su espada miraba hacia los otros lados, nos cubrimos la espalda.

—¿Estás de acuerdo que nos mandará a matar, verdad?— susurró Michonne.

—Si, no lo dudo.

Un disparo rozó la pierna de Michonne, corrimos a lados contrarios, escuchamos más disparos, un joven salio de entre los árboles, nos apuntamos mutuamente y disparé la flecha a su cráneo. Cayó, tomé su arma, tomé mi flecha y guarde el arco en mi espalda. Seguí los demás disparos, apuntaba con el arma de aquel difunto, otro disparo y un ardor en mi hombro izquierdo se hizo presente, no pude evitar gritar.

Seguí caminando y con el hombro derecho apunté hacia adelante, Michonne ya había acabado con otros más. Se dejaron de oír disparos. Me dolía, era horrible, me estaba llenando de sangre y los caminantes empezaron a llegar, Michonne puso un pedazo de camisa para tratar de evitar desangrarme.

—¿Puedes correr?— me preguntó.

—Si, ¿tú?

Asintió, corrimos hacia un pueblo cercano para conseguir algo que nos desinfectara las heridas, yo iba a necesitar más que algodón y alcohol. Michonne apenas podía caminar, yo sentía que me desmayaba en cualquier momento.

Cuando por fin llegamos escuchamos ruido, al asomarnos lentamente era Merle, sostenía a alguien pero no pude ver bien, me dolía mi hombro cada vez más, estaba tratando de calmar mi dolor.

Cuando pude asomarme se trataba de Glenn y Maggie.

Sonreí, siguen vivos. Merle se los llevó, me quejé del dolor y Michonne caminó hacia las cosas que habían dejado.

—¿Los conoces?— preguntó.

—Si, estaban en la granja con Andrea y conmigo.

—Tenemos que ir, te curarán, a parte Mira esto.

Levantó la canastilla del suelo y era fórmula maternizada, me dio un alivio. Lori ya había tenido a su bebé.

Michonne dijo que los escuchó, dijo que había visto esta prisión antes, no podía creerlo. Mis ojos se nublaron, la sangre no para de salir, la tela qué me había puesto Michonne ya estaba empapada de sangre. Me dolía, me dolía, me dolía mucho que no podía pensar bien. Cuando vimos la prisión rodeada de caminantes suspiramos, tomamos fuerzas y valor y caminamos hacia la entrada, con mi hacha iba matando a los que se acercaban. Michonne con su espada los partía en pedazos. Alguien nos vio y corrió hacia nosotros, solo veía la silueta, ya no podía.

—¡Judith! No caigas... —escuchaba a Michonne gritar, de pronto todo se volvió gris y luego negro y un dolor en la cabeza me invadió.

Crows |Daryl&Tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora