'48.||Tormentas.

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DYLAN!

RAYOS, éso fue el motivo que finalizó mi sueño. Me encontraba en una cama que desconocía, con una chica en mis brazos, que por su aroma, tampoco la conocía.

Últimamente, desde la partida de la castaña, que siendo honesto yo mismo había provocado, porque siempre era lo que destruía mi propia felicidad, esta era mi forma de despertarme. No asustado por los rayos, o por la oscuridad que aquella chica hacía que se fuera o que al menos no me generara miedo. Si no, oliendo a Vodka barato, marihuana y tabaco. Porque ella, se había ido.

¿Y cómo no se iría? Si fui quién la echó.
¿Y cómo no la echaría? Si fui quien la rompió.

Cerré los ojos, mi mente aseguraba que eran al rededor de las cuatro. Los rayos no paraban de sonar, cada vez más cerca, lo que me asustaba, porque estaba, o me sentía en una pesadilla.

Me levanté de un salto, y poniéndome la ropa interior y los pantalones de Jean, quise salir corriendo de esa casa. Pero una voz, de dormida y delicada me detuvo.

-¿Quién sos?-preguntó la chica.

-Me llamo Dylan-dije terminando de ponerme la ropa.

-Dylan, son las cuatro y hay tormenta. ¿Enserio pensás irte?-preguntó dulcemente, pero todas las voces dulces se escuchaban amargas después de...ella.

-La tormenta es mi mayor preocupación-admití.

La morocha se levantó, y se envolvió en una camisa larga de seda rosa, algo que a mí ex novia le hubiese encantado. Maldita sea, ¿Siempre pensaba en ella? ¿Porqué el dolor del corazón no se iba ni con pastillas ni con mujeres?

-¿Te dan miedo los rayos?-preguntó, acercándose lentamente para después sentarse en el borde de la cama, la cual tenía el acolchado blanco de plumas, y mi mirada estaba clavada en aquella ventana.

-Es la primera vez que me pasa-añadí, a la defensiva.

-Eu, tranquilo que no voy a juzgarte-acarició mi brazo con sus uñas.-Dylan, todos tenemos miedo a algo alguna vez... Quizás tu miedo se esconda en rayos cuando en realidad, te recuerda a algo.

¿La lluvia? ¿Cómo iba a recordarme algo? Y me corrijo, no me recordaba algo sólo la lluvia, los edificios, el cielo, el rosa, las sonrisas de la gente, su aroma...

¿Cómo podía tenerle miedo
a la lluvia, si nuestro primer
beso, fue bajo ella?

-No soy así, perdón-suspiré y me senté a su lado.

-¿Corazón roto?-preguntó mirándome fijo y sacó una botella de vodka que se encontraba debajo de su cama.

-Sí, por primera vez-sonreí triste y ella abrió la botella, le dio un trago y me la pasó.

-¿Sabes cómo se cura el mal de amores?

negué.

-Lo soluciona ella, o él-sonreí ante su aclaración-o el tiempo. El sexo no va a ayudarte Dylan, las drogas tampoco.

-¿Cómo es tu nombre?-pregunté, intentando asimilar todo lo que había dicho la morocha.

-Paloma-sonrió.-¿Puedo saber porqué esa chica es tan especial?-preguntó.

-Porque como ella no hay dos-admití-era mi ángel.

-El cielo tiene muchos ángeles.

-Ninguno como ella-la miré.

-Pero muchos al fin-sonrió-no puedo ser tu ángel, pero puedo intentar salvarte.

-No tengo cura, Paloma-negué.

-Todos la tenemos.

Tomó mi mano con delicadeza, y volvió a sentarse en la cama. Haciéndome acostar también. Apoyó su cabeza contra mí pecho y me abrazó.-Dylan, la tormenta no es para siempre.-Sonrió, y en pocos minutos, se quedó dormida.

Y aquél era el mayor problema. Quedarme solo, y sobre todo con una chica que me recordaba, en la suavidad de su voz o la elegancia de sus palabras, a mi ex novia, el motivo de mi corazón roto, o de la ausencia del mismo... Ya que ella, me lo había dado todo, amor, una vida nueva y esperanzas... El amor por primera vez, y también, se lo llevó todo. Porque se lo pedí, y si lo pedí fue porque yo había arruinado todo en su vida. Mi propia sangre había arruinado todo, y eso, jamás nos lo perdonaría.

Miré la ventana una última vez, y siendo sincero, quería que el cielo lloviera... Ya que lloraría todo, lo que yo me obligaba a mí mismo a tragar.

•••

3:49 a.m.

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dedicado a -negravillera yujuu

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