'14.||Equilibrio.

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Bequi.
Capítulo dedicado a insufficiente.

El pelinegro caminaba con decisión, por las calles que alguna vez había recorrido con Dilan, su recuerdo no se iba de mi mente y eso me frustraba.

-Pensá bien si querés que volvamos a intentar algo Bequi, yo cambié, no soy el mismo tóxico-respondió poniéndose frente a mí para impedirme el paso. Acarició mi mejilla, su tacto me dolía, era papel de lija para mi piel, recordando los momentos más difíciles de mi vida.

Suspiré con cansancio, ¿La gente acaso cambiaba? sí, definitivamente sí. ¿Pero hay alguien que cambie para bien? éso, no lo sabía.

-Vas a tener que dejarme pensarlo muy bien. Vos sabés que el tiempo que estuvimos juntos, no fue el mejor...-dije en un tono bajo pero a la vez buscando armarme de valor. Él rió con ironía.

-Además de tímida resultaste resentida morocha, ¿Cómo te demuestro que no soy el mismo?-preguntó haciendo un tonto gesto como de burla.

-Vos tenías tu lugar en mi vida y lo perdiste, ganatelo de nuevo.-Dije buscando la tarjeta de ingreso al edificio-nadie tiene ganado el cielo sin pelear, Lucio.-Contesté intentando demostrar que ya no era la tonta niña a la que él podría prohibirle cosas y que ella no le diga nada. Entré al edificio, dejándolo estupefacto. Caminé por el extenso pasillo hasta le ascensor sin darme vuelta, porque, dejaría de mirar atrás de una vez por todas.

-¿Bequi, ése es quien creo que es?-preguntó el guardia del edificio arqueando la ceja. Cuando me mudé, tenía cinco y fue cuando lo conocí. Era como un padre para mí-el coloradito te lo permito, ¿Pero ése gil?-preguntó haciendo una mueca y haciéndome reír.

-No creo que pase algo, Mati-le aclaré y él hizo un gesto de preocupación-ya crecí, maduré.No soy tan tonta.

-Siempre fuiste madura y nunca fuiste tonta, crees mucho en las personas bequi-sonrió el guardia.-Acordate de renovar la tarjeta que mañana vence.-Me recordó. Lo había olvidado completamente.

Sonreí por su gesto y después de despedirme, corrí hasta el ascensor, marqué el piso cuatro y después de diez segundos ya me encontraba revolviendo mis bolsillos por la llave que siempre perdía.
La encontré y entré al departamento, la casa estaba vacía, algo que me transmitía paz después de lidiar con dementes constantemente que corrían, gritaban, y hacían ruido por todo el departamento.

Cerré la puerta y me tiré en la cama, no me quería dormir así que solamente cerré los ojos buscando la paz de una tarde calurosa y solitaria. El cielo comenzaba a pintarse anaranjado y alguna que otra brisa de viento se filtraba por la ventana haciendo que las cortinas bailaran al compás de alguna bonita canción de amor.

-¿Bequi?-preguntó Milton entrando a la habitación.

-¿Qué pasa Milt?-pregunté sentándome en la cama.

-El pelirrojo, ¿Va a saltar la ventana hoy también?-preguntó inocente y yo me puse nerviosa.

-Eh-dije nerviosa-¿Cómo sabes eso?

-Porque el día de lluvia se equivocó de ventana y yo le dije cual era la tuya, tiró mi plantita y a la siguiente noche ya tenía una nueva-se encogió de hombros-y no Bequi, no le dije a mamá.

Lo abracé riendo por los nervios, y suspiré cuando terminó el abrazo.-Tal vez si, tal vez no. Uno nunca sabe, Milt.

-¿Es tu novio?-preguntó haciendo una cara de asco y preocupación, los celos de mi hermano menor me causaban gracia, pero no reí porque sabía que le molestaría.

-No, Dilan no es mi novio-aclaré para que el menor no se haga ideas de cosas que no eran ciertas, era capaz de ponerle una trampa para osos en mi ventana si presentía que Dilan quería hacerme daño o 'robarle' a su hermana.

-Está bien, pero que sea más cuidadoso.-Aclaró alisándole la camiseta de Argentina.

Se fue dando un portazo no intencional y se escuchó el grito de mis hermanos peleando por quien pondría la mesa para comer.

Volví a tirarme en la cama y recordé las veces que Dilan trepaba la ventana, recordé su calor en mi cama, su perfume, el cual como su cuerpo, mis lágrimas habían desvanecido.

Tal vez tenía que hablar con él, o tal vez no. Uno nunca sabía, pero sí sabía que lo extrañaba, y que en tardes primaverales como estas, me gustaría estar viendo el atardecer en el reflejo de sus ojos azulados, no el techo pensando en lo que pudo y no fue. Me maldije por no haberlo escuchado aquella vez, y pensé en Lucio. En que mi ex novio jamás había generado ésto en mí, en que con Lucio todo era blanco o negro, Dilan siempre me daba la paleta de colores enteras para que me sienta libre de ser yo, y que mis dedos formaran obras de arte en el lienzo de su cuerpo cuando las conversaciones en la cama se llenaban de mimos y charlas que quizás no volveríamos a tener.

¿Que lo extrañaba? Sí, lo hacía. Y si había algo que tenía igual de claro como que lo extrañaba, era que le deseaba lo mejor. Aún si yo no lo era.

Me hubiese gustado no tener que recordar solamente las conversaciones, sus visitas prohibidas de madrugada donde el único testigo era el cielo estrellado, las veces que nuestras respiraciones se mezclaban, el tatuaje tan llamativo de su estómago. Me gustaría recordar algunos besos que podríamos haber tenido, porque había tenido la ocasión de besarlo pero el miedo y la inseguridad siempre habían sido cadenas que me mantenían atada, y me lamentaba.

¿Cuántas cosas más así de hermosas el miedo me haría perder? Había desaprovechado tantas oportunidades hermosas por sentirme triste conmigo misma, había desaprovechado tantos buenos recuerdos que no tendré jamás. Había perdido mucho, y si había algo que quería, era dejar de lamentarme por lo que pudo ser y no fue, y que a partir de ahora, intentaría disfrutar todo lo que no tuve, por que al final de cuentas la adolescencia es una.

No sabía cómo empezaría, pero si sabía que lo necesitaba para estar bien. Porque Dilan era mi equilibrio al final de cuentas, y yo el suyo.
Cómo el yin y el yang, como dos cuerpos que habían estado toda la vida esperando reunirse. No sabía si su corazón también gritaba mi nombre, pero si sabía lo que yo sentía. No dejaría las cosas así, no, no lo haría.

✧Ángel ↦Dillom✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora