'52.||Nadie.

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DYLAN!

dedicado a Youngvirga_

EL tono insistente del iPhone me indicaba que me llamaban. Me removí incómodo en la cama con Paloma en mis brazos. La piel caliente de la morocha me hizo sonreír y le di un beso en la mejilla.

-¿Quién te llama a ésta hora?-preguntó.


Odiaba las mañanas, miré el reloj de la habitación mientras el sonido del teléfono nos invadía. Eran las seis de la tarde, y la noche anterior, había estado asquerosamente drogado, pero aunque siempre habían dicho que las drogas eran malas, a mí siempre me ayudaba a borrarla de mi mente aquella castaña de sonrisa adictiva.

Leí el nombre del celular, todavía entredormido-Rebecca...-murmuré y de repente me desperté-¡Rebecca!-exclamé, para luego hacer un movimiento rápido y sentarme en la cama.

Junté mis manos apoyando mis codos sobre las rodillas y sobre todo ésto, apoyé mi rostro. Me sentía confuso, ¿Debía dejar volver o al menos, yo volver a quien había herido? Suspiré, dolido sabiendo que ella aún pensaba en mí, y corté la llamada.

-¿Quién te llamaba?-preguntó Paloma acariciando mi espalda.

-Nadie importante-mentí. Porque realmente, si era alguien importante.

Suspiré, cansado y con la cabeza a mil. No sabía que hacer, ¿Acaso iba a estar perdido mucho más tiempo? ¿Cuándo todo iba a solucionarse?

Extrañaba lo que éramos, cuando los dos éramos ignorantes de lo que había pasado. De lo que a ambos los arruinó, a ella una pérdida y a mí, enterarme con quienes vivía.

Me tiré en la cama, miré a la morocha que me sonreía mientras pasaba sus manos por mis hombros y abdomen. La miré intentando sacarme de la cabeza la intriga de saber qué es lo que quería aquella castaña, pero sabiendo que quizás, había hecho lo correcto. Cerré los ojos intentando quedarme dormido, pero fue en vano. La morocha a mi lado estaba dormida, y habían pasado ya cuatro horas mientras esperaba dormirme.

Se largó a llover, la lluvia era algo cotidiano últimamente. Me vestí y me puse la capucha del buzo negro. Caminé entre los pasillos de la casa de la morocha, y al cerrar la puerta, algunas gotas de agua heladas, provenientes del cielo, me congelaban el rostro. Caminé mirando el suelo, pensando en aquella chica, que estaba loca. En su voz, su calma, su piel, sus labios.. su amor.

¿Porqué un sentimiento tan "hermoso" como lo es el amor, me dolía tanto? ¿Porqué había echado a aquella chica, si era la cicatriz de mis heridas? De pronto me encontré sólo, bajo una tormenta y la oscuridad. Sin saber que hacer porque el amor me había enloquecido, había perdido todo tipo de cordura y me había convertido en alguien que no conocía. Todo por intentar amar.

Toqué la puerta con los nudillos, siendo consciente de la hora y de las pocas posibilidades que tenía de obtener respuesta. El chico, poco mayor que yo, me miró confuso. Le pedí, me las dio, le pagué, y se despidió. Mi amor por ella era imborrable, pero aquellas pastillas hacían posible lo imposible. Fui a un negocio de 24 horas y compré el vodka más barato, horas después, en una plaza, sentado bajo la lluvia, en un banco, intoxicado con aquellas sustancias que me pedían más, sentía mis últimos suspiros. ¿Alguna vez me había sentido así? Transpiraba, pero cualquiera que me vea, no sería capaz de ver aquella transpiración por el agua que me empapaba.

Más cansado de lo usual, intentaba luchar contra mis ganas de dar el último aliento. Exhausto, confuso, intentaba seguir pero a la vez, parar. Mi vida era como una bicicleta en una bajada, no paraba y yo ya no podía seguirle el ritmo a la vida del vicio que me ocasionaba la falta de la chica. Cerré los ojos, vencido por un sentimiento que no había tenido nunca.

✧Ángel ↦Dillom✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora