'30 [Parte 1].||Lucha Interna.

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Bequi.

La habitación estaba en completo silencio, exceptuando el sonido de nuestros labios al juntarse en uno de los besos más apasionados que había sentido en mi vida, no importaba cuantos besos nos dábamos, siempre sentía una leve presión en el pecho, nervios.

-¡Dylan, vení un minuto!-gritó la voz masculina de su padre haciendo que nos separemos al instante, habíamos estado tan concentrados en otras cosas que ni siquiera sabíamos que estaban.

-¡Estoy ocupado!-devolvió el grito el rubio haciéndome reír, el padre, insistente repitió lo que había dicho antes haciendo que el hijo vaya tras soltar un bufido.

Me senté en la cama apoyando la espalda en el respaldar de la misma y esperando a que vuelva el tatuado, algunas voces se escuchaban ligeramente pero luego iban aumentando.

-¡Es tu madre Dylan!-gritó su padre.

-Biológicamente sí, pero no quiero tener contacto con ella-dijo con notable frustración en su voz.-Tengo casi diecinueve, se perdió muchísimos años de mi vida, demasiados.

-Dale la oportunidad de volver León-exclamó su padre haciendo que me llame la atención su forma de llamarlo.-¿Porqué te estas yendo? ¿Acaso no sos lo suficientemente hombre como para afrontar tus actos?

-No-respondió el menor-soy tan "hombre" que me marcho para evitar el gusto amargo que me deja en la boca saber de vos, o de ella.-Rió con ironía-ninguno de los dos me crió, me crié sólo.

Se escuchó un portazo y supuse que el hombre de edad media se había marchado, Dylan apareció por la puerta al abrirla con los ojos perdidos y el rostro notablemente tenso por la molestia que le generaba la situación, no dije nada, esperando que si tenía ganas de hablarlo inicie él.

Agarró una toalla y se encerró en el baño por media hora, no sabía que hacer, por lo tanto, me limité a esperarlo.

Después de un rato, apareció por la puerta el rubio envuelto en una toalla y me giré para que pudiese cambiarse tranquilamente, él parecía sumergido en lo más profundo de sus pensamientos y yo tal vez también lo estaba.

-Perdón por hacerte estar acá cuando pasó...-rompió el silencio para luego detenerse, como buscando la palabra adecuada.-éso.

-No pasa nada, en las buenas y en las malas-sonreí haciéndolo hacer lo mismo.

-Sos demasiado buena-sonrió el rubio secándose el pelo con una toalla en su mano izquierda mientras sacudía con muy poca delicadeza.

-No creo-reí.

-Te quiero, mucho-dijo mirándome fijo a los ojos y después se recostó en la cama quedando de costado y apoyando su antebrazo izquierdo en el mismo.

-¿A todas les decís éso? -pregunté haciendo la típica escena de celos tontas, aunque obviamente no iba enserio.

-Sí-respondió dejándome perpleja.

-No seas mentiroso-dije rondando los ojos, aunque estaba un poco desconcertada.

-Te hablo enserio-dijo acercándose más a mí, haciendo que nuestros alientos se mezclen por los escasos milímetros que nos distanciaban. Yo escaneaba cada facción de su rostro, que era terriblemente perfecto.

-Yo también-respondió sonriendo de lado-a todas les digo que te quiero.

Y si antes estaba nerviosa, mi corazón ahora daba saltos increíblemente tontos. Tanto que sentía como mis manos temblaban, sabía que ésto podía ser una muy mala idea, pero el deseo es fuerte y mi cuerpo débil.

Uní nuestros labios, con delicadeza. Como si fuésemos pequeños fragmentos de un rompecabezas que se une con cada roce, coloqué mis manos en su cuello y él acariciaba mi cintura.

El aire no faltaba, podía estar un tiempo enorme siendo víctima de sus besos sin quedarme con falta de aliento, todo era jodidamente perfecto.

Profundicé el beso haciendo una ligera presión en su nuca para apegarlo a mí, como reflejo me subió a horcajadas sobre él, haciendo que algunas partes de mi anatomía sientan cosquillas.

Suspiré y seguí besándolo, cada centímetro de sus labios eran terriblemente míos. Me estaba volviendo loca, estaba haciéndome adicta (si no es que ya lo era) a los besos del ojiazul de cabellera rubia, era hermoso, terriblemente irreal pero a la vez mío, yo sentía que sus ojos ni miraban a nadie como me miraban a mí, me había sentido insegura demasiado tiempo, pero en sus labios, en sus brazos, en sus ojos, yo era la reina del mundo, la más hermosa. No era «Rebecca Heidenreich», era quien yo deseaba ser. Y él apoyaba cada proyecto de mí, sin importar si un día quería ser una persona callada o al día siguiente deseaba ser terrorista, amaba eso, que aunque sea una locura, él siempre creía en mí.
Y aunque dudaba constantemente de mí pensando en que le fallaría, mis miedos se evaporaban al ver sus ojos, su sonrisa.

Me estaba enamorando y no sabía que tan bueno sea eso, porque me dolería después tal vez, o sería la mejor experiencia de mi vida. «De los errores se aprenden, becca» decía mi padre siempre, y por primera vez después de mucho tiempo no alejé sus recuerdos, simplemente tomé decisiones en base a aquella frase, que probablemente venía de una galleta de la fortuna o algo así, él era un hombre ocurrente, y eso siempre era bueno. Era mi hombre favorito, hasta que vino Dylan a ocupar mejor su lugar.

Me había hundido en las peores sombras, ahogada en mí misma. Llorar hasta las dos y dormir hasta las tres, era mi rutina constante. Hasta que el rubio apareció con su luz y su armadura color blanco porcelana, cálida como su piel y alejó cada miedo, cada sentimiento de dolor, cerró cada herida haciéndola una cicatriz que él juraba que era hermosa, y me salvó. Me salvó del mundo, de mi familia, de mis problemas, de mi misma, de la casi agonía.

Lo quería, muchísimo y no quería perderlo. ¡Me sentía tan tonta! Estando tan en la cuerda floja y el vacío era enamorarme completamente, y a pesar de todo eso, yo no temía a caer porque él me atraparía, me daría un dulce beso de buenas noches y me haría sentir completa para siempre.

Me moví por inercia, soltando suspiros que hacían que el rubio se vuelva loco.

-Si seguimos así-dijo entrecortado debido a lo agitado que estaba-no voy a poder parar después...

«La vida es una sola, Rebecca» me repetí.

-¿Y quién dijo que quería que pares?-pregunté.

✧Ángel ↦Dillom✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora