'66.||Iara.

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DYLAN!

       SEGUÍA dejándome confuso el imaginarme a mí en nueve meses como padre, y sobre todo, como padre de mellizos.
Miré la foto que tenía fotos mías colgadas en las paredes, me encontraba sólo tirado en el sillón del comedor, ahogándome en pensamientos deprimentes y llenos de ansiedad. ¿Cómo criaría yo, a dos niños?

Las fotos, enmarcadas en cuadros azules demostraban una familia rota de dos jóvenes y un bebé que no sabía lo que le esperaba. una familia que empezó mal, y terminó peor.
Sabía que no le deseaba a nadie lo que había pasado años atrás, una infancia llena de abandono o falso amor, y no podía decir que mis padres no sentían amor por mí, porque sabía que ambos, al menos en aquel momento me querían, pero en ese momento, las peleas entre ellos eran cada vez mayores, como olas gigantes y espesas en una tormenta en el océano, solamente que todas me ahogaban a mí.

Me levanté con un cansancio impresionante, digno de una persona de noventa años y después de estirar el brazo para agarrar el celular, salí de la casa caminando sin un destino fijo. La capital estaba repleta de gente demasiado enfocada en lo suyo, empujones, ruido, bocinas, gente quejándose, pedidos de plata, quejas, más quejas, y tristezas, un montón.

Pasé frente a una cadena de comida rápida que decía que buscaba empleados, entré un poco indeciso, sintiendo que nada bueno saldría de allí. Me aproximé a la barra desierta, y el cajero me miró esperando la orden;—Vengo por la oferta de trabajo—dije nervioso. El chico, pocos años mayor que yo, tecleó algo en la computadora y me miró con cara de lástima.

—Perdón, pero ya hicieron las entrevistas;—suspiró con falsa tristeza—vas a tener que buscar en otro lado.

—Tengo diecinueve años, voy a ser papá de mellizos, necesito que me ayudes;—imploré sin pensarlo dos veces, aunque arrepintiéndome al segundo.

—No hay nada que pueda hacer yo.—Se encogió de hombros.

—Bueno, gracias—sonreí falsamente y me giré para ir a la puerta, pero a medio camino una voz femenina me detuvo.

—Luciano, ayudalo—bufó la rubia comiendo un plato de frutillas con chocolate;—conseguile el trabajo.

—No puedo hacer nada yo, te dije—respondió de mala manera.

Rodó los ojos con molestia y se levantó de la banqueta haciendo que sus zapatos retumben con el suelo, dio vuelta la barra y se encerró en un cuarto donde supongo era la oficina. Salió después de veinte minutos y se dirigió hasta mí.—Ya hablé con Carlos, el gerente... Tenes el trabajo, empezás en dos días, Dylan;—dijo con desinterés.

—Gracias—dije confuso y demasiado agradecido;—¿Cómo te lo puedo agradecer?

—Veni, seguime—dijo saliendo al exterior, caminamos una cuadra sin decir ni una palabra y se giró hacia mí en un instante.—Ya sabes qué quiero, Dylan.

—No,no sé—suspiré—pero lo que sea lo vas a tener, Iara.

•••
perdón el capítulo horrible,
perdí el toque.

✧Ángel ↦Dillom✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora