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Reino de Liones

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Reino de Liones.

En los alrededores de Liones, ciudad capital se mira a un joven rubio caminar temeroso con su mano en la empuñadura de su espada que cargaba a su costado. Observaba con sumo nerviosismo sus lados esperando no encontrar algo o alguien que lo pueda atacar. Las calles a igual que las viviendas del distrito estaban más que destrozadas muestra de la feroz batalla que se había llevado hace poco tiempo atrás.

──¡Oye! ─se sobresalto al escuchar una voz masculina de avanzada edad hablarle a unos metros de el. ──¿Tienes un minuto? ¡Necesito ayuda con algo! ─giro su cabeza mirando a un hombre de avanzada edad que llevaba su armadura empuñando una lanza. El mayor dio media vuelta esperando a que el lo siguiera.

──¡S-sí! ─corrió hasta llegar a unos cuantos pasos, a decir verdad prefería estar con el que estar caminado solo por esas desiertas y destruidas calles.

──¿De donde eres? ─pregunto con intriga el mayor pues le resultaba desconocido el rostro del joven.

──Soy de Cains.

──¿Cains? ─dijo confundido, ese nombre no le sonaba conocido. ──He servido 40 años a este reino y jamás he oído nombrar ese lugar.

──N-no me sorprende. Esta a las afueras del reino. ─hablo con nerviosismo, todo lo ponía nervioso y más al pensar que alguien pueda atacarlo en cualquier momento.

El señor de barba larga giro su cabeza mirándolo sobre su hombro.

──Con esos nervios jamás te convertirás en caballero sacro.

──S-si, lo se. Yo jamás conseguiría ser caballero sacro. ─sonrió con nervios mirando a el señor.

──Si. ─cerro unos segundos sus ojos afirmando lo que el joven dijo. ──Seria un trabajo duro para alguien como tu. ─dicho eso fijo su vista al frente nuevamente.

──¿Eh? ─el joven dejo de verlo para mirar hacia el frente, sus ojos se abrieron a más no poder. No podía dejar de sudar frio y temblar al observar lo que sus ojos le mostraban. ──¿E-esos son...? ─detuvo su caminar dejando a medias su pregunta, sus nervios se convirtieron en miedo ante horrible escena.

──Correcto. ─el mayor seguia mirando al frente sin expresión alguna en su rostro. ──Son caballeros sacros.

Más de una docena de caballeros sacros se encontraban en el suelo sin indicios de vida alguna. Sin duda fue una gran pelea, no, mejor dicho fue una gran masacre. Pero ¿quien o quienes fueron los causantes de tales actos?

──¿P-pero?... ─el rubio retrocedió con más miedo al imaginar a los culpables. ──¿Q-que sucedió aquí? ─miro a el hombre esperando una respuesta.

──¿No lo ves? ─entecerro sus ojos mirando a los hombres caidos. ──Una masacre como ninguna. ─el cuerpo del joven temblaba a más no poder al imaginar con más miedo el causante de todas esas muertes. ──Fue en un abrir y cerrar de ojos. Y obra de solo ocho personas.

𝐌𝐈 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎; 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳𝘰𝘴𝘴𝘢/𝘮𝘢𝘦𝘭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora