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– Por favor, por favor, por favor– Había cerrado los ojos con fuerza para poder despertar en el sueño y encontrarse con el chico que atormentó sus noches. Pero cuando los abrió, vio todo blanco y luego de un rato, se encontró en una habitación que no era suya.

Estaba lleno de bebidas alcohólicas, muebles,  una enorme televisión, varios cuadros borrosos y una cama en donde había un bulto. Quiso acercarse y fijarse quién o qué era, pero de un segundo al otro, apareció en una plaza en el centro de la ciudad. No había nadie, habían estatuas y un estanque con agua. Ni siquiera se escucharon los típicos grillos por la noche.

Tenía miedo de que algo malo le pase.

Cuando vio a alguien sentado en un banco en el pasto, se acercó para tocarle el hombro. Una vez que esa persona se dio vuelta, su corazón hizo lo mismo y comenzó a bombear cada vez más rápido.

– Tú...– El pelinegro se paró de inmediato y rodeó el lugar en donde estaba sentado para acercarse al menor y tocar sus hombros y sacudirlo para que reaccione– ¿¡Quién eres!?

Su toque.

Suave. Cálido. Lindo. Tranquilizante. Encantador.

Su rostro visto de cerca era aún más bonito.

– ¡Contesta!– El grito del mayor lo hizo reaccionar y sacudir la cabeza, estaba confundido.

– ¿Quién eres?– Fue lo único que pudo preguntar.

– ¿Preguntas eso?– Lo soltó y sus manos se formaron un puño, los ojos se volvieron acuosos– Apareces en mis sueños cada noche, no sé quién eres ni de dónde vienes, jamás te vi en la vida real, necesito terminar con el dolor en mi pecho.

– ¡Necesito tu nombre para ver cómo encontrarte!– Jeongin se desesperaba, necesitaba esa información con urgencia.

– Me han dicho que cuando te vea en la vida real, iba a sentir que vuelvo a renacer.

El menor le tocó el pecho y lo abrazó, sintiendo su olor a perfume mientras se aferraba a la su buzo color negro. El dueño de esa ropa lo rodeó con sus brazos hasta que unas lágrimas caían hasta el hombro del contrario, aspirando el olor dulce y suave del chico.

Estuvieron un momento así hasta que el menor vio cómo salían luces por el cuerpo del pelinegro, desapareciendo del sueño.

– ¡Dime tu nombre!– Gritó Jeongin antes de que se vaya. El mayor le entregó un anillo y se lo dejó en la mano.

– Mi nombre es...– Y no pudo terminar la frase debido a que ya no estaba.

Cuando despertó, sintió su hombro levemente mojado y algo en su mano.

Era el anillo.

¿Podía ser eso posible?

Lucid Dream [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora