Lucid Dream [Hyunin]

10

Cuando despertó apareció en su habitación. Pero, ¿no había ido a clases? Se preguntó.

Se fijo la hora y eran las 9:50 de la mañana, estuvo dos horas ¿durmiendo? ¿desmayado? ¿muerto? No lo sabía.

Se puso sus zapatillas y bajó las escaleras, escuchó unas risas que provenían de la sala de estar así que se le ocurrió ir ahí.

– ¡Hijo!– Estaba su madre bebiendo té con otra mujer, riendo y charlando en los sillones de la enorme sala, se levantó y fue hasta el umbral para abrazarlo– ¿Cómo te sientes?

– Bien, creo...– Al dirigir la mirada hacia la invitada hizo una reverencia– Buenos días.

– ¡Oh! Ella es Yerim, una nueva amiga– Rió suavemente al presentarla.

El menor hizo una reverencia de nuevo y sonrió

– Jeongin, que guapo eres– Sus dientes se posicionaron en sus labios y juntó sus dos manos– Tengo un hijo bastante bonito que podría ser tu amigo, se llama Hyunjin.

– Estaría encantado de conocerlo.

Luego de intercambiar un par de palabras más, Yang fue a la cocina a comer un poco.

No olvidó el sueño lúcido que tuvo días atrás, olvidó lo que pasó antes de ver todo negro, lo último que recuerda fue ver un montón de gente alrededor de un joven.

Le interesó bastante poder controlar sus sueños, costó un poco, pero lo logró. El señor Choi no le dijo nada sobre poder traer algo a la vida real.

El anillo. No tenía el anillo encima.

Llamó a Felix de inmediato para luego verse en su casa.

– Lix, ¿tú sabes qué me pasó?– Preguntó una vez que estaban en la habitación del mayor la cual estaba decorada por cuadros artísticos y fotos con su familia.

Dudó en decirle la verdad, no quería que el pelinegro se enamore del otro chico, sonaba posesivo y egoísta.

– Viste a un chico en la escuela y te desmayaste cuando se acercaba– Soltó directamente, aunque le guste Jeongin, no podía mentirle– ¿Quién es?

El menor no respondió. Estaba perdido en sus pensamientos. ¿Qué chico hizo que se desvaneciera? ¿Pudo ser el de los sueños? No estaba seguro, no sabía si era real o parte de su loca imaginación. No quiso creer ninguna locura por miedo a ilusionarse. Sigue sintiendo su olor en el aire y en donde sea que vaya, su tacto, recordaba sus rasgados ojos, los carnosos labios que estaban debajo de la pequeña y bonita nariz, el lunar debajo de su ojo, su altura.

Lo recordaba todo. No podría olvidarlo. Quería saber con urgencia de dónde salió y qué es lo que quiere.